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EL VENDEDOR DE LIBROS, UNA TRAYECTORIA DE 38 AÑOS EN TAMAULIPAS

 Por: Flor Jesús Martínez

Pese a las condiciones adversas para la actividad lectora porque cada vez menos personas se interesan en esta práctica, hay quienes aún optan por la venta de libros, “sueños” que surgen de las páginas de un buen libro. Don José Pablo González Sifuentes, con alrededor de 65 años, ha dedicado 38 de ellos al comercio de libros.

En Tamaulipas, Pablo González es uno de los últimos comerciantes de libros, uno de tres. Más de la mitad de su vida la ha dedicado a la venta de libros; en este oficio ha debido sortear infinidad de problemas para mantener su pequeño negocio y mantener a su familia.

“Comencé a vender libros mucho antes de casarme, siempre me fue bien, sacaba para gastos de comida y transporte. Ahora la tecnología ha avanzado y cada vez se va perdiendo el hábito. No me arrepiento de lo que he realizado, de quedarme aquí, porque sé que estoy contribuyendo a promover la cultura, es un trabajo honrado para mí y sé que los jóvenes todavía lo necesitan, todavía hay gente que viene a llevar libros porque no puede utilizar un teléfono celular”, reveló en entrevista con buzos.

Actualmente, los jóvenes recurren a Internet mediante dispositivos móviles para consultar información; y aunque estos aparatos se han considerado como herramientas necesarias para el trabajo intelectual cotidiano, se han convertido en distractores, alejando al individuo del motivo principal de la consulta.

Lo mismo ocurre con los videos ilustrativos que incrementan el tiempo de ocio y que las personas no reconozcan las horas que pasan, inmersos en el mundo virtual, porque en el futuro puede generar una serie de complicaciones a la salud física y mental del ser humano.

“Ahora es más fácil para los jóvenes sacar toda la información de Internet, la imprimen y la presentan, sacan 10; pero su cerebro no trabajó, no se esforzó en recopilar la información, en entenderla. Además, con el tiempo la vista se daña, las personas no se sienten a gusto sin consultar el teléfono, provocando que se haga a un lado los libros. Pero todavía hay gente que consulta los libros, porque para eso fueron hechos”, mencionó González Sifuentes.

De 1990 a 1994, don Pablo adquirió un local en el centro de la capital tamaulipeca, en la esquina del 20 Juárez, donde supervisaba a personal y fue distribuidor. El trabajo de los empleados consistía en la difusión del catálogo y venta de ejemplares impresos, logrando que hasta ese punto pudieran tener a una persona dedicada exclusivamente al cobro de los materiales. “Eso es historia”, relata, “la ciencia comenzó a avanzar, las computadoras empezaron a ser más comerciales al igual que los teléfonos”, lo que provocó el cierre definitivo de negocios que en el pasado fueron prósperos.

Hoy, su negocio emigró a una nueva modalidad, una camioneta en la que transporta su mercancía; ahora sólo cuenta con el apoyo de su esposa, la señora Seferina Hernández de la Cruz, quien debe compartir su tiempo en tareas del hogar y lo ayuda a ordenar, subir y bajar los libros que venden. “Hace algún tiempo me invitaron a la Feria del Libro, pero me fue imposible asistir, sobre todo por el traslado de los materiales. Pero la gente me conoce, sabe dónde estoy; quien quiere consultar o buscar un libro viene hasta aquí”.

La lectura se ha estancado en Tamaulipas, a pesar de ser uno de los aspectos más importantes para la comprensión de temas trascendentes, no sólo de la vida cotidiana, sino del país y del mundo. Igualmente ocurre con los apoyos otorgados por los gobiernos, porque no existe una política gubernamental que eleve el espíritu comprensivo en materia de lectura, esto se refleja no sólo en los datos, sino en la educación y el hábito de cada persona.

