Tamaulipas

En Catedral llena y ante la Virgen de Zapopan celebran Cantamisa del sacerdote victorense Fray Juan Pablo Rodríguez Vargas

Por: Víctor Terrazas

En una Catedral del Sagrado Corazón de Jesús llena por cientos de victorenses, entre ellos su familia, amigos, religiosos, hermanos sacerdotes y ante la presencia de la Virgen de Zapopan (La Pacificadora), se realizó la Cantamisa en honor al sacerdote victorense de la orden Franciscana, Fray Juan Pablo Rodríguez Vargas.

A las 19:00 horas inició la emotiva ceremonia religiosa que, de acuerdo al mandato de la Iglesia Católica, se ofrece en gratitud del recién ordenado con el sacramento sacerdotal y en la que toma participación relevante ofreciendo por vez primera el “cuerpo y la sangre de cristo” ante su comunidad natal.

Juan Pablo Rodríguez Vargas, hijo del matrimonio victorense formado por Heriberto Efraín Rodríguez y Judith Concepción Vargas, fue ordenado sacerdote el pasado 17 de agosto en San Pedro Garza García por el Obispo Auxiliar de Monterrey Monseñor César Garza Miranda.

Parte de su formación la realizó en Zapopan, Jalisco, la continuó en Zacatecas y Nuevo León, hasta concluir todos los estudios y prácticas que le permitieron primer el grado de Diácono y posteriormente el sacramento del sacerdocio para el servicio al pueblo de Dios.

La celebración litúrgica siguió un protocolo especial.

Entró acompañado de sacerdotes de la Diócesis Victorense, entre ellos el Padre Javier, el Padre Rogelio, jóvenes seminaristas y algunos de los sacerdotes que fueron sus compañeros en el Seminario y la Orden Franciscana.

Su familia se encontraba en primera fila. En el primer acto se arrodilló ante sus padres Efraín Rodríguez y Judith Vargas.

Con el auxilio de los sacerdotes inició la misa de acción de gracias por el ordenamiento sacerdotal de Juan Pablo.

Algunos familiares y amigos de la familia realizan las lecturas y cánticos.

La lectura del evangelio estuvo a cargo del sacerdote José Antonio Larios.

Y el sermón lo condujo Fray Alan Estrada, quien hizo una remembranza de la rigurosa instrucción recibida, las cualidades de Juan Pablo y el gran compromiso que contrajo como sacerdote de la orden Franciscana, en donde destacan la humildad, el servicio y la devoción en el ejercicio del ministerio.

Correspondió a Juan Pablo continuar la ceremonia, ofrecer el “cuerpo y sangre de Cristo”, utilizando los utensilios personales que previamente le entregaron sus padres.

Luego procedió a dar la ostia a la gran mayoría de los asistentes a la misa.

Antes de concluir entregó dos elementos de su formación religiosa a sus padres Judith y Efraín.

Agradeció a Dios, a todos los sacerdotes, religiosos, sus padres, hermanos y familiares que contribuyeron a su formación integral y religiosa, permitiendo hacer realidad su vocación alimentando el llamado de Dios que sintió desde pequeño.

También reconoció la influencia del Padre Javier, de quien fue monaguillo cuando atendía el ministerio de Dios en la Iglesia de Cristo Rey.

Además de agradecer el respaldo del Padre Rogelio para la celebración de la Misa de Gracias o Cantamisa en la Catedral del Sagrado Corazón de Jesús, que se abrió para recibir por tres días a la Virgen de Zapopan, patrona de aquella región de Jalisco.