UN BILLÓN DE PESOS A LOS POBRES
Gran Tampico
Por Julián Javier Hernández
Sin ser mayoría, cada vez hay más personas descontentas con la situación económica o de seguridad del país; son perceptibles en los foros de opinión, en las redes sociales y en las entrevistas callejeras cuando las abordan sobre estos temas. Al verlas, uno se da cuenta de que son clase trabajadora.
Esta discordancia es natural aunque a Morena le extrañe; considera el resultado del 2 de junio como un pacto de sangre con las masas, en el que la gente se olvidó de sí misma por pensar en la elección de jueces, la austeridad franciscana o la Conquista Española. De ahí que, cuando el oficialismo revisa los comentarios vertidos por cibernautas, lo desconcierten las pullas al gobierno federal.
Quizás el grueso de los ciudadanos no piensa así, y está conforme con las acciones tomadas por el morenismo, pero eso no le resta acrimonia y desdén a la crítica de los insumisos.
Por eso, la llamada Cuarta Transformación ha decidido tomar las plazas y espacios abiertos para convencer a la gente de que vive en un mejor país, y que esto se puede demostrar.
Incluso, en sus ansias por revertir esa impresión “equivocada” de los gobernados, ha utilizado eventos que fueron organizados para fines culturales y completamente apartidistas, y los estropeó con panfletos, arengas y discursos políticos.
Uno de los sacrificados por la propaganda fue la Feria Internacional del Libro del Zócalo (FILZ), que se llevó a cabo del 11 al 22 de octubre en la Ciudad de México.
A diferencia de otros encuentros literarios, el del Zócalo se ideó para apoyar a las editoriales independientes que, a pesar de su gran calidad, no cuentan con recursos para asistir a ferias de grandes públicos. Sin embargo, este año les cambiaron el programa.
“Nos llamó mucho la atención encontrar el primer día de la feria una charla de dos horas entre Gerardo Fernández Noroña y Javier Corral”, dijo una de las expositoras al periódico Reforma.
«Y no hay problema, pero no es una presentación de un libro o una actividad relacionada con el ecosistema del libro”.
El morenismo va en locomotora a adoctrinar a los malcriados que no ven mejoras. Eso explica que, en este evento, además de los personajes ya citados, se presentó un documental de Epigmenio Ibarra sobre el Tren Maya, seguido de unas charlas sobre la Cuarta Transformación y un libro publicado por Martí Batres. “Ahora supuestamente es escritor”, dijo Mónica Gameros, editora. “Lo único que hizo fue una recopilación de frases de AMLO. Es lo más absurdo, una ofensa para quienes sí vivimos escribiendo”.
Divertido por estas ocurrencias, entré a buscar los videos de la FILZ y a sus oradores; fue entonces que descubrí la idea más cara que quieren sembrar en la población. Una señorita, que no supe identificar, pero que actuaba como vocera del movimiento, le pidió a la audiencia que recordara siempre un hecho: por primera vez, se está entregando un billón de pesos a los pobres de manera directa. “Antes se lo gastaban, ahora llega a los más necesitados”.
Es verdad; nunca antes se dispersó tanto dinero entre la población como resultado de los programas sociales. Y es, claramente, una característica de Morena.
Debido a estos recursos, millones de personas salieron de la pobreza alimentaria y se encuentran mejor. Pero la pobreza es múltiple, y estos mismos beneficiarios todavía son incapaces de cubrir la necesidad de servicios de salud y vivienda digna. Después de todo, por algo se empieza.
¿Tendremos pronto esa fortaleza y seremos como Dinamarca? De corazón, deseamos que así sea, pero James Robinson, el Premio Nobel de Economía 2024, dejó entrever, recientemente, un defecto grave en la fórmula morenista contra la pobreza.
Es importante aclarar que Robinson no vino a México a derramar clasismo ni a negarle el derecho a la soberanía. Al contrario, cuando lo cuestionaron sobre la elección judicial, pidió darle un voto de confianza al oficialismo, ya que después de todo llegó al poder con gran respaldo popular.
Pero una cosa es la elección y otra, la economía, y Robinson no transigió en eso con la 4T.
“Estos programas sí pueden ayudar”, dijo el laureado, “pero, para reducir la pobreza sistemáticamente, se necesita un modelo de crecimiento económico: hay que generar riqueza”.
Es imposible disimular la decepción que deja Morena en este tema: un crecimiento promedio de 1 por ciento, una deuda pública aumentada en 6.6 billones de pesos y, a consecuencia de esto último, una proporción de casi 50 por ciento del PIB en la deuda país.
Es decir, el primer gobierno morenista financió los programas sociales con más deuda, no con ingresos. “Combatir la pobreza no es solo compartir el dinero”, continuó James Robinson; “para eliminar la pobreza se necesita un motor económico y no viene solo del gobierno… hay que colaborar entre lo público y lo privado”.
Esto nos hace recordar que el gobierno de López Obrador tenia una imagen infravalorada de los empresarios y su papel en el desarrollo nacional; en algunos casos les daba el rostro de Ricardo Salinas Pliego como ejemplo de maldad.
Pero, en estricto sentido, todos somos emprendedores de nuestro propio talento (si alguno hubiere, aunque solo fuera cargar costales). Con él nos ganamos el sustento, pero siempre queremos tener más. Todo lo que un gobierno necesita es encauzar esa ambición en tareas productivas para que la economía funcione. Hoy mismo hay un deseo latente de hacer negocios, pero el gobierno parece no descifrarlo.
Cuando lo consigue, puede apoyar en áreas específicas para atraer la inversión. Por eso conviene preguntarnos si el billón de pesos que gasta en programas sociales impulsará de verdad el crecimiento económico y el bienestar de los más necesitados. Hasta ahora, es poco el beneficio y mucho el endeudamiento. No estamos sugiriendo nada con este comentario, sino que el gobierno explique, en términos económicos, hacia dónde va con su política de gasto.
A sabiendas de la explotación malhabida de algunas empresas, es el sector privado el motor económico al que alude James Robinson. Y cuando se respetan las reglas que previenen esos abusos, son los mejores aliados de los gobiernos progresistas.
Así, pues, no hay inmoralidad alguna en desear más de lo que uno tiene, aunque Morena insista en lo contrario. Ejemplo acabado de esto es Epigmenio Ibarra, primer publicista de la Cuarta Transformación, quien solicitó un préstamo de 150 millones de pesos a la banca oficial para ampliar la empresa Argos, de su propiedad.