Columnas

El embajador cultural de la 4T

Rutinas y quimeras

Clara García Sáenz

El embajador cultural de la 4T

La invitación se la llevó el gobernador Américo hasta su lugar de trabajo, fue a visitarlo al palacio de Bellas Artes en la Ciudad de México para tomarse la foto con él y hacer público que sería el próximo director del Instituto Tamaulipeco para la Cultura y las Artes (ITCA).

Finalizado el sexenio de AMLO, cual embajador, Héctor Romero Lecanda llegó a Ciudad Victoria yendo un propio del ITCA a recogerlo al aeropuerto y en los días siguientes la Secretaría del Bienestar publicó su recibimiento en la oficina de la Doctora Silvia Casas titular de ese organismo, que en un desacierto de la oficina de comunicación social se publicó una foto con los colaboradores que estuvieron bajo las órdenes de la innombrable Brenda Denisse; donde aparecen las tías del gobernador que regentean la pinacoteca con un espacio más para la élite que para responder a las políticas del humanismo de la 4T, el iletrado de la promoción literaria tamaulipeca, cuyo mérito era firmar todo lo que se le pidiera y alguno que otro pariente lejano de la otrora directora como algunos de sus viejos amigos.

Mientras tanto en el ámbito de los grupos intelectuales y artísticos varios ya se frotan las manos, porque al parecer ya les pidieron los papeles para ocupar algunos puestos en la nueva administración del ITCA, desmintiendo a ultranza la marca de la familia Deándar de Nuevo Laredo en el flamante director.

El mundo artístico y cultural en Tamaulipas se vuelve a reinventar después de la desastrosa administración que realizara la promotora cultural pueblerina quien, entronizada como alta funcionaria, faltó a los principios de no robar, no mentir y no traicionar.

Pero dando vuelta a la página es necesario depositar las esperanzas en Romero Lecanda, cuya ventaja es que trabajó en el proyecto cultural de la 4T el sexenio pasado y por lo menos, tiene una idea y experiencia acerca de lo que realmente significa el cambio de rumbo en la política cultural. Sin duda su nombramiento es un acierto, aunque no así las formas en que ha sido contratado, porque se le dio una relevancia mayor de la que tendría un organismo que ni siquiera es secretaría de gobierno estatal.

¿Qué se espera? Que se gire realmente a la izquierda en la política cultural del estado, lo que significa hacer promoción cultural en todos los lugares de Tamaulipas, especialmente en los de mayor marginación, dejar la eventitis y el folklor para ir a la formación de artistas y públicos, dignificar los espacios culturales, especialmente las bibliotecas que están en el total abandono en los municipios de estado, rehabilitar el sistema de casa de cultura, atender a la población en sus derechos culturales más elementales.

La lista de necesidades en materia cultural es larga e inagotable, el abandono ha sido muy grave, el saqueo escandaloso, la indiferencia terrible. La tarea en sí es titánica y no se puede desear fracasos, sino el mayor éxito, partiendo de que el titular de la dependencia es un promotor cultural de viejo cuño, con amplia experiencia en el ámbito estatal durante el gobierno de Egidio Torre y en el federal durante la dirección de Lucina Jiménez López en el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) durante el sexenio que acaba de finalizar.

Ahora nos queda confiar en su experiencia en un área que nunca ha estado exenta de la ambición y el protagonismo de artistas e intelectuales que sueñan en ocupar posiciones de poder, adulando al recién llegado y pensando en jugosas ganancias, canonjías y privilegios, repitiendo fórmulas gastadas sin entender que este país está cambiando. Ojalá que el nuevo director tenga el tino para sacudirse a los zánganos y vividores.

E-mail: garciasaenz70@gmail.com