Columnas

Septiembre Patrio y Unificador

Septiembre Patrio y Unificador

Por: Javier Terrazas.

Los partidos políticos agrupan a personas de ideologías e intereses comunes.

Y marcan su territorio, sus diferencias y marginan a los que no comulgan con su visión.

Buscan, de alguna forma ser mayoría en la sociedad, porque su interés es el acceso al poder político.

Lo valioso de estos institutos es que es a través de la persuasión y convencimiento por los medios legales y pacíficos, llegar al poder. Al menos así lo indican las leyes que los regulan.

No van por la vía de las armas o la violencia por sus objetivos.

Sin embargo, como partidos, parten a la sociedad en grupos ideológicos o intereses comunes.

Y lamentablemente, cuando se convierten en Gobierno, cuando llegan al ejercicio del poder político y público, no cumplen con su cometido constitucional, gobernar para todos.

Por lo general, lo hacen con sesgo a sus militantes y simpatizantes, el clientelismo electoral.

Lo hizo por décadas el Partido Revolucionario Institucional.

Lo replicó el Partido Acción Nacional en sus dos sexenios con Vicente Foz y Felipe Calderón.

Lo volvió a hacer el PRI con el regreso momentáneo en el sexenio de Enrique Peña Nieto.

Y lo hace Morena, en el primer gobierno federal de izquierda de México, que preside todavía por un mes más Andrés Manuel López Obrador.

México tuvo después de la Revolución Mexicana gobierno de centro-izquierda por más de 50 años con el PRI.

Luego hubo un giro a la derecha sin dejar de ostentarse como centro en las últimas dos décadas del siglo pasado.

Con la alternancia presidencial en el 2000, con el Partido Acción Nacional en el gobierno se hicieron los esfuerzos para el viraje fuerte a la derecha, al conservadurismo.

Sin embargo, los contrapesos en los poderes federales impidieron su consumación, a pesar de que se dieron muchos cambios posibles en el marco jurídico nacional, sin llegar a reformas de gran calado por falta de mayoría calificada en las Cámaras de Diputados y Senadores.

Con el regreso del PRI a la presidencia, en el periodo 2012-2018, se mantuvo esa línea, sin grandes cambios o avances a la derecha.

El desencanto social de las ofertas que hicieron la derecha con Fox y Calderón y el centro-derecha de Peña Nieto, generó una nueva alternancia n el 2018, la llegada de la izquierda, representada por Andrés Manuel López Obrador.

Con la experiencia de haber gobernado la Ciudad de México bajo las siglas del PRD y luego de haber creado sus propio Movimiento de Izquierda en Morena, López Obrador inició su mandato con una visión marcada de un viraje a la izquierda.

Para lo cual, hizo reformas de gran calado en las primarias y secundarias que le permitieron las mayorías simples en las Cámaras de Diputados y Senadores.

Pero las de gran calado, las reformas profundas a la constitución quedaron pendientes hasta agosto pasado.

En el ocaso de su gobierno, este septiembre, que le toca su mandato acompañado de la nueva Legislatura Federal (el número 66) en la que se tiene Mayoría Calificada en la Cámara Baja (Diputados) y está a un escaño de obtenerla en la Cámara Alta (Senado), pretende sacar adelante varias enmiendas a la Constitución, entre las que destaca una reforma al Poder Judicial Federal.

El elemento más cuestionado de dichas reformas es la propuesta de que los jueves, magistrados y ministros sean electos por el pueblo en las urnas, como ocurre con alcaldes, diputados, senadores, gobernadores y presidente.

Esa reforma al Poder Judicial Federal ha acentuado los enconos en la sociedad mexicana.

La izquierda que todo le debe a su único líder hasta el momento no da su brazo a torcer y se juega” hasta el pellejo” en darle ese “trofeo” a Andrés Manuel López Obrador.

Mientras que la derecha, se reagrupa en sus diversas expresiones PAN-PRI y hasta el Movimiento Ciudadano, para tratar de contener, de la mano con el Poder Judicial Federal y antiguos representantes del poder económico que fueron parte de la oligarquía mexicana del pasado reciente.

Se trata de un “choque frontal” de visiones de país.

Que se olvidan de que los cimientos nacionales, la idiosincrasia del pueblo mexicano, la tradición de la cultura política está más identificada con el centro.

Y en los afanes de uno y otro grupo de izquierda o derecha, pretenden arrastrar al pueblo a sus posturas.

Hay que recordarles, que México es uno solo, a pesar de las distancias y divergencias entre sus regiones y zonas económicas.

Que aún con las diferencias fisonómicas por nuestros variados mestizajes derivados de la conquista, tenemos una identidad cultural nacional que nos hermana y mantiene unidos como mexicanos.

Pretender dividir a un país de profundas raíces nacionalistas, entre malos y buenos, entre conservadores y liberales, entre fifís y chairos, entre corruptos y honestos o entre tiranos y humanistas, no llevará a buen puerto.

Tampoco pretender montar sobre las demandas, anhelos o sueños del pueblo mexicano, propuestas que no figuran en el esquema de prioridades, carecen de argumentación válida razonable y son desconocidas por la mayoría de los ciudadanos.

Tratar de inventar un país cada seis años, ha sido un grave error de los gobernantes, especialmente de los integrantes del Poder Ejecutivo y en ocasiones del Poder Legislativo, cómplice.

Agregar a esos intereses políticos económicos un elemento ideológico, que no está presente en el perfil del pueblo mexicano, es incongruente.

El gobierno en turno, sean integrantes del Poder Ejecutivo, Legislativo o Judicial, están obligados a contrastar sus plataformas políticas con la sociedad mexicana.

Los avances de la democracia, de la ciencia, de la tecnología y los retos de la sociedad mexicana en el nuevo orden mundial, deben valorarse para la definir el rumbo del país.

Septiembre es el Mes Patrio en nuestro México Lindo y Querido.

Es el mes del nacionalismo acendrado dentro y fuera de la patria.

El mes que nos hace sentir orgullosos de haber nacido en este terruño, de nuestra bandera, de nuestros héroes de la independencia.

Pero también de nuestros valores, principios, tradiciones, costumbres e idiosincrasia.

Que nos dan identidad, armonía, hermandad y unidad.

Esperamos que, en este Mes de la Patria, esa Patria se Reafirme.

Que renazca esa unidad y armonía que necesitamos dentro de nuestro país, para afrontar los retos y desafíos del exterior.

Divididos, confrontados, partidos, seremos débiles.

La transformación verdadera, debe tomar en cuenta a todos.

Y partir del pueblo, de sus verdaderos reclamos, anhelos, sueños.

No de coyunturas electorales o parlamentarias.

Que septiembre nos de la armonía.

Para que privilegie los acuerdos con base en diálogos parlamentarios.

Que, en base al diálogo y negociación, se den consensos.

Y quepa en ellos la razón.

La razón política de lo que somos como nación y hacia dónde queremos ir como país.

La forma es fondo.

Y el fondo surgido de una buena forma, formará a una mejor sociedad para los nuevos tiempos en este mundo tan dinámico y veloz.

Buen domingo familiar.

Excelente Septiembre Patrio.

Que Viva México.