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EL CHE

LETRA PÚBLICA

EL CHE…

RODOLFO SALAZAR GONZALEZ

Si Ernesto Guevara hubiera escogido una vida tradicional propia de un médico cirujano, instalando un consultorio en alguna provincia de Argentina, o bien en Buenos Aires, y así mismo atenderse el padecimiento asmático que lo acompañó durante toda su vida hasta el día que lo asesinaron, el pasado 14 de Junio cumpliría 89 años. No fue así, el Che Guevara escogió la inmortalidad en lugar de la comodidad de una vida pequeño burguesa a la que muy bien se acomodan los que se dedican a la medicina en sus diferentes especialidades. Sólo vivió 39 años.

Al Che Guevara lo mataron el 9 de Octubre de 1967 en la Escuelita donde estaba encarcelado después de haber sido capturado el día anterior tras haber combatido durante 3 días contra un operativo militar integrado por soldados de élite del gobierno boliviano, que presidía el General René Barrientos y que al frente de este grupo de expertos en contraguerrilla, estaban dos cubanos americanos enviados por la CIA, para que coordinaran la cruzada final contra el Che Guevara; quien víctima de su padecimiento crónico de asma solo lograba respirar gracias a una postura en la que se colocaba en la espalda un tronco para dormir sobre de el arqueando su cuerpo con la esperanza de que en esta posición se descontructuraran los bronquios y le entrara oxígeno para poder seguir viviendo.

El Che y su grupo habían estado cercados por una semana en una región llamada la Higuera, que pertenece al poblado de Santa Cruz, en la provincia de Valle Grande, que es una zona perdida en la jungla boliviana en donde la humedad alcanza una intensidad superior al 100 por ciento, propiciando con esto que los bronquios y los pulmones de Che Guevara se colapsaran hasta el grado, por la ausencia de medicamentos de perder por instantes la memoria, por la falta de oxígeno en su cerebro.

Previo a su captura el Che había tenido un encuentro cuerpo a cuerpo con los soldados bolivianos en la que sus dos colaboradores inmediatos: Los hermanos Peredo, «Combo y el Inti Peredo» como se les conocía a estos dos guerrilleros bolivianos que en ningún momento le dieron la espalda al guerrillero heroico ya habían caído víctimas de las balas de los militares bolivianos. Un disparo de calibre 9 milímetros atravesó la pantorrilla del Che Guevara que lo postró en el suelo a merced de sus enemigos. Sin embargo intentó disparar su fusíl pero una bala de plomo perfectamente bien guiada destrozó la culata de su arma quedando totalmente desarmado y tirado en el suelo con la pierna desangrando.

Fue llevado esposado junto con otros tres guerrilleros bolivianos que la historia consagra como los compañeros más leales con los que el Che llegó hasta el final de su hazaña revolucionaria, ellos eran «Pacho», (Alberto Fernández Montes de Oca) «Willi» (cubano),

«Chino» (Antonio) y «René» este último perdió la vida cuando trató con su cuerpo de proteger al Che Guevara. Solo sobrevivieron en este tiroteo infernal entre los militares bolivianos y los guerrilleros comandados por Ernesto Che Guevara, el héroe y «Willi» este último es quien carga al Che para entrar a la ciudadela de Miraflores y le dice con orgullo, exigiendo trato de combatiente militar al capitán Gary Prado: «Este hombre que está aquí lo va a usted a respetar, por que es el Che Guevara» y después le espetó «Exijo respeto para un militar heroico». Algunos historiadores aseguran que Ernesto Che Guevara tranquilizó a su captor diciéndole: «No se preocupe capitán, esto ya terminó».

Al llegar a la Escuelita de la Higuera ya habían sacados los pupitres en donde los campesinos aprendían a leer, improvisaron una celda en la cual depositaron al Che Guevara con vida, con la pierna destrozada por un disparo de alto calibre, sin camisa, con un color azul en su rostro por la falta de oxígeno y el espantoso jadeo de un hombre que trata de arrancar el aire para que entre por su boca y pueda seguir viviendo.

En ese momento la crisis asmática que el Che tenía era de un tamaño superior al homicidio que al día siguiente perpetró el sub oficial Mario Terán, quien después de contar 22 pasos desde el lugar en que recibió la instrucción de el General René Barrientos, Presidente de Bolivia y el Secretario de Guerra Juan José Torres y el Comandante del Ejército, General, La Fuente, al llegar al paso 23 disparó 7 balazos en el cuerpo inerte del hombre que ya casi estaba muerto por la falta de oxígeno en sus pulmones. La información oficial dio a conocer que solamente había sido sacrificado de un disparo en el corazón.

La decisión de asesinarlo había sido un acuerdo al que habían llegado las autoridades bolivianas, porque sabían con perfección que si sometían a un juicio a este personaje histórico lo convertirían en leyenda. Nunca pensaron estos criminales de guerra que al quitarle la vida la Che Guevara le aseguraron el paso a la eternidad y cumplieron el deseo del Che, un médico argentino, anarquista en su primera juventud, quien tenía consciencia que solo siendo un héroe sacrificado por las balas de la oligarquía norteamericana, podía competir en la posteridad con la figura admirable de otro personaje único y quizá el único estadista que no necesitó morir jóven para pasar a la eternidad como lo es el Comandante Fidel Castro.

Cuenta la enfermera que limpió el cuerpo del Che, ya sin vida, Doña Susana Ojinaga, que «el Che se veía hermoso», «como si fuera un nazareno» y sigue «tenía la mitad del cuerpo desnudo y una gran melena de ricitos que lo hacía más bonito, sus ojos estaban abiertos, eran hondos y demostraba que tenía varios días de agotamiento por no dormir. Las manos las tenía extendidas como si fuera un crucificado. Los campesinos entonces caminaban en círculo para verlo, no quedando contentos con una sola vuelta, si no que daban dos o tres vueltas hasta quedar totalmente convencidos de que no era un santo, era el Che Guevara».

Continuará…

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