Columnas

CLETO

LOS PUNTOS SOBRE LAS…

POR ANGEL VIRGEN ALVARADO

CLETO ya es septuagenario.
Lo conocí una tarde, cuando la canícula apenas empezaba en el año dos mil y tantos, al inicio de esta nueva década, el nuevo siglo, el nuevo milenio.
CLETO es un viejo entrado en años, pero con fuerzas suficientes para seguir luchando.
Al viejo ya le falla la vista, pero no pide limosna.
Vende dulces de leche, caramelos y salsas.

Un tiempo su sitio de venta era el crucero de la calle González y Periférico.
Pero llegó gente fea, lo amenazó y mejor se cambió de lugar.

Ahora vende sus dulces debajo de un pequeño árbol que apenas hojas tiene, en el Periférico y calle Bustamante.
Con esfuerzos baja de la banqueta y va a las ventanillas de los vehículos ofreciendo sus productos.
Algunos le compramos, otros ni caso le hacen, pero él no se desanima.
Su misión es llevar algo de dinero a su casa.

Cuando veo a gente que, en muletas o silla de ruedas piden caridad ¡más admiro a CLETO!
CLETO es un viejito. Les digo que casi no ve… pero él lucha por la vida, vendiendo dulces y salsas.
Una vez, en el crucero de la avenida Pedro Cárdenas y Periférico hacia mi vehículo venía un hombre haciendo la señal de la cruz.
Era un tipo de menos de 50 años, vestido formalmente, caminando sin problemas.

Llegó a mi ventanilla extendiendo la mano para “una ayuda”.
¡Por favor! ¿Por qué esa gente no hace lo que hace CLETO?

Cuando un amigo o conocido con afecto empieza a rendirse porque “no hay dinero”, pienso en CLETO.
Creo firmemente que el hombre no debe rendirse.
Como nunca se rindió el viejo pescador, SANTIAGO, protagonista de la novela EL VIEJO Y EL MAR, de ERNEST HEMINGWAY.
El 29 de Octubre de 1941, WINSTON CHURCHILL, Primer Ministro de Inglaterra se presentó a su vieja escuela, Harrow School, a dar un discurso a los alumnos que ese año se graduaban y dijo brevemente:

“Nunca se rindan, nunca se rindan, nunca, nunca, nunca, ante ningún reto, por grande o pequeño que éste sea…”.
Ese discurso quedó para la historia.
En Manila, Filipinas, aquel año de 1975 en el round 14, la pelea entre MUHAMMAD ALI y JOE FRAZIER, fue casi mortal.
Los boxeadores se habían castigado en exceso.

Ningúno de los dos podía más.
ALÍ ya no quiso salir a pelear
“¡No puedo más! ¡No puedo más!”, le dijo a su entrenador ANGELO DUNDEE.
“No te rindas. Sólo quiero una cosa -le dijo DUNDEE- ¡Levántate cuando suene la campana! Solo levántate. Escúchame, ponte de pie cuando suene la campana”.
Cuando sonó la campana ALI, como pudo, se levantó.

En ese momento la esquina de JOE FRAZIER tiró la toalla. Lo demás es historia…
Todo eso lo recuerdo cuando veo al viejo CLEO que no se rinde.
En invierno soporta vientos y fríos. En verano el calor extremo.
CLETO…. No se rinde.

Quizá CLETO se quiebre… pero no se dobla.

MI PECHO NO ES…
Un poco de buen humor…
La maestra le pregunta a Jaimito:
—Si yo digo fui rica, es tiempo pasado, pero si digo soy hermosa, ¿qué es?
—Exceso de imaginación.
Por hoy, es todo.