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Nuestros viejos

Nuestros viejos

De los tres millones 441 mil 698 habitantes que tenía Tamaulipas en el año 2015 según el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, un 4.76 por ciento es mayor de 70 años.

Se trata de una población del orden de los 164 mil 028 personas, de los cuales 62 mil 776 sus edades oscilan entre los 70 y 74 años; mientras que 97 mil 270 personas tienen más de 75 años.

Existe un tercer grupo de ésta edad de oro conformado por  3 mil 992 que no especifican la edad.

Un segmento muy vulnerable, donde las enfermedades crónico-degenerativas están presentes de manera más pronunciada.

La Diabetes, la Hipertensión, enfermedades Cardiovasculares (corazón) y el Cáncer,  la Osteoporosis, merman sus capacidades y dependencia.

Hay otras enfermedades como la Demencia Senil, el Alzheimer , Parkinson, Reumatismo, que son más crudas y tienen daños más severos en el organismo y la calidad de vida de los afectados.

Cuando los quebrantos a la salud física o mental llegan, la autodependencia desaparece y requieren de atención especial por parte de la familia, personal de apoyo personal y de las instituciones de salud.

Si los pacientes están en algún régimen de seguridad social ( IMSS, ISSSTE, PEMEX, Seguro Popular u otro), la situación es más llevadera.

Y muy cruda cuando no hay acceso a ninguna de esas instituciones.

La dependencia de la familia, de uno o varios de sus integrantes, por parte del adulto mayor en estado de enfermedad grave es inevitable.

Y es fundamental la colaboración de ellos para tratar de afrontar de mejor forma la situación especial de enfermedad.

Sin duda, un gran reto para las instituciones de salud del Estado Mexicano, en una etapa de crisis institucional, por la nueva visión gubernamental.

Para el Gobierno Federal y el Gobierno del Estado, no es fácil la atención a ésta población. Requieren y reclaman de mayores recursos para sus tratamientos.

Pero igual o mayor atención necesitan y tienen de sus familias, pues, las debilidades del sistema de salud descargan en buena parte los gastos de las enfermedades crónicas.

Cierto que no todos los adultos mayores de 70 años sufren los mismos quebrantos en su salud y calidad de vida.

Pero aquellos que rebasan los 80 años, cada vez son más dependientes de sus hijos, hermanos, nietos, o de aquellas personas que sin ser familiares se hacen cargo de ellos.

Y en ocasiones, la soledad, abandono, olvido o deficiente atención, ocasiona una mala o muy mala calidad de vida.

Lamentablemente,  no existen programas integrales ni políticas públicas que lleven a la protección cabal del derecho a la salud y los derechos humanos de éstas personas.

Es espacial a las más vulnerables.

La mejor salida a ésta problemática está en la familia. En las familias bien integradas, con principios, valores y solidaridad.

Aunque en las circunstancias actuales de nuestro país, la familia está muy resquebrajada,  de tal forma que hace más vulnerables todavía a quienes cruzan la barrera de los 80 años.

Habrá que ver cuál es la política pública del Gobierno de la llamada “Cuarta Transformación”  para éste segmento de la población nacional y por tanto de Tamaulipas.

Por cierto, éste grupo  poco aparece en la temática de los candidatos a Diputados, alcaldes, gobernadores y presidentes.

En otras culturas y pueblos, no solo son mejor atendidos, sino respetados y venerados.

Lamentable que actuemos como si no fuésemos en esa dirección.