MEMORIA Y OPINION PÚBLICA
LETRA PÚBLICA
MEMORIA Y OPINIÓN PÚBLICA
RODOLFO SALAZAR GONZALEZ
La memoria colectiva de los pueblos y las urbes, es uno de los tesoros que se protegen solos y que no requieren de un seguro que impida que el tiempo o la mano del hombre que está incluido en algún capítulo desafortunado en la historia del memorial social pueda destruirla. La memoria de las sociedades está hecha a prueba de cualquier atentado que pudiera borrarla para que caiga en el mundo del olvido.
Por ésta razón se mantiene presente en la opinión pública de la historia, los hechos heroicos realizados por personajes que sufrieron cárcel como Mandela, los genocidios, los crímenes de personajes que el imaginario colectivo, contra todo lo que se dice en -la opinión publicada- sobre el responsable de estos delitos, emiten su juicio personal sobre quien es la verdadera bestia que acabó con la vida de algún luchador social.
La opinión pública, es la opinión de todos, «Fuente ovejuna» como dice la obra en donde el emperador pregunta: «¿Quién mató al comendador?», la respuesta fue: «Todos a una Fuente ovejuna», vox populi, vox dei, dicen los textos clásicos que siguen siendo aplicables y necesarios en muchos casos de la modernidad que actualmente estamos viviendo y que consiste prácticamente en que todo el mundo se pregunta: ¿Quién se robó el sueño americano?, refiriéndose, a la crisis del Imperio Norteamericano, que horrorizados están presenciando «La muerte del capitalismo».
Este fenómeno económico financiero que demostró la inseguridad técnica y la insolvencia moral de un sistema económico llamado «Neoliberalismo», al que después se le agregó el de «Globalización» quedó hecho trizas ante los ojos de sus autores en Europa. Hoy la debacle económica confirma que frente al egoísmo no existe ideología que valga, por ésta razón es inmoral el hecho de que posteriormente al crack del 2008 en Estados Unidos, sin pena alguna el antiguo sacerdote del capitalismo salvaje que produjo la concentración de toda la riqueza del mundo en tan solo unas cuantas personas y que arrojó el resultado que consiste en que la desigualdad, alcanzara grados superlativos en países en donde ya existían una capacidad de autosuficiencia en su mercado interno. El sacerdote del capitalismo salvaje, ante un congreso norteamericano que le pedía cuentas tan solo dijo: «Me equivoqué». Esta fue la forma como reconoció un decrépito y derrotado Alan Greenspan, frente al derrumbe de los mercados. Este es el economista que presidió por 20 años con mano de hierro la omnipotente autoridad monetaria de Estados Unidos, confesó que se equivocó al pensar que los bancos y las grandes corporaciones «estaban mejor capacitadas para proteger a sus accionistas y preservar el valor de sus empresas».
La opinión pública la han definido algunos sociólogos de manera dramática como un elemento inexistente. Aseguran que no existe la opinión pública. Que ésta es revivida por las instituciones tradicionales que han hecho posible que la humanidad logre seguir existiendo como son: la Iglesia, la escuela, la religión, las ideologías y la ética. Otros pensadores modernos solo aceptan que la opinión pública empezó a actuar en la historia con la formación del estado moderno. Es decir, la opinión pública nació como una consecuencia de los tres derechos fundamentales del estado moderno: El derecho al libre tránsito, el derecho a la propiedad privada y el derecho a la libre expresión, padre de la opinión pública.
San Agustín fue célebre en su época por que logró levantar la opinión pública contra las instituciones gubernamentales, merced a su obra «La ciudad perfecta» en donde resumía las aspiraciones y los anhelos de los pobladores de la región que pedían justicia. Rematando su obra San Agustín con una bella frase: «¿Qué es una ciudad sin justicia, sino un lugar de asaltadores?». La opinión pública es la opinión de todos, tiene más influencia que cualquier órgano institucional sobre el poder público y en el mayor de los casos la opinión crítica sobre los gobernantes surge de lo que al principio escribimos de la memoria colectiva.
Al revisar el crecimiento de la economía mexicana encontramos que esta puede dividirse en cuatro etapas: la primera de 1933 a 1970, el crecimiento promedio fue de 6.05% mientras la inflación alcanzaba 6.8%. Entre 1970 y 1982 existió crecimiento pero no estabilidad, el PIB aumentó 2.4% y la inflación 4.4%. A partir de 1982 hasta el año 2000, ya aplicándose en el país el modelo neoliberal al que tanto tributo rinden la clase política moderna entre los que se encuentra Enrique Peña Nieto, el país no creció ni tuvo estabilidad, tuvimos crecimiento promedio de 2.5% pero la inflación llego a 43.7%. Y del año 2000 a la fecha es cierto que hubo estabilidad económica pero no existió crecimiento ya que la inflación supero al PIB en 2.4%. A esto se suma la caída en los índices internacionales de desarrollo humano, la competitividad, la dificultad para hacer negocios en nuestro país y el aumento de la corrupción y la violencia.
Esta es la perspectiva, que Enrique Peña Nieto debe matizar con inteligencia. El neoliberalismo está ahí y creo que debimos haberlo aprovechado, pero por ser un factor globalizante y lleno de un falso glamour primer mundista, lamentablemente dejamos que nos manipulara y convirtiera a este país en un ente consumidor no productivo y a sus habitantes en empleados, no en hombre de negocios que generen trabajo y crecimiento. Fox prometió volcho y changarro, la familia quebró, y el país se atiborró de tiendas de conveniencias propiedad de una mega empresa. Colosio afirmaba que Salinas y su grupo convertían a la macroeconomía en un fetiche. Tenía toda la razón.
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