Victoria y Anexas/Ambrocio López Gutiérrez/TODOS SOMOS LA UNIVERSIDAD
Victoria y Anexas/Ambrocio López Gutiérrez/TODOS SOMOS LA UNIVERSIDAD
La campaña de desprestigio contra la Universidad Autónoma de Tamaulipas por el indignante asunto en el que se involucró a Marco Antonio Batarse Contreras, quien fungió como Secretario de Administración durante las gestiones rectorales de Guillermo Mendoza Cavazos y Dámaso Anaya Alvarado, es una buena oportunidad para recapitular acerca del papel trascendental de la casa de estudios que, durante más de siete décadas ha formado profesionales y especialistas en distintas disciplinas que contribuyen con sus amplios conocimientos al desarrollo de la región y del país. En lo personal he colaborado con la institución por casi siete lustros durante las administraciones del agrónomo Humberto Francisco Filizola Haces, el abogado Jesús Lavín Santos del Prado, el agroindustrial José María Leal Gutiérrez, el contador Enrique Etienne Pérez del Río, el agrónomo José Andrés Suárez Fernández, el también contador Guillermo Mendoza y el veterinario Dámaso Leonardo Anaya Alvarado.
Vayamos por partes: el ingeniero Filizola Haces manejó durante doce años a la Universidad con colaboradores tan destacados como Miguel Cantú Caballero, Alfonso Pérez Vázquez, Fernando Arizpe García, Gabriel Hernández Santamaría, Marco Aurelio Navarro Leal y otros personajes que destacaron en el gabinete rectoral de entonces. Las facultades eran controladas por grupos políticos locales que se ponían de acuerdo para sacar adelante las tareas universitarias. Alfonso, Gastón, Fernando, Eduardo Nicolás, Hugo Leal y otros figuraron en los liderazgos de escuelas e incidían a nivel estatal. Tanto el rector como los líderes locales accedían a cargos públicos y se recuerda cómo un exdirector de Derecho Victoria fue Procurador de Justicia del Estado y Ricardo, hermano del rector Filizola, fue subsecretario de Tránsito y Vialidad. Le tocó a Tomás Yarrington Ruvalcaba, siendo gobernador, convencer a Humberto Francisco de dejar el manejo universitario. Su obra fue reconocida con una diputación federal por Victoria.
En mi larga carrera de periodista y profesor de la UAT he sostenido que, como en otros ámbitos, los asuntos de la Universidad no son en blanco y negro, es decir, no hay historias de héroes y villanos; en la administración central y en las facultades hay gente maravillosa, hay estudiantes extraordinarios que le dan lustre a la educación superior de Tamaulipas. Los rectores y funcionarios autoritarios, patrimonialistas y corruptos son parte de la historia y el presente de la casa de estudios. Los docentes e investigadores que todos los días hacen su chamba también representan a la Universidad; los estudiantes son la razón de ser de nuestra Alma Máter. Los trabajadores manuales y administrativos son esenciales para el funcionamiento de todas las dependencias universitarias. También están vinculados los cientos de egresados de cada plantel, los padres y las familias de profesores, alumnos y empleados. Por eso no es aventurado sostener que todos los tamaulipecos somos la Universidad de Tamaulipas.
Siguiendo con la historia contemporánea de la Universidad, hay que decir que Humberto Filizola jugó un papel estelar en los cambios que permitieron comenzar saneamiento de la institución. La Cucaracha, Su Excelencia o El Vaquero de Marlboro son algunos de los apodos con el que lo distinguían en distintos escenarios y le tocó lidiar con el gobernador Manuel Cavazos Lerma (egresado del Tecnológico de Monterrey) quien siempre le regateó el presupuesto que, por ley, debía entregarse a la máxima casa de estudios. Para su fortuna, La Cucaracha tuvo de su lado a los miembros del Patronato Universitario, un pequeño pero influyente grupo de empresarios de las distintas regiones de la entidad que se le plantaban al gobernador matamorense. Fueron varios los incidentes y encontronazos de la UAT con el gobierno de Tamaulipas, pero mucho ayudó para zanjar las controversias el pragmatismo del Vaquero de Marlboro y el colmillo político del hombre del sombrero y los botines.
Alfonso Pérez Vázquez fue durante catorce años titular de Prensa y Relaciones Públicas de la Universidad, además, fungió como presidente del Grupo Enrique García Guevara de la Facultad de Derecho en esta capital. En ese entonces, el famosísimo Yuca me contó que volando de Victoria hacia una ciudad fronteriza, el rector Filizola le mostró un artículo firmado por un servidor en El Financiero; era más de media plana sobre la gestión de Manuel Cavazos que hizo enojar al jefe del ejecutivo estatal. Según Poncho Pérez, La Cucaracha le dijo: Ambrocio se tiene que ir de la Universidad esta misma semana. Tiempo después, yo ya reinstalado como redactor de Prensa UAT, el yucateco recordaba la anécdota diciendo entre carcajadas: ¿te acuerdas cuando mi compadre Filizola te decía adiós cada vez que te encontraba en la visita a la Facultad de Comercio de Nuevo Laredo? Ironías de la vida, años después Su Excelencia Filizola echó a su compadre de la máxima casa de estudios. Me tocó redactar el comunicado de prensa y cuando estaba ante la máquina de escribir, me mostraron una tarjeta de la rectoría donde, a mano, se ordenaba: Pérez Vázquez se va para siempre de su facultad y de la UAT.
La Cucaracha Filizola tuvo en un puño a la Universidad durante doce años, le tocó enfrentar varios escándalos mediáticos graves entre los que destacaron algunas balaceras en Tampico, Victoria y Matamoros. Humberto tuvo que despedir a algunos amigos y compadres, pero eso y otros temas se abordarán en próxima entrega.
Correo: amlogtz@gmail.com