CAPACIDAD DE TANIA CONTRERAS, EN DUDA
LOS PUNTOS SOBRE LAS…
POR ANGEL VIRGEN ALVARADO
*- LOS “VIENE-VIENE” Y LOS ATRACADORES
Sigue estando en duda la capacidad de la abogada TANIA CONTRERAS, futura colaboradora en el área Jurídica del gobernador electo.
Los trascendidos la señalan como que fue ella la que aconsejó el regreso al Senado, error que estuvo a punto de costar la gubernatura.
Con esos amigos… ¡Pa´que quieren enemigos!
EL SENADOR JOSÉ NARRO QUIZÁ SINTIÓ QUE LE CAYÓ UN RAYO cuando la Senadora LILLY TELLEZ, le dijo “tiene las manos sucias y la cola larga”.
La senadora del Partido Acción Nacional (PAN) llamó ‘narcosenador’ al morenista JOSÉ NARRO CÉSPEDES al referirse a la fotografía en la que el legislador aparece junto a un presunto narcotraficante, imagen que recientemente borró de sus redes sociales.
En Twitter, la legisladora compartió un fragmento de este diálogo que sostuvo con el morenista, a quien se refirió como parte del “brazo legislativo del CO”.
“¡Qué vergüenza!, ahí está, tú lo presumiste, narcosenador, aléjate de mí, tienes la cola larga, la boca sucia y las manos sucias…” tú, Américo y tu bancada de narcos”, dijo a NARRO.
LOS “VIENE-VIENE” Y LOS ATRACADORES
Algunas veces, en las reuniones con los cuates, sale el tema:
“¿Sirven de algo los “viene-viene” en los estacionamientos de los centros comerciales?”
Los “viene-viene” son los que hacen labores de apoyo a los automovilistas que acuden a realizar compras en los centros comerciales.
Gente mayor. Gente que necesita llevar dinero a su casa.
Eso se entiende.
Pero ¿Realmente sirven de vigilantes?
La respuesta es NO.
Los atracadores, ladrones y vulgares rateros están siempre al acecho de la llegada de vehículos para, en caso dado, quitar “las copas” de las llantas y los accesorios que puedan.
Cuando el afectado llega hasta donde está su vehículo y ve el hurto le pregunta al velador, al “viene-viene”.
-“¿No vio quien hizo esto?”-
-“No. Yo andaba por allá en el otro carril”- dicen los viene-viene.
Lo curiosos es que siempre están allí y nunca ven a los ladrones, nunca ven a los rateros.
El miércoles nos enteramos de que una señora, ya de la tercera edad, acompañada de su nieta, esperaba arriba de un vehículo que la hija mayor saliera de un centro comercial donde hacía las compras.
Hasta la camioneta llegó un patán y le pidió a la señora le diera todas las cosas de valor que traía.
La señora se negó y el barbaján la golpeo, varias veces, en el rostro.
La niña, la nieta, comenzó a gritar pero no apareció por ahí ningún velador, ningún “viene-viene”-
El ratero de pacotilla, un tipo alto, flaco, según la víctima, se dio a la fuga, tranquilamente.
¿No vio ningún “viene-viene” al matarife?
¿No hay cámaras de vigilancia en los estacionamientos de los centros comerciales?
Es por eso que mucha gente ya no da propina a los “viene-viene”.
La gente opina que los “viene-viene” prefieren no meterse en problemas porque los malandros los conocen.
Pero si acaso la mamá de los que eso creen fuera la víctima ¿Opinarían igual?
Una cosa es cierta: Esos raterillos golpeadores no son de “La Maña”.
De buena fuente sabemos que “La Maña” nunca ha permitido ese tipo de abusos.
Es más. Cuando saben de un tipo abusivo que comete esos desmanes, ellos mismos lo agarran y lo castigan.
Y el castigo es ejemplar.
Los “viene-viene” debieran tener cuidado de ser cómplices de esos raterillos que asuelan en los estacionamientos de los centros comerciales porque si la víctima es familiar de “un pesado”, no la pasaran fácil.
La advertencia está allí.
CON LA VENIA DE MIS EDITORES, DIOS mediante nos leeremos el próximo lunes en CRÓNICA SEMANAL.
Por hoy, es todo.
P.D.- Leído en el Facebook
““Dicen que antes de entrar en el mar, EL RIO tiembla de miedo. Mira para atrás, para todo el día recorrido, para las cumbres y las montañas, para el largo y sinuoso camino que atravesó entre selvas y pueblos, y ve hacia adelante un océano tan extenso, que entrar en él es nada más que desaparecer para siempre.
Pero no existe otra manera.
El río no puede volver.
Nadie puede volver.
Volver es imposible en la existencia.
El río precisa arriesgarse y entrar al océano.
Solamente al entrar en él, el miedo desaparecerá, porque apenas en ese momento, sabrá que no se trata de desaparecer en él, sino volverse océano.”
– Khalil Gilbran