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El Privilegiado Sur.

Tamaulipas es la suma de sus regiones. No es un solo Tamaulipas, sino cuatro o hasta seis, según lo clasifican diversos estudios: Frontera, Valle de San Fernando, Centro (Victoria y 20 municipios), Altiplano, Cañera y Sur.

Cito esta porque es la que se aprecia en el proyecto del Plan Estatal de Desarrollo.

De hecho, es la estructura bajo la que se están dando las reuniones de planeación y operación con los 43 municipios de la entidad.

Ya ocurrieron en el Altiplano con cabecera en Tula; Frontera, con sede en Reynosa; Centro, con asiento en Victoria; y recientemente, sur, con base en Tampico.

Faltarían la del Valle de San Fernando, con sede en ese municipio y la cañera, con base en El Mante, para cerrar el esquema y sumar propuestas para el nuevo Plan Estatal de Desarrollo.

Se trata de regiones con vocaciones, idiosincrasias, costumbres y visiones distintas, además de distantes entre cada una de ellas.

Hay algunas más identificadas con otras zonas del noreste del país, más cercanas a centros de desarrollo y por tanto interactúan más con ellas.

Así se aprecia en algunos detalles tan sencillos como las placas de vehiculares de San Luis Potosí en autos de Tula; de Nuevo León en Nuevo Laredo e Hidalgo; o de Veracruz en Tampico.

Sin duda, la que ha tenido un crecimiento más vertiginoso en población, aunque de manera desordenada y hasta caótica en desarrollo urbano es la zona fronteriza.

En sus diez municipios asentados a lo largo de los 317 kilómetros y al borde del río Bravo, habitan un millón 932 mil 991 personas (Censo INEGI 2020), equivalentes al 54.8% de la población total de la entidad.

La llagada casi explosiva de la industria maquiladora, acelerada por efectos del Tratado de Libre Comercio en la década de 1990 a la fecha, ha sido el principal detonante, además del movimiento aduanero por ser la plataforma logística del noreste de México.

También tienen impacto en su economía sectores como energético, agropecuario, comercial y pesquero.

El nuevo complejo aduanero en Nuevo Laredo, el auge maquilador en Reynosa y el nuevo puerto marítimo petrolero en Matamoros, auguran un mayor crecimiento, que ojalá sea acompañado de desarrollo integral.

Son retos para Lilia Cantú Rosas, Carlos Peña Ortiz y Mario López Hernández, alcaldes de esos importantes municipios, quienes no tienen pretextos para hacer un buen papel, por la empatía con los regímenes superiores.

Sin embargo, una de sus limitantes fuertes para ese futuro promisorio es el agotamiento de los recursos hídricos, “el oro de los nuevos tiempos”.

Aunque el manejo legal, equitativo y justo por la CONAGUA, de la Cuenca del río Bravo y sus afluentes que abastecen de agua al Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, debe garantizar el líquido para varios lustros, en los hechos, la debilidad institucional y el manejo abusivo y político del recurso agua, pone en desventaja a la frontera tamaulipeca por estar al final de la fila del reparto.

La otra cara de la moneda hídrica en la entidad, se tiene en la Región Sur, formada por la zona metropolitana Tampico-Madero-Altamira, que tienen una población de 773 mil 465 personas, el 21.92% de la estatal; y que sumando Aldama y González llega a 843 mil 660, es decir, el 23.91% de la comunidad estatal.

Esa región sur tiene asiento al margen del río Pánuco, con gran potencial de captación de ríos del sur de Tamaulipas y de la zona huasteca de San Luis Potosí e Hidalgo.

Su sistema lagunario es alimentado por el rio Tamesí, que a su vez tiene afluentes como el Guayalejo, Comandante, Mante, entre otros.

Ese apetitoso flujo de aguas que rodean y bañan al sur de Tamaulipas, son deseadas por otros polos de desarrollo industrial y metrópolis como la frontera de Tamaulipas y sur de Texas, la zona metropolitana de Monterrey.