Falta inversión pública para fomentar la lectura

La lectura debería inducirse desde temprana edad para fomentar un hábito, como cepillarse los dientes, hacer deporte, comer saludable o dormir bien, y debería aplicarse dentro y fuera de las escuelas, inculcado principalmente por los maestros que se interesen no sólo en aprender monótonamente a repetir letras y números, sino esforzarse en desarrollar el pensamiento crítico entre los estudiantes. En el hogar, los padres de familia deben ser los primeros en promover la lectura; desafortunadamente, si no existe un antecedente de la lectura, los niños y jóvenes difícilmente podrán continuar con la lectura.

Por otro lado, el gobierno ha destinado un presupuesto muy reducido a inversiones que fomenten e impulsen la lectura entre los tamaulipecos. Un ejemplo de esto son las bibliotecas públicas. El informe sobre la Situación Económica, Finanzas Públicas y Deuda Pública, publicado en el apartado del ejercicio y destino de los recursos federales en Tamaulipas en el portal transparencia. tamaulipas.gob.mx, revela que, en 2024, únicamente se realizaron seis obras, entre las que se encuentran la creación o mantenimiento de bibliotecas, y cuya fecha programada de término varía.

El documento señala que la inversión se destinó a la “Rehabilitación de biblioteca municipal Prof. Miguel Díaz De La Cruz en el municipio de Miguel Alemán”. En la “Demolición y construcción de barda (…) rehabilitación de biblioteca y servicios sanitarios en la primaria Profr. Jesús Ornelas Zavala en Ciudad Victoria”.

 

Otro de los rubros a los que se asignó recursos, a decir del gobierno actual, fue el cultural, pues se realizaron la “Rehabilitación en biblioteca pública municipal Prof. Juan B. Tijerina en la Colonia Práxedis Balboa en Matamoros”, la “Construcción de biblioteca en Ciudad Miguel Alemán”, la “Rehabilitación de biblioteca Marte R. Gómez en Ciudad Victoria” y la “Rehabilitación general de dos aulas didácticas y biblioteca en la primaria Justo Sierra en Ciudad Victoria”.

Estas obras se contemplaron sólo en tres municipios de los 43 pertenecientes a Tamaulipas con un presupuesto aprobado de 27 millones 236 mil 393.69 pesos; y del cual sólo se ejercieron 22 millones 50 mil 285.39 pesos; esto se aclara en el documento Ejercicio y destino de los recursos Federales, publicado en el primer trimestre de 2024. El presupuesto asignado resulta mínimo si comparamos la cantidad de libros leídos en el Estado, aunado a que las redes sociales han ganado terreno y no precisamente para el beneficio de la población, sino como un distractor que incita al cerebro al reposo, disminuyendo la comunicación entre personas y aislándolas de su entorno, incluso llegando a modificar su estilo de vida.

Lejos quedaron aquellos programas como Libros del Rincón, que pretendían inculcar en los niños y jóvenes de primaria y secundaria el hábito de la lectura para contribuir a su formación académica, además de impulsar su paso por el aprendizaje y que éste resultara divertido, sin tantas dificultades y más ameno. Hoy, las redes sociales, como Facebook, Tik Tok, Instagram, WhatsApp, entre otras plataformas digitales que permiten la comunicación a distancia, han destacado y abarcado más atención, dañando el pensamiento de la juventud.

Salario mínimo y libros

Es cierto que la lectura atrae grandes beneficios que ayudan a la comprensión de la realidad, ayudan también a la solución de problemas cotidianos, porque se otorgan beneficios que pertinentemente se vuelven ventajosos para quienes se adentran al hábito de la lectura. Adquirir un libro resulta costoso y hasta un lujo, es decir, esto también representa una barrera para la población en Tamaulipas y que, en general, pretende cultivarse en este hábito.

