Columnas

AL VUELO-Gallina

Por Pegaso

         Andaba yo volando allá, cerca de la estratósfera, disfrutando del rico calorcito, después de las bajas temperaturas que trajo el último frente frío, cuando me enteré de la novedosa y nunca escuchada frase de nuestro grandilocuente Presidente:  «La gallina de los huevos de oro se nos fue secando».

         Está por demás decir que la tal gallina son los yacimientos petrolíferos que desde siempre se nos dijo que había en abundancia en México.

         El mandatario se refirió a las reservas de Cantarell cuando dijo que se están agotando, que ya no daban para más, que la gallina de los huevos de oro ya se secó.

         Antes de seguir adelante quisiera narrar aquí el cuentecillo homónimo, atribuido a Esopo, con versiones posteriores de Félix María Samaniego (España) y Jean de la Fontaine (Francia):

         Esta era una gallina que vivía en un corral, pero tenía la peculiaridad de poner huevos de oro.

         El dueño del corral, un sujeto uraño y avaricioso, diariamente los recogía y los vendía a muy buen precio en el pueblo.

         Presa de la ambición, un día se dijo a sí mismo que si los huevos que ponía el ave eran de oro, el vientre debía contener el dorado metal en abundancia.

         Con ese pensamiento, llegó hasta donde estaba el animal, tomó un cuchillo y procedió a abrir sus entrañas.  Tarde se dio cuenta de su error al descubrir que por dentro la gallina era como todas las de su especie.

         Moraleja:  La codicia es mala consejera y hace tu fortuna pasajera.

         La gallina que durante décadas dio a México muchos huevos de oro, se está muriendo.

         No sólo en Cantarell, sino en toda la Sonda de Campeche casi no queda petróleo por extraer.

         Recuerdo que durante el sexenio de Salinas de Gortari se decía que México pasaría a formar parte de los países del primer mundo y que el problema sería cómo administrar la riqueza generada por el petróleo.

         Pero ¡ay, de mí! El futuro nos ha alcanzado y los hidrocarburos se agotan.

         Hace unos días escribí en este mismo espacio que el precio de las gasolinas se había disparado a nivel internacional porque el petróleo del que se extrae es un recurso no renovable y se está acabando.

         No soy pitoniso, pero es algo obvio y cierto que dentro de poco tiempo nuestro país se quedará más seco que una uva pasa.

         El problema es que desde siempre exportamos petróleo crudo muy barato y compramos gasolinas y derivados muy caros, en lugar de desarrollar aquí una industria petroquímica fuerte.

         Cuando el Presidente dijo que la gallina de los huevos de oro se nos fue secando, es como decir: «Hasta aquí, ya no hay más, que cada quien se rasque con sus propias uñas».

         No he visto hasta este momento la cotización del dólar, pero sin lugar a dudas que ésta irresponsable declaración disparó el precio de la divisa americana, a más de que los mercados de valores internos y externos debieron resentir algunas pérdidas.

         Y para acabarla de joder, la pinche risita que no se le quita de la cara al sátrapa y nazi Presidente electo de gringolandia, Donaldo Trompas.

         El 2017 pinta muy mal para los mexicanos. La economía está clavada con alfileres y no aguantaremos, por ejemplo, que millones de migrantes ilegales sean repatriados porque, ¿en dónde van a trabajar?

         Durante las últimas décadas del siglo pasado y lo que va del actual, el dueño de la gallina de los huevos de oro, quiero decir, el Gobierno, se dedicó a exprimir las riquezas del subsuelo.

         Como dice mi amigo Mukti, tras un sesuso análisis del tema: «El sindicato de PEMEX fue el coautor de matar la gallina de los huevos de oro, sé que no lo van a querer reconocer pero es la verdad, el cáncer sindical es el 50% del problema del país.  Ellos sí se beneficiaron del petróleo, el pueblo jamás obtuvo ningún beneficio directo como lo tuvieron los sindicalizados de PEMEX».

         Participaron del gallinicidio los siguientes actores:

  1. a) El Gobierno Federal, al agandallarse casi la mitad de las utilidades en forma de impuestos.
  2. b) El Sindicato Petrolero, al exigir canonjías extraordinarias. Durante los tiempos dorados de La Quina se manejaba la versión de que los excedentes de los pozos petroleros, lo que se suponía que eran desperdicios y no tenía valor, se los entregaban al Sindicato. El Sindicato, por su parte, cargaba ese material en enormes buques cisterna para trasladarlo hacia países donde se compraba a buen precio.  Además, cada trabajador que estaba bien con el Sindicato tenía derecho a una vivienda, no como las del infonavit, sino verdaderas residencias, con amplios terrenos y todos los servicios; tenía derecho a solicitar un préstamo para comprar un auto nuevo, pero además, el Sindicato le gestionaba que PEMEX le pagara por la renta y así ¡hasta le salía gratis!; el trabajador tenía derecho a obtener créditos personales que se le descontaban por catorcena (por cierto, bajo ese sistema, cada catorce días obtenía el equivalente a un sueldo más).  Los angelitos también gozaban de servicios hospitalarios de primera, transporte, seguro de vida y al final, cuando se jubilaban, tenían derecho a heredar la plaza a sus hijos. ¡Y el resto de los mexicanos sobreviviendo con tortillas, chile y frijoles!
  3. c) Los empresarios: Durante mucho tiempo también se beneficiaron de la riqueza generada por el petróleo, al recibir fuertes subsidios por el consumo de derivados como el combustóleo y el gas para producir sus mercancías.
  4. d) El pueblo mismo, al creer lo que decía el Pelón de Agualeguas y sus secuaces.

         Sin más, nos quedamos con el refrán mexicano estilo Pegaso: «Durante el primer día hábil de la semana, ni siquiera las gallináceas ovipositan». (Los lunes ni las gallinas ponen).