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CASABLANCA

CASABLANCA

JOSÉ LUIS HERNÁNDEZ CHÁVEZ

Son pocos los filmes que me conmueven y mejor aún si, además, me obligan a reflexionar sobre la existencia, ya que, cuando lo hacen, automáticamente ingresan a mi salón de la fama personal, Casablanca es uno de ellos.

He aquí algunas de las razones de mi predilección por esta producción cinematográfica.

Los principales protagonistas, Humphrey Bogart, pero sobre todo la bella Ingrid Bergman, de la que he sido un eterno admirador, fueron grandes actores, que la historia tiene lugar durante la Segunda Guerra Mundial, conflicto bélico que, por causas que ignoro, siempre captura mi atención, igual que mi fascinación por París, la ciudad luz de Francia.

A medida que la ocupación de la Alemania de Hitler avanza y se extienda por Europa, miles de personas tratan de huir a Lisboa y de ahí a América o a cualquier parte que los ponga a salvo de los horrores de la guerra.

Mientras el mundo se derrumba, un expatriado estadounidense, Rick Blaine (Bogart) y una hermosa sueca, Ilsa Lund, (Bergman) se enamoran y el mismo día en que las tropas nazis entran a la capital francesa, deciden huir.

Acuerdan encontrarse en la terminal ferroviaria en la que se trasladarían, primero a Marsella, luego a Orán y, bordeando África, llegar juntos por vía terrestre o marina a Casablanca, Marruecos, protectorado francés.

Lamentablemente, Ilsa no acude a la cita, solo le hace llegar una nota: “Richard, no puedo ir contigo ni volver a verte jamás. No me preguntes el por qué, solo créeme que te amo. Que Dios te bendiga, cariño: Ilsa”.

Con el corazón destrozado, Rick no tiene más remedio que partir solo y desencantado decide poner punto final a ese episodio sentimental.

El destino, sin embargo, había decidido otra cosa.

En su nuevo domicilio el estadounidense establece un exitoso negocio “El Café Rick” que es al mismo tiempo centro nocturno y casino, uno de los principales sitios de reunión de los refugiados, que es amenizado por un pianista y cantante, amigo de Rick y de Ilsa, Sam (Dooley Wilson).

Tiempo más tarde, llega también Ilsa al sitio, acompañade su esposo, Víctor Lazlo, uno de los líderes de la Resistencia francesa, al que ella creía muerto, perseguido de la Gestapo, la policía secreta del Tercer Reich.

Y el amor que el dueño del negocio creía olvidado, resurge, aunque en condiciones que lo hacen irrealizable.

Una noche, mientras junto con su esposo espera la oportunidad emigrar a América, Ilsa le pide a Sam que toque la canción de su idilio con Rick, “El tiempo pasará” (As time goes bye). La melodía y la voz del interprete tocan las fibras más sensibles del corazón y no son pocos a los que hace llorar.

Para salir de la ciudad, sin embargo, requerían salvoconductos que les permitieran llegar a Lisboa, que Rick poseía. Cuando la Gestapo trata de detener a Víctor Lazlo, este, con las visas que les facilita el dueño del establecimiento, se trasladan al aeropuerto en donde los espera un avión.

El Mayor Straseer, jefe de la Gestapo en la localidad, los alcanza en la terminal aérea para impedir que huyan, pero Rick, que prefiere sacrificar sus sentimientos por la vida de su amada, lo asesina y Víctor e Ilsa logran escapar.

Producida por Warner Bros y dirigida por Michael Curtis, la cinta es un drama y romance de Murray Bernet y Joan Alison, fue estrenada en México en 1943 y ganó 3 premios Oscar.

Como otras historias estadounidenses, Casablanca pretendía ser un filme de propaganda norteamericana contra el nazismo, pero terminó por convertirse en una obra muy superior. Hoy, a 81 años de que se exhibió, ha alcanzado, sin duda, la categoría de película inmortal. jlhbip2335@gmail.com