De ahí que los sureños tamaulipecos están obligados a despertar del letargo de viejo paternalismo impuesto y heredado por “La Quina” el ex cacique líder del Sindicato Petrolero Joaquín Hernández Galicia , que intentando controlar el desarrollo se convirtió en una muralla para el desarrollo integral de ese edén mexicano. Es la región más rica de la entidad pues sus actividades económicas son diversas y todas relevantes.

Cuenta con petróleo, industria petroquímica, dos puertos marítimos importantes (Altamira y Tampico) la mayor flotilla de pesca, turismo de playa (Miramar de Madero, Playa Tesoro en Altamira, Barra del Tordo en Aldama).

También es la capital de toda la zona huasteca que comprende parte varios municipios del sur de Tamaulipas, algunos de San Luis Potosí, Hidalgo y el norte de Veracruz, de tal forma que la dinámica comercial es sólida, así como sus instituciones de educación superior e instituciones de salud.

El potencial agropecuario que le aportan Altamira, Aldama y González es relevante, pues esos tres municipios son los más sólidos en la ganadería, además de Soto la Marina, que buen parte de ese grande municipio rural converge a esa capital huasteca.

Las fortalezas del sur de Tamaulipas son las mejores de la entidad.

Lo importante para que se erija como la más dinámica y rica es el despertar de sus liderazgos sectoriales.

La armonización de sus regiones tiene que pasar por los liderazgos y entre ellos debe figurar de manera determinante la educación superior pública y privada, no solo en formación de cuadros profesionales, sino en la investigación científica pertinente que acompañe el desarrollo regional integral.

Un contrapeso que ha tenido esa privilegiada zona del sur de Tamaulipas, es el lastre de sus malos políticos, que llevan sus diferencias personales, de grupo, de partidos y otras más mezquinas, al ejercicio de gobernar.

El pasado fin de semana, los alcaldes de esa región Jesús Nader, de Tampico; Armando Martínez, de Altamira, Adrián Oseguera, de Madero, Alejandro García, de Aldama; y Ada Gabriela Verlage, de González, tuvieron la oportunidad de oro de hacer comunión, sin distingo de colores.

De verse como hermanos, como iguales, como alcaldes con una oportunidad valiosa de dejar huella, si se suman a un propósito sano de que los tres niveles de gobierno, sin poses protagónicas ni vedetismo grillo, prueban que primero está el interés del pueblo y su desarrollo integral.

El gobernador Américo Villarreal Anaya y su gabinete estatal se sentaron a su mesa a escuchar propuestas, ideas, planes, proyectos, sueños, que puedan respaldarse desde los gobiernos estatal y federal, a fin de aprovechar mejor las ventajas competitivas sureñas.

Fueron 36 proyectos los formulados. Desgraciadamente sin el trabajo conjunto como región. Individuales y todavía con celos de vecinos o fricciones partidistas.

Trabajo duro para el gabinete estatal, en especial para los Secretarios de Desarrollo Urbano y Medio Ambiente (SEDUMA), Karina Saldívar Lartigue; de Desarrollo Económico (SDE) Ninfa Cantú Deándar; de Turismo, Benjamín Hernández Rodríguez; de Obras Públicas, Pedro Cepeda Anaya; y en especial del Secretario General de Gobierno, Héctor Villegas González.

La visión regional y conjunta no es fácil, pero es la que debe imperar para obtener mejores resultados en el corto, mediano y largo plazo, ya que la planeación adecuada y correcta, es la base para evitar los problemas de un crecimiento sin caótico, sin rumbo, a golpe de intereses sectarios.

Habrá que estar atentos para evaluar si ocurre esa armonización de planes, esa suma de esfuerzos y presupuestos, esa visión regional sureña con altura de miras para aprovechar de una manera más eficiente y ordenada el gran y variado potencial.

El sur está llamado a ser la mejor región de Tamaulipas.

Espero que surjan los nuevos liderazgos que sepan estar a la altura de este tiempo, de las circunstancias, retos, desafíos, pero sobre todo de las oportunidades de progreso que ofrece este rico filón del país, el verdadero edén tamaulipeco.