Columnas

Americanismo Dos

Por: Javier Terrazas

Pasaron seis sexenios gubernamentales en Tamaulipas y aparece un hijo de un ex gobernador para escribir su historia como titular del Poder Ejecutivo Estatal.

Américo Villarreal Guerra, gobernó la entidad de 1987 a 1993, llegando al poder impulsado por el PRI y su amigo el presidente Miguel de la Madrid Hurtado, luego de pasa por la Subsecretaría de Agricultura y el Senado de la República.

Hoy, su heredero Américo Villarreal Anaya llega impulsado por el partido Morena-PT-PVEM, luego de 30 años de servicio en el sector salud de Tamaulipas y encumbrado en el Senado de la República, por el amigo de su padre y propio, Andrés Manuel López Obrador.

Es, por tanto, para la historia política tamaulipeca, la segunda versión del Americanismo, aunque tendrá que escribir su propia historia de gobierno y quizá de éxito, por el respaldo con que lega, así como el arropamiento popular, harto de un mal y pendenciero gobierno panista, en la persona de Francisco García Cabeza de Vaca.

También se trata de una segunda alternancia en el Poder Ejecutivo Estatal, pues el primero ocurrió hace seis años, precedido de un gobierno gris de Egidio Torre Cantú, quien entró de emergente en relevo de su asesinado hermano Rodolfo, que derivaron a un mandato frío, sin emoción social ni cercanía al pueblo que allanó el triunfo panista. Morena inicia la segunda alternancia.

Por tanto, la llegada del Doctor Américo Villarreal Anaya, abre una doble expectativa de exigencia a buenos resultados.

Primero, que pueda ser parecido o mejor que el sexenio 1987-1993.

Y segundo, que sea muchísimo mejor que el 2016-2022, para subsanar los yerros, irregularidades, atropellos y abusos perversos.

 

En ese contexto, en los dos actos políticos del 1 de octubre, primero en la sesión solemne del Congreso del Estado y luego en el Recinto Ferial, por el solo hecho del relevo, el nuevo mandatario recibió la confianza y respaldo de los asistentes.

 

Los gritos de “gobernador, gobernador, gobernador”, que de espontáneos se convirtieron en coros y se sumaron aplausos y posturas de pie, salieron no solo de la mente oportunista, sino del corazón, de una buena parte de los asistentes.

La sustitución de un estilo arrogante, rijoso, altanero y mentiroso del gobernante saliente por uno sencillo, directo, franco y sensible del entrante, generó más empatías, aún en ausencia de elocuencia o grandes anuncios en el discurso.

Una nueva era Americanista, versión morenista, que debe arrancar fuerte para aprovechar los dos años restantes del régimen de su amigo el impulsor, pues en el 2024 habrá cambio de actores, quizás del mismo partido, pero el riesgo de un grupo interno diferente.

La línea parece estar mandada en favor del cambio de género en la candidatura presidencial, como fue notorio en el acto del Recinto Ferial, pues estando los tres pupilos amlistas Adán López, Marcelo Ebrard y Claudia Sheinbaum, el coro de ovación fue “presidenta, presidenta”, pero hasta ahora no es la mejor ni la más fuerte.

Así que más allá del tempranero futurismo, hay que empezar fuerte con el trabajo de ahora, mañana y la próxima semana, a fin de que los compromisos de campaña y los realizados ayer, empiecen a aterrizar y a reflejarse en la mejoría de todos los sectores económicos de la entidad, en los 43 municipios y en todas las personas.

Tamaulipas así lo requiere.

Tamaulipas lo reclama.

Tamaulipas lo merece.

Así que se aproveche el voto de confianza cosechado el 5 de junio y refrendado ayer 1 de octubre.

Hay nuevo gobernador y ya es positivo.

Pero los resultados favorables son urgentes para la sociedad. Aún en las circunstancias especiales del inicio de la administración, por el marco de caos heredado por los panistas reynosenses.

Una vez concluida la entrega de nombramientos, deben sumarse voluntad y trabajo de todo el equipo para ello.

La transformación debe traducirse en hechos concretos e inmediatos, no solo en esperanza, pues esta es una palabra solo propicia para hacer futurismo.