Columnas

AL VUELO-Motivación

Por Pegaso

        Andaba yo volando allá, sobre la colonia Las Cumbres, donde tengo mi penthouse, tratando de evitar las aspas de los helicópteros que andaban busque y busque entre las casas para ver si veían a un toro, según pude entender.

        Me quedé pensando si no sería mejor que acudieran a la corrida que tendrá lugar el próximo sábado en la plaza Reynosa y así se evitarían gastar tanto combustible, tan caro de por sí.

        Ya instalado en mi mullida nubecilla viajera, después de tanto soponcio, me dispuse a relajarme un poco viendo algunos videos motivacionales de los que sube la raza sin quehacer al you tube.

        «Repite estas dos palabras cada día, y mira lo que sucede!!!», fue el primer título que ví.

        Esa buena gente piensa que con repetir una palabra cada rato puede uno tener un chingo de lana, unas viejotas bien buenas y un carrazo del año.

        «Seguramente habrás escuchado la frase: Somos lo que comemos.  Te sorprenderá saber que también somos lo que decimos y lo que pensamos»,-explican.

        Y enseguida dicen que las palabras son muy poderosas ya que tienen el poder de construir, pero también de destruir, y que las creencias influyen en todo lo que sucede en la vida de uno.

        Según ese material, sólo nos ponemos a reflexionar en nuestras palabras «después de haber ocasionado algo con ellas».

        Y agrega:  «Esta poderosa técnica utilizada en psicología consiste en pronunciar dos palabras que te permitirán influir sobre la realidad en la que existes».

        Las dos palabras mágicas a las que se refieren es «Permito» y «Cancelo».

        La palabra «Permito» la debemos decir cuando pensemos en algo positivo, en tanto que «Cancelo», cuando nuestro pensamiento tienda a lo negativo.

        En dos semanas-ofrecen- se verán resultados sorprendentes.

        Fuera del hecho comprobado que una mantalidad positiva nos ayuda a enfrentar mejor nuestros problemas y a disfrutar mayormente nuestros logros, el material de motivación basura que se presenta en la Internet pretende hacernos creer que con sólo algunas palabras podemos obtener resultados mágicos.

        Entonces, ¿para qué trabajamos?¿Para qué sobarnos el lomo todos los días si con unas simples palabras lo resolvemos todo?

        Me imagino a un teporocho diciendo:  «¡Chaleeee, ya se me acabó la lana pa’ comprar otro pomo! ¡Ya sé! Sólo pienso en una caguama y digo la palabra «Permito», y ya la hice».

        O un narco que se ande escondiendo: «¡Híjole, todavía andan ahí los helicópteros! «Cancelo».   Y zaz, los aparatos desaparecen como por arte de magia.

        «Funciona!! Repite diariamente esta frase y mira lo que sucede»,-es otro video que ví en la red.

        Relata la historia de John Kehue, autor del bestseller Poderes de la Mente, quien se recluyó en una cabaña aislado de toda vida social para poder explorar el potencial de su mente y después transmitirlo a los demás.

        Según el video, el autor se dedicó a reforzar su fe absoluta, repitiendo una sola frase todos los días, a cada hora:  «Hay un poder infinito dentro de mí».

        Dice que todos tenemos el poder de cambiar las cosas que no nos gustan con sólo decir las palabras adecuadas.

        Ya en la antigua India se había desarrollado toda una filosofía que dio como resultado ciertas palabras para «programarse» mentalmente, conocidas como mantras.

        Cada quien tendría que buscar su mantra, porque no todos funcionan para una persona en particular.

        En la actualidad, como en la antigua India, no queda más que echarle ganas a la chamba y hacerla lo mejor posible, con actitud positiva.

        Las modas místicas, los libros chatarra de motivación y todo eso sólo nos hace perder el tiempo y algunos pesos, porque no necesariamente la realidad es como la pintan los autores de bestsellers.

        Conozco varios amigos que tienen una sorprendente mentalidad positiva, siempre de buen humor, totalmente optimistas, pero incluso ellos tienen problemas personales, familiares o laborales.

        No hay quien no esté preocupado por algo.  Carlos Slim, por ejemplo, tiene que estarse cuidando constantemente de los contadores ratas y abogados ladinos que pretenden quedarse con una tajada de su fortuna.

        El príncipe de Gales tiene que cuidarse constantemente de no echarse un pedo en público, porque eso arruinaría su impecable imagen real; el profesionista se preocupa de pagar impuestos, el jornalero sufre por que su patrón le pague un sueldo justo y el campesino porque llueva a tiempo y no se malogre la cosecha.

        Es la forma en que tomamos los problemas como podemos enfrentarlos y lograr salir adelante de nuestras pequeñas crisis.

        O como dice el dicho al estilo Pegaso: «Cualquier circunstancia es percibida en el tono cromático que proporciona la longitud de onda correspondiente al material cristalizado que se coloca delante de nuestros órganos de la visión» (Todo es del color del cristal con que se mire).