Columnas

¿Y la civilidad?

Las urnas son la vía para que la ciudadanía en edad de votar elija a sus gobernantes de forma pacífica.

Sustituyeron desde hace muchas décadas a las armas como el camino para acceder al ejercicio del poder político.

Y son los partidos políticos las instancias para que se agrupen las diversas formas de pensamiento y llegado el momento postulen a los candidatos.

A los órganos electorales, ciudadanizados y profesionalizados, corresponde la organización y el arbitraje de las contiendas.

Y de manera coadyuvante, al Estado, contribuir al orden y al cabal cumplimento de las leyes electorales, civiles y la constitución para garantizar los derechos ciudadanos.

Es lo ideal, lo que debe de ser.

Pero la cruda realidad es muy distinta.

Por todos lados se rompen las reglas.

Al interior de los partidos se pelea rudo y a veces sucio, a la hora de definir candidaturas.

En la relación entre partidos se roban candidatos, se rompen alianzas, se exhiben debilidades y se atacan sin piedad, mostrando lo más ruin y mezquino de la política.

Se insulta y agrede a los árbitros cuando muestran una tarjeta.  Se le pierde el respeto y hacen que los espectadores también se sumen a esa agresión.

Pretender el poder por el poder mismo, hace a los políticos perder piso, corazón y cabeza.

E incluso hipotecar futuro y hasta “venderle el alma al diablo”.

Y el diablo tiene muchas formas.

A veces toma la forma de poderes fácticos.

De esos que aparentemente no se ven, pero se sienten.

A veces aportan recursos para las campañas.

Otras intimidan, siembran el miedo o el terror.

En Tamaulipas, en este proceso electoral  2023/2024 en que elegiremos 43 alcaldes, 36 diputados locales ( 22 de mayoría y 14 pluris) 8 diputados federales, tres senadores ( dos de mayoría y uno de primera minoría) y presidente de la república, el próximo 2 de junio, muestra algunos puntos de tensión.

l 19 de abril murió en El Mante, a puñaladas, ante sus seguidores y guardias el candidato panista a la reelección por la alcaldía Noé Ramos Ferretiz.

Cerca de 40 candidatos a diversos cargos solicitaron seguridad, algunos por amenazas y otros por miedo o precaución.

Se destruye impunemente propaganda, se distribuyen panfletos que potencian la difamación y descalificación de adversarios.

O se intimida con disparos o actos de violencia en áreas aledañas a mítines, marchas o concentraciones.

La tensión en Nuevo Laredo sube de tono.

Ayer el calor de las campañas estuvo más fuerte que el calor físico marcado por los termómetros.

Faltan poco más de tres semanas para que vayamos a las urnas a elegir a los próximos representantes.

Tiempo de actuar con madurez y responsabilidad para que este ejercicio no se vaya de las manos.

Y debemos hacerlo todos.

Cada quien en su tramo de compromiso.

Que nunca las armas sustituyan a las urnas.

Ni las balas a los votos.

Si perdemos la civilidad, perdemos todo.

Hagamos de la elección un proceso pacífico y democrático.

Salvemos a la política, como el arte de gobernar.

Y al arte de gobernar como el poder de servir, no de servirse.

Dejemos de normalizar los incidentes menores, para que no se hagan grandes y luego nos arrollen.

Creo que aún es posible.

Pero insisto, es tarea de todos.

No solo de los candidatos y partidos.

Tampoco exclusivo de los árbitros.

O de los ciudadanos como votantes o espectadores.

Y del Estado en forma aislada.

La paz ha costado mucha sangre y vidas a lo largo de la historia de México

No permitamos que regrese ese pasado negro en esta era de modernidad.

Que no estalle Nuevo Laredo.

Es la joya de la corona de Tamaulipas.

Cuidémosla.

Al igual que al resto de los 43 municipios.

Que sea el voto libre y secreto el que dirima diferencias.

Gane Carmen o Yahleel, pero que sea esa la vía.

Ninguna otra forma retrógrada.