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Tribuna

Por Javier Terrazas

Correlones

Si andan corriendo por la reelección, pero no se ponen en los zapatos de sus representados, ya que huyen del entorno de violencia.

Se trata de los alcaldes panistas fronterizos de Nuevo Laredo y Reynosa, Enrique Rivas Cuéllar y Maki Ortiz Domínguez.

Al primero, lo sorprendieron los balazos detonados muy cerca del parque Silao en la colonia Las Torres, cuando inauguraba un mega-mural.

La mayor parte de los invitados al acto del Ayuntamiento eran mujeres y niños, quienes vivieron un episodio de pánico que difícilmente olvidarán en sus vidas.

Cuando el alcalde estaba entregando una chamarra a un niño, de pronto se empezaron a escuchar disparos, tan cerca, que se pensó era un atentado contra el edil.

Al disparo inicial siguieron varias ráfagas, que luego del reporte policial, se indicó que fueron de un vehículo sospechoso al que se hizo el alto e hizo caso omiso, respondiendo con disparos.

Fueron unos segundos, de disparos, pero parecían interminables para las decenas de personas que acompañaban al alcalde.

Al presidente municipal los guardias de seguridad lo sacaron corriendo y protegido, mientras que sus invitados al acto se quedaron pecho a tierra y sin la menor protección policial.

Lo ideal es que el alcalde se hubiese quedado en el punto para tranquilizar a las mujeres y niños. Pero prácticamente salió corriendo.

Después del susto, aparentemente más tranquilo, pero con el rostro todavía apanicado,  a través de un vídeo subido a su cuenta de facebook, dijo estar bien luego del incidente e intentó restarle importancia.

Pero otra realidad vivieron sus invitados que fueron abandonados a su suerte, teniendo como fondo el “megamural del miedo”.

Mientras que su colega de Reynosa, Maki Ortiz Domínguez,  fue más cínica, ya que ante la ola de violencia que sacude a la ciudad que dice gobernar, simplemente no se presentó a laborar.

Ante el caos de bloqueos, balaceras y persecuciones, optó por mantenerse a salvo y a distancia,  en su lujosa residencia de Mission, Texas.

Son dos de los valientes alcaldes panistas que quieren la reelección en sus Ayuntamientos, pero que en los hechos no están dispuestos a afrontar los riesgos que conlleva.

El gobernador Francisco García Cabeza de Vaca, ha exhortado por igual a los 43 alcaldes de la entidad a colaborar en materia de seguridad, a hacer frente a las circunstancias de sus localidades.

Parece que los ediles de los municipios más representativos de la entidad y emanados de su partido, están quedándoles muy mal.

Quizás Enrique y Maki deberían buscar un cargo de elección popular en las ciudades de Laredo y Mission, en el vecino estado de Texas.

Salieron alérgicos al plomo, pero este mineral es el “pan de cada día” en sus municipios.