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El ocaso del gobierno azul

Opinión pública

El ocaso del gobierno azul

Por Felipe Martínez Chávez

Cd. Victoria, Tamaulipas. – Decía el viejo periodista Félix Acuña Caballero, tampiqueño de origen, que el Gobernador Gárate Legleu recibía en el entonces Palacio de Gobierno del 17 Hidalgo (ahora presidencia municipal),  a grupos de pobres de las pocas colonias de Victoria (1947-51) que le pedían obras y servicios.

Los escuchaba con tención y, cuando habían terminado, era clásica la frase que calaba como patada de burro en los testículos de los presentes:

-Tienen todo mi apoyo ¡moral!

Y ahí, frente a los desarrapados, sacaba una botella de whiskey de los cajones del escritorio y se la empinaba con frenesí.

La administración provisional de tres años del General es recordada por gobernar con la bota militar, insensible en lo social y de funcionarios rapaces y ladrones.

Pues bien, somos testigos una vez más del ocaso de un sexenio.  Llegó la tarde. El día se acaba y luego de la penumbra comenzará el implacable juicio de la historia.

Las elecciones son en cuatro meses y el gobierno de los vientos del cambio deberá entregar en ocho, el último de septiembre. Si se nos permite, vale la pena hacer los primeros análisis.

¿En qué lugar y espacio colocarán los tamaulipecos al primer gobierno panista? ¿en qué los victorenses en particular? La mente colectiva, aun a la distancia de quienes pasaron por el gobierno, genera actitudes y emite opiniones.

Las nuevas generaciones, informadas por medios masivos, sus ancestros o hasta por corridos y cantares, tiene la imagen que el mejor gobernador del último siglo ha sido Norberto Treviño Zapata, seguido de Américo Villarreal Guerra. La historia misma los ha colocado en ese lugar.

Por igual, no deja de ocupar un espacio Don Praxedis Balboa, el constructor del boulevard que lleva su nombre en Victoria y el estadio de beisbol hoy desaparecido.

Con todos sus defectos, en la capital son bien recordados Emilio Martínez Manautou por el Centro Cultural Tamaulipas, y Manuel Cavazos Lerma como el modernizador de las carreteras y de a gratis, sin costo para los usuarios.

El hombre de la Revolución Verde, Enrique Cárdenas González, heredó a los capitalinos la Unidad Gubernamental que incluye el Centro Cívico y “Torre de Cristal”, amén de incontables escuelas.

Américo el acueducto que viene de la presa Vicente Guerrero y la Unidad Tamaholipa con su planetario.

Eugenio, “Geño” para los victorenses, es recordado entre otras obras por el Parque Bicentenario que incluye  la “Torre Nueva”, el Palacio Legislativo y edificios que vinieron a modernizar la antigua Villa de Aguayo escandoniana.

Mal comienzo del juicio para Egidio Torre Cantú, que se dedicó a pedir préstamos, dilapidar recursos, a enriquecerse a costa del erario. Tal mal es visto que no podría caminar libremente por esas calles de Dios sin ser abucheado o confrontado por el respetable.

Volviendo con el tema ¿cuál será la “herencia” azul para los victorenses? Obras y servicios brillaron por su ausencia. Como si la capital no existiera, hasta los plátanos y botellas de agua se mandaron comprar a Reynosa.

Tenían la oportunidad de reivindicarse ante los capitalinos con algo no faraónico pero sí esencial: El Fondo de Capitalidad, pero lo despreciaron.

No es algo nuevo, ni imposible. Gobiernos anteriores asignaban recursos especiales para mantener “siempre bella” a la perla tamaulipeca. A través de Servicios Primarios –de Obras Públicas del Gobierno- asignaban barredoras, cuadrillas de limpieza por los principales bulevares y hasta pagaban el consumo de alumbrado.

El gobierno tenía equipos propios para la ciudad y atender requerimientos de su operatividad, como la limpieza de calles luego de los desfiles cívicos, terrenos feriales y festivales que del Día del Niño, de la Madre o del Maestro.

Hoy, con un gobierno divorciado del ayuntamiento, los terrenos feriales quedaron inundados de basura porque el municipio no mandó a su gente por no ser de su competencia. La historia se repetirá con otros eventos públicos.

Como dato, hay que decir que el 11 de mayo del 2016, a iniciativa del diputado Ricardo Rodríguez Martínez, la legislatura envió exhorto a la Secretaría de Finanzas del Estado para que otorgara ese Fondo, pero Egidio hizo oídos sordos.

Votaron a favor todos los diputados, incluyendo los ocho panistas: Alvaro Barrientos Barrón, Francisco Elizondo Salazar, Francisco Garza de Coss, Salvador Rosas Quintanilla, Teresa Zárate Quezada, Sergio López Negrete, Patricia Rivera Velázquez y Belén Rosales Puente.

¿Por qué esa animadversión de los vientos del cambio para Victoria? En 2016, aquí, el panismo ganó con amplia ventaja por el hartazgo hacia Egidio y su “gobernadorcito” que hacía y deshacía como niño con juguetito nuevo.

El tiempo no se ha terminado. Ocho meses son suficientes para generar una actitud positiva en la mente de los capitalinos, algo por lo cual se les tenga que recordar a corto y largo plazo, y no solo en negativo ¿no cree usted?

Por ejemplo, siempre fiel al legado de Praxedis Balboa, el SUTSPET volvió a recordar este miércoles –como cada año- al ex Gobernador que les dio el estatuto jurídico, y que marcó la estructura de su vida como organización.

Fue un evento sencillo y austero frente al busto de Don Praxedis, que encabezó la dirigente Blanca Valles Rodríguez recordando aquel 26 de enero de 1968.