Columnas

AL VUELO-Óscares

AL VUELO-Óscares

Por Pegaso

Repostando en mi mullido cumulonimbus, convaleciente de una tos perruna que no me dejaba dormir, me puse a ver la tele para conocer los resultados de la premiación otorgada por la Academia de las Artes y de las Ciencias Ciunematográficas (Academy Award), los famosos premios Óscar.

Y creo que por primera vez en muchos años el evento se vistió de México… o por mejor decir, anti Trompas.

Los mejores premios fueron para producciones que tuvieron algo que ver con México, lo que no significa que sean totalmente mexicanas.

Por ejemplo: El premio al Mejor Director se lo llevó Guillermo Del Toro con La Forma del Agua (con Sally Hawkins, Michael Shannon y Richard Jenkins). El realizador, aunque sí es de mexicalpan de las tunas, ha hecho la mayor parte de su carrera cinematográfica en gringolandia.

Su última película es un culebrón estilo Romeo y Julieta o La Bella y La Bestia, con un amor imposible que se hace posible.

Con el uso de toda esa tecnología y recursos suficientes, hasta yo me hubiera ganado un Oscarín.

Que se venga Del Toro a México a producir películas de teiboleras, borrachos y narcos a ver si se gana siquiera una estrellita de las que le ponen a los niños en la frente en el kinder.

El premio a La Mejor Película Animada fue para Coco.

¡Hágame usted el recabrón favor! Una producción que parodia…, no, que se burla de las más profundas tradiciones mexicanas, producida por el gigante de la industria cinematográfica gringa Disney Pictures.

Para empezar, se caga encima de la Festividad de los Fieles Difuntos. Los muertitos ya no van a un sitio de reposo, sino que su nueva y eterna vida girará en torno a la vorágine de una gran metrópoli llena de tecnología, trenes rápidos y computadoras.

Además, presentan a Pedro Infante como el villano de la película, quien se ha hecho famoso gracias a que robó las canciones de su mejor amigo.

Aunque no se menciona para nada el nombre del Ídolo de Guamúchil, se da a entender por el parecido de la calaca con su imagen.

Por fortuna, el bodrio, ahora premiado por la Academia, no logró quitar ni tan siquiera un poquito del lustre del que siempre ha gozado nuestro Pedro Infante.

Y pueden hacer otras películas con Javier Solís, Jorge Negrete y José Alfredo Jiménez caracterizados como terroristas y ni aún así lograrán que el cariño del pueblo mexicano deje de estar con ellos, porque son las cuatro estrellas que iluminan nuestro cielo sin igual, como decía El Cornetas, Cornelio Reyna en una de sus sentidas canciones.

Y fue una manifestación anti Trompas porque con esas distinciones los poderes fácticos de Hollywood demostraron que no están a favor de las políticas racistas y neonazis del presidente gringo.

Pero, ¿qué es el Óscar?-se preguntarán alguno de mis dos lectores.

El Óscar es una estatuilla de bronce bañada en oro que se entrega a lo mejor de la industria cinematográfica, de acuerdo a la calificación que le den los integrantes de la Academia.

Es la ceremonia de entrega de premios más importante del mundo y se transmite a más de cien países en vivo y en directo.

Tiene sus equivalentes en la música, por ejemplo, con los premios Grammy, en la música, con los Emmy, en la televisión, con el Tony, en el teatro y ahora con El Pegaso de Oro en la política. (Nota de la Redacción: Pinche Pegaso, tenías que meter tu comercialote).

Me despido con el tradicional refrán estilo Pegaso que a la letra dice: «Resulta trascendente para mi persona una unidad con alto grado de pureza y dos adicionadas con cloruro de sodio».  (A mí me importan una pura y dos con sal).