Columnas

Crónica de un largo domingo

Rutinas y quimeras

Clara García Sáenz

Crónica de un largo domingo

Todos puntuales a las 7:30 de la mañana, tanto los funcionarios de la casilla como los representantes de los partidos, presentes y listos, hasta nos dimos el lujo de darle las gracias a un escrutador suplente que también se presentó. La casilla abrió a las 8:40, debido a que nuestras habilidades prácticas nos retrasaron en el montaje de la mesa de votación y el armado de urnas, tardamos en descubrir como iban las patas de la mesa, las cortinas, las divisiones, sin embargo, después de una hora de luchar con todo el mobiliario abrimos la votación en un salón de la primaria de la colonia que tenía un aire húmedo que aventaba aire caliente y un ventilador que solo hacía ruido.

Con ese ambiente cálido durante tres horas sin parar desahogamos una larga fila de votantes, que solo dieron tregua para engullir un frugal almuerzo y continuar durante toda la jornada recibiendo más votantes con breves descansos para tomar agua o pararnos unos instantes.

En un ambiente de cordialidad, lo que parecía al principio ríspido entre los representantes de partidos y los funcionarios de casilla se fue tornando durante las cálidas horas de la jornada electoral un espacio de cordialidad y buena convivencia. Con una votación que alcanzó casi el 60% de los electores para esa casilla, vimos llegar una gran cantidad de gente mayor que, sola o acompañada, fue a ejercer su derecho al voto.

Curioso fue ver que muchos decían ser la primera vez que ejercían ese derecho, incluso algunos abiertamente pedían que se les ayudara y decían en voz alta su preferencia partidista; recibiendo de los representantes de partido una aprobación con la cabeza cuando los volteábamos a ver esperando el reclamo de alguno; alguien dijo en más de una ocasión, “adelante, que el escrutador le ayude, ya manifestó su intención del voto”.

Los representantes más refaccionados con comida y bebida fueron los del PRI y PAN, durante toda la jornada en un intervalo de dos a tres horas un joven les traía agua fría, refrescos o jugos, tacos, tortas o un platillo y a la que nunca le llevaron ni de comer ni de beber fue a una joven que iba representado al PT. Nosotros los veíamos con cierta envidia, dentro de ese salón que parecía la antesala del infierno.

A las seis de la tarde cerramos puntualmente la casilla y empezó el conteo de votos que terminó hasta las 11 de la noche, la larga tarea se debió a no solo la cantidad de votos que había en cada urna, sino a que eran cinco urnas y un montón de coaliciones para los diferentes cargos. Después procedimos a llenar las actas, demasiado papeleo, con la ropa empapada porque el calor nunca cedió; todos de acuerdo los representantes de los partidos firmaron las mil actas que llenamos y cerca de la una de la mañana estábamos cerrando los paquetes.

Agotados, deshidratados, hambrientos, sedientos y con la ropa empapada nos sentamos a esperar a que llegara la funcionaria del INE para entregarle las urnas. Cosa que no sucedió hasta pasadas las dos de la mañana.

Yan en casa, cuando vi en las noticias la queja de que el INE tardó mucho tiempo en empezar a dar los resultados preliminares, mi primera reflexión fue que los funcionarios de casilla habíamos tardado mucho en el conteo, debido a las condiciones adversas en que se trabajó, en muchos lugares la precariedad del lugar, el intenso calor, la alta participación ciudadana, pero, sobre todo, el hecho de juntar cinco elecciones en una fecha superó la capacidad de quienes fuimos precariamente capacitados por el INE.

Otra cosa que constaté fue que la organización del INE fue superada por las circunstancias, tan solo la funcionaria encargada de coordinar nuestra casilla tenía otras cuatro donde los conflictos que se presentaron iban desde funcionarios que abandonaron la mesa de votación a media jornada hasta el cierre de las aulas de un kínder donde estaba instalada la casilla de votación, negándose a esperar el conteo, siendo echados literalmente a la calle. El INE mostró su falta de presteza para solucionar los asuntos mas elementales, la sobreexplotación de sus capacitadores electorales y la sobrecarga de trabajo para todos fueron la constante; el cansancio nos venció a todos los que participamos, demasiada papelería y poco entrenamiento.

Sin embargo, a pesar de todos los avatares, campañas manipuladas por los medios de comunicación a favor de su candidata, la guerra de lodo y difamación, se contaron todos los votos correctamente, en presencia de los representantes de partidos, todos estuvieron de acuerdo con el resultado, se firmaron todos los documentos, sellamos los paquetes y volvió a ganar el sentido común.

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