En un sondeo rápido efectuado en la capital a un grupo de 20 personas, sólo cinco adquirieron libros por convicción en el transcurso de este año; otros justificaron no comprar libros por que los piden prestados o adquieren los digitales; uno de los entrevistados aseveró “compro un libro o compro comida”: los precios en algunos casos son excesivamente altos; y esto provoca que las personas de un solo salario no puedan adquirirlos.

Si bien en algunos lugares fronterizos de Tamaulipas el salario mínimo se incrementó 20 por ciento con respecto al año 2023, correspondiente a 374.89 pesos y en el resto del país a 248.93 pesos, estos incrementos resultan insuficientes para que los tamaulipecos adquieran obras literarias con precios de hasta mil 500 pesos. Entonces, si se pretende elevar el nivel de lectura en nuestro país, es necesario que los gobiernos inviertan en un plan estratégico que contemple disminuir el rezago imperante.

La lectura puede ser considerada como un acto solidario hasta cierto punto; pero es la estructura del debate de las ideas que permite el desarrollo de la sociedad; y el avance registrado es necesariamente colectivo. Esto se ha demostrado durante años a través de la historia; porque se transmite el conocimiento acumulado en ejemplares invaluables. Grandes pensadores han escrito teorías, postulados, opiniones y un sinfín de materiales que todavía reproducen y se venden hasta la fecha; hay quien considera obsoletos algunos de estos materiales, pero esto es completamente erróneo.

Hoy por hoy, este avance no sólo ha obtenido beneficios, también ha contribuido a resolver uno de los grandes problemas como la reducción del número de personas lectoras. Los datos registrados en México no deberían sorprendernos, ya que anualmente se reduce la cantidad de personas con hábito de la lectura.

Se leen menos libros

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), mediante el Módulo sobre Lectura (Molec), reveló que, en 2024, la población lectora en México ha leído en promedio 3.2 libros al año, una diferencia de 0.4 ejemplares, en comparación con lo reportado en 2015, cuando se leyeron 3.6 libros anuales. Considerados estos datos, existe una diferencia en el tiempo dedicado a la lectura: un hombre lee 42 minutos, mientras las mujeres asignan 39 minutos; esto significa que el mexicano promedio lee solamente 41 minutos a la semana; datos alarmantes si comparamos el número y el tiempo de lectura con países como India, que dedica en promedio 10.7 horas a la semana; y el que lidera el ranking internacional, seguido de Tailandia con 9.4, es China con ocho horas a la semana.

En contraste, el porcentaje de personas que podrían interesarse por la lectura es poca o nula en Tamaulipas, a pesar de que no actualizan sus datos. En 2017, esta entidad se convirtió en la tercera nacional, cuya población no tiene el hábito de la lectura y, por el contrario, aumentó sus números con relación a la compra de revistas de ocasión, deportivas, chismes y entretenimiento. Esto se refleja en la situación actual de este estado, dado que la lectura de libros es una parte fundamental para comprender una serie de ideas, creencias y teorías que eleven su concepción y, al mismo tiempo, los ayude a crear conocimientos nuevos. Sin embargo, sin lo anterior, se percibe una sociedad que ignora la realidad, sin pensamiento crítico y demás consecuencias que actualmente impiden el desarrollo intelectual de la población.

La principal causa atribuida al abandono de la lectura consiste en el uso excesivo de aparatos inteligentes como la computadora, celular, videojuegos, etc., que distraen nocivamente a las personas de lo que realmente sucede en su entorno, lo cual sí aplica en la lectura escrita. Otro factor por destacar radica en el uso de los libros físicos o digitales sólo para buscar información específica, pero omiten la lectura completa de esos ejemplares.

La lectura tiene beneficios como el uso correcto de la gramática, ampliación del vocabulario, la comprensión lectora y dominio de un tema, entre otras ventajas. La esperanza de don José Pablo González se centra en que, a pesar de todo, aún hay mexicanos que buscan y se interesan por los libros, y por ellos trabaja todavía.