Columnas

ANTES, A LOS SOLDADOS LOS RESPETABAN.

LOS PUNTOS SOBRE LAS…

POR ÁNGEL VIRGEN ALVARADO

-“¡Compadre, hay motín en el penal!”- me grito de auto a auto, mi compadre, el compañero reportero, LEOPOLDO MASCORRO JR.
Aquella mañana, por casualidad nos habíamos encontrado, en el cruce de las calles, Periférico y 6ª.
Empezaba la era de los años 80´s.
Enfilé hacia la cárcel de la calle 21 y González.
La circulación vehicular ya había sido cerrada en el área.
Subí por una escalera al techo de la cárcel, por el área de los juzgados penales.
Ya había reporteros y fotógrafos allí.
Abajo, en el patio del penal, “El Oso Lamas” y otros reos habían roto el candado de la reja que conduce a una crujía de “considerados” y la celda del mujeres.
Cuatro presos habían golpeado a otro y los compañeros del herido querían venganza.
“¡Mira la sangre de nuestro carnalito! ¡Van a ver cabrones!”- gritaban los enardecidos presos.
Comenzaron a golpear la puerta de reja, forrada con madera, de la celda donde estaban los cuatro reos agresores.
Pronto rompieron la madera y comenzaron a lanzar envases de vidrio de refresco hacia adentro de la celda.

“¡LUMBRE!” “¡LUMBRE!”
Uno de los presos encontró una botella con thinner (un adelgazador de pinturas a base de petróleo).
“¡Lumbre!” “¡Lumbre!” “¡Vamos a sacarlos con lumbre!” -gritaban histéricos los reos.
Y comenzaron a rociar el thinner en una colcha que estaba dentro de la celda.
“¡Un cerillo! ¡Un cerillo!”- pedían. Nadie traía cerillos.
Ante la inminencia de que los quemaran, los reos agresores salieron y fueron goleados con barrotes y con una pala jardinera.
A golpes se los llevaron a otras crujías.
ADOLFO H. SIERRA, el alcaide del penal pidió el auxilio de la policía judicial.
Pero nadie entraba por los presos golpeados a los que, según los reos, los iban a matar.

UN GENERAL Y DOS SOLDADOS
En eso llegó un Jeep militar con un General, el chofer y dos soldados.
ADOLFO H. SIERRA pidió que, por favor, intervinieran.
Ya estaban allí los socorristas de la Cruz Roja
El General entró al penal por el pasillo principal flanqueado por los dos soldados que llevaban puestas sus manos en las pistolas.
“Entreguen los reos golpeados”- pidió, sereno, pero firme, el General.
“Mire mi General es que…”
“¡Que me los entreguen!”- gritó el General.
Varis presos se animaron y dieron unos pasos al frente.
En ese momento, sincronizados, los soldados, atrás del General, se abrieron y sacaron sus armas cortando cartucho.
El sonido de las armas electrizó a los presos que, a toda prisa, huyeron, atropellándose unos con otros, hacia adentro de la cárcel.
Dos minutos después salieron los reos golpeados y fueron llevados al Hospital.
El General dio media vuelta y se retiró.
Antes, a los soldados se les respetaba. Al Ejército se le respetaba.
Ahora, todo aquello se ha convertido en una quimera.

DEL RESPETO A LA HUMILLACIÓN
En este sexenio de la 4T que encabeza ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR al Ejército se le ha humillado. Se les ordena liberar a delincuentes que ya había apresado.
Se les deja en ridículo.
¿Por qué?
Porque tienen la orden, tajante, de LÓPEZ OBRADOR de no disparar y eso ha engallado a los delincuentes que golpea a los soldados, los desarma y los arrincona en un árbol.
¡Qué vergüenza!
Haber atado las manos al Ejército y a los policías mantiene al país ensangrentado.
El martes, en Nuevo León, fueron encontrados 12 cadáveres mutilados.
En Zacatecas, esta semana, desaparecieron 7 jóvenes adolescentes.
Pero AMLO dice “estamos bien”. La realidad le lleva la contraria.
Por hoy, es todo.