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UNA LLAMADA URGENTE

UNA LLAMADA URGENTE

Por Julián Javier Hernández

Era la una y media de la madrugada. Había cerrado con llave las puertas de la casa para irme a dormir cuando sonó mi celular.

Lo primero que uno piensa es que nos darán una mala noticia.

–¿Julián? ¿Cómo estás?

Era un amigo que trabajará en uno de los gobiernos locales, y eso me tranquilizó, aunque podía haber algo más.

–Todo bien –respondí–. ¿Pasa algo?

–No, discúlpame la hora. Me urge un community manager. ¿Me puedes recomendar a alguien?

–Hay uno, sí, pero desconozco si está libre. Llámalo para que sepas. Te daré su número.

Sin cortar la conferencia, hallé el contacto de la persona indicada y se lo envié. También añadí una amplia recomendación para que confiara en ella.

–No sabes cuánto te lo agradezco –me dijo–. Ya estamos sobre el tiempo y nos faltaba uno.

Antes de despedirnos, aproveché la oportunidad y le hice una pregunta inocente:

–¿Cuáles son las tareas a su cargo, mi estimado?

–Desde el primer día, mucha promoción del alcalde, posicionarlo fuerte. Hay que borrar lo antes posible la imagen del anterior.

–Suena bien. Supongo que apoyarán también a los regidores de oposición.

–¡Cómo crees! Esa no es la finalidad de Comunicación Social. La lealtad al alcalde está por encima de todo. A él le debemos el puesto y estamos a su servicio. Es el jefe de todo y siempre ha sido así.

–Es que siempre ha estado mal. El área de Comunicación Social está el servicio del Ayuntamiento, que síndicos y regidores integran. Estos cogobiernan el municipio y también tienen derecho a la difusión de sus ideas y mensajes en la misma estructura de Comunicación Social. El alcalde no paga de su dinero por este servicio, sino que sale de los ciudadanos.

–Puede ser, Julián, pero la gente votó por un partido, y el alcalde no puede ceder el poder a los que venció. ¿Cuándo se ha visto eso?

–El alcalde es la primera autoridad, de acuerdo. Pero el panorama cambia por el carácter republicano del Ayuntamiento, que es diverso, plural y ciudadano. Y,  debido a esto, la Comunicación Social debe reflejar esa pluralidad y evitar cualquier tendencia partidista y unipersonal.

–Okay, pero el gobernador del Estado tiene su área de Comunicación Social, y también el presidente de la República. ¿Por qué el alcalde no puede tener la suya?

–Porque a ellos los rige la división de poderes, y los congresos ejercen su propia difusión, como es evidente. Pero en los ayuntamientos todo está integrado; el cabildo, qué es la asamblea ciudadana, está dentro del órgano municipal que  encabeza el alcalde.

–Bueno, sí, están juntos. Pero no puedes negar esto: a nadie le interesa el trabajo del regidor. Te consta que muchos solo tienen la primaria y no atinan a juntar dos frases. La gente quiere saber qué hace el alcalde, dónde está, con quién se reúne. Es la figura del gobierno municipal y no hay otra que interese más.  Lo único que le importa a las personas es lo que diga y haga el primer edil, y al departamento de Comunicación Social le corresponde darle la mayor difusión.

–Esa también es una idea equivocada que, por desgracia, se ha vuelto costumbre. Se ha abusado de la comunicación social para campañas de popularidad. Por otra parte, difiero contigo de que las personas solo quieren saber del alcalde. Lo que más les interesa son las mejoras de los servicios, de la economía y de la convivencia social. A la gente hay que informarle eso todos los días, y el Plan Municipal de Desarrollo, con sus avances y pendientes, puede servir de guía.

Cuando terminaba mi argumentación, percibí que al camarada le llegaba una revelación.

–Julián, en estos tiempos ningún regidor necesita de Comunicación Social. Le basta con abrir una página de Facebook o un sitio web para estar cerca de los ciudadanos.

–Y, ¿para qué gastar si ya la tiene desde el 1 de octubre?

–Ah, ¿sí? ¿Y cuál es?

–La página del Ayuntamiento, por supuesto. Y también las redes sociales.

–¡Imposible! Son del alcalde.

-Error; son institucionales, y esa institución es el Ayuntamiento.

–Pero, el que manda es el presidente municipal. ¿Cómo van a ir primero los regidores?

–Estimado amigo, yo no dije eso. La prioridad informativa, por su jerarquía, es el alcalde; él siempre irá primero. Pero, déjame darte un ejemplo. Supongamos que el alcalde propone donar un terreno municipal a un particular, y que la mayoría lo aprueba. Supongamos que el grupo opositor vota en contra y que razona ese rechazo. Ahora, imagina que redacta un boletín y te lo entrega para que lo publiques en la página oficial, en la sección “comunicados”. ¿No crees que debería difundirse por este medio, que pertenece al Ayuntamiento y del que ellos forman parte?

Mi colega hizo una pausa.

–Es cierto lo que dices –respondió–. Nunca se ha hecho así. Creo que son valores entendidos.

–Más bien, antivalores. La culpa es de los propios regidores, por supuesto.

–Bueno, mientras nosotros manejemos la difusión, no les daremos espacio.

–No te confíes: existe la manera de obligarlos.

Mi  interlocutor se sorprendió.

–¿Cómo?

–Con un amparo. Hay fundamentos.

Sin darnos cuenta, pasaban de las dos de la mañana y seguíamos en el intercambio, pero era momento de finalizar.

Aunque mi compañero se preocupaba de que la oposición le disputase un lugar en las páginas municipales, se convenció de que los atraerían otras ambiciones, y se despidió tranquilo.

Deseé intensamente que le fuera bien a él y a su equipo. Después de todo, llevaban sobre los hombros la carga delicada de cuidar la imagen del siguiente alcalde. ¿O dijo alcaldesa?

Qué confusión. Ya no lo recuerdo.