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Tamaulipas, campeón en divorcios

Por: Javier Terrazas

La familia es la base de la sociedad de un país. México no es la excepción, es una regla universal.

Así ocurre por la naturaleza del hombre y la mujer que se unen de manera formal e informal para tener un hogar, donde la parte fundamental son las personas que se asocian en una familia.

La Constitución y la mayor parte de las leyes están inspiradas en esa unidad básica de organización de la comunidad.

Las religiones, de la misma forma, las fomentan e impulsan por ser la familia la base de la vida espiritual y su dinámica como grupo religioso.

Y en la historia de la humanidad, esa agrupación, denominada familia, ha sido la más importante para la transmisión de tradiciones, costumbres, cultura, valores, principios, amor, formación básica educativa y laboral para la sobrevivencia, además de respaldo para la educación escolar y profesional.

Después de la FAMILIA, otras instituciones que ayudan a la formación y construcción de ciudadanos de bien son la IGLESIA, así como la ESCUELA y de manera significativa también el GOBIERNO, a través de sus instancias Municipal, Estatal y Federal.

Pero la piedra angular, es la FAMILIA, ahí empieza todo. Ahí se dan las herramientas para los primeros años, se acude en familia a la IGLESIA y más tarde a la ESCUELA.

En tanto que se predica con el ejemplo en el respeto a las normas que fija el ESTADO para la convivencia armoniosa. Cuando éstas se quebrantan, hay consecuencias legales, aunque la mano de esas instituciones es tardada o a veces nunca llega.

Refiero lo anterior para destacar la relevancia que tiene la FAMILIA en el tipo de sociedad que somos en la actualidad.

Y la necesaria tarea de fortalecimiento en las nuevas circunstancias de la era postmoderna y de las nuevas tecnologías de la información, para que la familia siga siendo la columna vertebral de lo que queremos ser como sociedad y comunidad.

Desgraciadamente, hay indicadores oficiales en México que nos revelan su debilitamiento.

Según el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) en el Censo del año 2020 había alrededor de 35 millones de hogares mexicanos.

De ellos, un 71.3 por ciento eran encabezados por hombres; mientras que el 28.7 por ciento los presidían las mujeres.

No necesariamente quiere decir que aquellos encabezados por mujeres sean hogares en los que falta el padre, debido al nuevo rol laboral que ha ido tomando la mujer, al grado de que se convierta en el mayor proveedor.

Sin embargo, hay un elevado número de casos en donde el varón está ausente de manera física y en la aportación al sostenimiento del hogar.

Otro indicador que revela el debilitamiento de la familia en México, es el crecimiento vertiginoso de la disolución del matrimonio, es decir, el divorcio.

De acuerdo a las estadísticas del propio INEGI en la última década el número de divorcios se ha disparado en un 50 por ciento.

Le explico. En los datos del 2011, en nuestro país ocurrieron 91 mil divorcios, El 31% de ellos se producen después de 20 años de vida conyugal. Ese año, por cada 100 matrimonios nuevos, otros 16 no tan nuevos se estaban diluyendo.

Y para el 2019, el número de divorcios en el país se elevó a los 160 mil. Y por cada 100 nuevos matrimonios, 32 no tan nuevos se estaban separando.

La pandemia puso un freno a los matrimonios, pues se registraron solo 93 mil en el 2020. Pero la tendencia de los divorcios prosiguió, ya que, por cada 100 nuevos matrimonios, otros 32 no tan nuevos, se estaban rompiendo.

Para el 2021, el año más reciente de esa estadística del INEGI, las cosas regresaron a la «normalidad», es decir, a la tendencia previa a la pandemia.

Ocurrieron 150 mil divorcios en todo el país. Por cada cien nuevos matrimonios, otros 33 no tan nuevos se quebraron.

Y sorpréndase, Tamaulipas es el segundo estado con mayor tasa de divorcios, solo después de Campeche y seguido de Coahuila.

De cada 100 nuevos matrimonios que se registraron en Tamaulipas en el 2021, otros 57 matrimonios no tan nuevos de estaban separando. (En Campeche fueron 61 en en Coahuila 55).

La familia, en particular la tamaulipeca, está cada vez más vulnerable.

Y, por tanto, como sociedad, en cada una de las instancias señaladas como instituciones formadoras de mujeres y hombres de bien, debemos luchar por fortalecerla.

Reitero, debemos hacerlo desde la semilla del amor, principios y valores en la propia FAMILIA, pasando por la contribución conductual y espiritual de la IGLESIA, de manera destacada la construcción de saberes y pensamiento por los especialistas en LA ESCUELA; así como la aplicación de las normas civiles y penales el ESTADO.

Y no es que pretenda ser omiso a la nueva realidad social de la facilidad con que se diluyen los matrimonios.

La legislación al respecto se ha actualizado y los permiten con mayor dinamismo. Sobre todo para salvaguardar la integridad de uno o ambos contrayentes, y obvio, la de los hijos.

También tenemos la aparición de otros elementos que influyen de la interrupción del compromiso o contrato legal del matrimonio y que tienen que ver con los derechos laborales, derechos humanos, migraciones o respeto a la individualidad, entre otros.

El dejar de soportar la violencia física, violencia verbal y violencia económica por parte de la mujer, que ya dispone de mejores apoyos institucionales para la denuncia, atención como víctimas y rescate, ha contribuido de la misma forma a que la cifra de divorcios crezca.

No toda ruptura del contrato civil es mala, en ocasiones es positiva pues se rescata a víctimas.

Sin embargo, como sociedad, como comunidad, como familias o en lo individual, debemos apostar siempre por LA FAMILIA,

La construcción de buenos ciudadanos ahí empieza. Y es el cimiento para la buena familia, la buena comunidad, la buena colonia, el buen barrio, la buena sociedad.

Y desde ahí debemos velar porque los otros entes e instituciones hagan también su parte de una mejor forma, las IGLESIAS, las ESCUELAS y los GOBIERNOS.

La buena familia y la buena sociedad, no llegan solos, como por arte de magia.

No es en la confrontación entre padres o padres e hijos en el hogar.

Tampoco es con sacerdotes u pastores pederastas o encumbrados en el púlpito hablando en parábolas que sus audiencias poco entienden.

Mucho menos con maestros sin vocación y escuelas de medio tiempo convertidas en ocasiones en simples guarderías.

Ni con autoridades municipales, estatales o federales, ausentes, incapaces o dedicadas a sembrar el odio para dividir a los gobernados.

La obligación y compromiso de cada una de las INSTITUCIONES, es cumplir a cabalidad o de la mejor forma su misión

Ahí está la clave para la reconfiguración de un mundo cada vez más convulsionado por la violencia, guerras comerciales o bélicas.

La gran tarea y reto para todos es construir y defender a la familia.

Hágalo en la propia para empezar.

Hoy el día de la FAMILIA. disfrútela plenamente.

Abrace a sus padres, hermanos, hijos, primos, tíos, abuelos, sobrinos.

DIOS con usted y su familia.