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Dice que será Secretario

Rutinas y quimeras

Clara García Sáenz

Dice que será Secretario

Lo conocí antes de que yo cumpliera los 20, él era entonces un médico recién llegado de Barcelona con su especialidad de traumatología bajo el brazo y un futuro prometedor en su ciudad natal; había logrado, siendo gobernador Américo Villareal Guerra, el nombramiento como director del recientemente inaugurado Centro de Rehabilitación y Educación Especial (CREE).

Entonces yo era una estudiante que buscaba un empleo para mantener mis estudios universitarios, era como ahora se dice “una nadie”; mi hermano Gonzalo me recomendó con él porque necesitaban un fotógrafo clínico en el CREE y gracias a mis conocimientos de fotografía conseguí el trabajo, sólo que “como no había plaza para ese trabajo” según me explicaron, me contrataron como recepcionista, labor que desempeñaba puntualmente de siete a tres, de lunes a viernes; pero también cumplía como fotógrafa cuando se requería.

Cuando se es joven, el abuso laboral generalmente uno lo pasa por alto, tal vez porque se tiene mucha energía, porque se necesita el trabajo o porque los saberes (en este caso un conocimiento especializado) se comparten generosamente. Y creo que esos tres elementos se conjugaron; porque para mí el conocimiento fotográfico de entonces, antes de la era digital, era cosa cotidiana aprendida de mi padre y mis hermanos.

En el CREE conocí a dos trabajadoras que no pertenecían a la burocracia estatal, sino que tenían plazas federales; militantes de izquierda, empecé a labrar amistad con ellas un tanto por la afinidad ideológica pero más porque a diferencia del resto del personal del Centro, eran cultas y grandes lectoras.

En aquellos años, con poco dinero en el bolsillo y sin la vasta accesibilidad que tenemos ahora en el mundo digital, los libros resultaban caros y pocos en una ciudad como Victoria, así que sus bibliotecas y fonotecas eran un manjar para mi juventud.

Solían invitarme a sus reuniones, donde se juntaban algunos intelectuales y artistas de la ciudad como pintores o músicos, lo que para mí era una delicia, escuchar y conversar de libros, escritores, política. Debo decir que pocas veces escuché que ellas hablaran de sus controversias laborales con el entonces director del CREE, de las cuales nunca me involucraron, ni entendí.

Pero un día, el director me mandó llamar a su despacho y me dijo que me prohibía juntarme con ellas, “no quiero verte con ellas, ni en el café, porque las han visto en Vic’s” entonces reviré, “Yo aquí nunca me junto con ellas, lo hago en mis horas fuera de trabajo”, evidentemente molesto -tal vez porque le había contestado- alzó la voz “no importa, ni adentro ni afuera; te prohíbo que te juntes con ellas;” como joven insolente que fui, consciente de mis derechos laborales y libertades le contesté “pero fuera de mis horas de trabajo puedo hacer lo que yo quiera, mientras cumpla con mis responsabilidades laborales usted no puede decirme qué hacer o no fuera del Centro”, entonces vino la amenaza: “no quiero verte con ellas, si no quieres que te corra”.

Salí chocada de su oficina sin dar crédito a lo que había escuchado; muchos días duré asustada, después, me sentía indignada hasta que la calma llegó; un día salí tarde del trabajo e iba casi corriendo a alcanzar el microbús para llegar a la universidad; en aquella época salía del trabajo a las tres y a las tres empezaban las clases, tenía que tomar dos trasportes para llegar a clase, que hacía un tiempo aproximado de 45 minutos,  de tal suerte que solía hablar con los profesores de la primera hora para que me permitieran entrar casi al final a su clase sin que me pusieran falta, ellos siempre accesibles me hacían prometer que no faltaría.

Ese día que salí tarde, una de estas amigas me vio que iba corriendo, tratando de alcanzar el trasporte público y me ofreció raid, con el apuro del horario accedí y cuando el carro arrancó nos encontramos casi de frente con el director del CREE, quien nos vio, sonrió y nos saludó amablemente.

Al siguiente día, cuando llegué al trabajo me llevaron un memorándum donde me informaban de mi cambio de horario por la tarde, cuando lo vi, no relacioné el evento del día anterior con esa noticia así que ingenuamente pedí hablar con él, cuando me recibió le expliqué que yo no podía cubrir ese horario porque iba a la universidad; “pues si necesitas el trabajo, no vayas ya a la universidad” me dijo, intenté explicarle que mi prioridad era el estudio y que el trabajo lo necesitaba para mantenerme en la universidad, alzándose de hombros me dijo: “pues tu sabes, yo te advertí que no te juntaras con esas mujeres y no hiciste caso, atente a las consecuencias.” Salí desconsolada de su oficina, mis compañeras secretarias cuando me vieron me aconsejaron que aceptara el cambio de horario y que dejara la universidad.

Durante ese año que trabajé en el CREE fui testigo de muchas humillaciones de su parte a compañeros de trabajo y según parece la situación se repitió cuando fue director del hospital infantil muchos años después y en otros hospitales. Gozando de licencias sindicales por parte de la actual líder sindical de los burócratas cuando no ocupa cargos directivos en el sector salud.

En los últimos días se ha dedicado a publicar fotos muy cerquita del gobernador electo y hasta con Zoé Robledo diciendo a quienes le preguntan y no, que es un hecho que será el próximo secretario de salud en Tamaulipas.

Cuando me enteré de este posible nombramiento, recordé este suceso de mi juventud y pensé en todos los “nadie” que estarán bajo su autoridad y que no merecen, cuando han votado por un cambio, ver llegar al gatopardo en que se convirtió haciendo campaña junto al doctor Américo para ganarse un puesto, no por ideología, sino por hambre de poder.

Quienes simpatizamos con la izquierda y depositamos un voto de esperanza, nos resulta repulsivo que, de pronto, esos que siempre han buscado privilegios y que combatieron laboralmente a quienes pensaban diferente o más grave aún, persiguieron, corrieron o acosaron a sus subordinados por el solo hecho de ser gente pensante, se sienten en los primeros lugares con una sonrisa de oreja a oreja convencidos de que no deben nada, porque para ellos los “nadie” simplemente no existen.

Me han recomendado que no publique este texto porque su nombramiento es inminente y tengo familiares que laboran en el sector salud que pudieran ser afectados cuando llegue. Pero eso sería aceptar que nuestro voto fue inútil ante las prácticas laborales de miedo que se desean desterrar.

E-mail: claragsaenz@gmail.com