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EMILIANO ZAPATA

LETRA PÚBLICA

EMILIANO ZAPATA

RODOLFO SALAZAR GONZALEZ

El pasado Diez de Abril se cumplieron 99 años que Emiliano Zapata fue criminalmente sacrificado por una vil traición orquestada, en Chinameca, Morelos; víctima de una cobarde emboscada fraguada no por Venustiano Carranza si no por un sector de generales que integraban el segmento más influyente del Carrancismo, en esa etapa de la Revolución Mexicana. En la que incluso, ya se gestaba la comedia trágica en la que el propio presidente Carranza perdió su vida en Tlaxcalantongo, donde fue asesinado por una «Asonada de generales traidores» según escribe en sus memorias el secretario de hacienda del gobierno de Carranza, Don Luis Cabrera, quién era de los que acompañaban a Don Venustiano que iba rumbo a Veracruz para encontrar el respaldo de un gobernador leal a su causa y a su gobierno.

Emiliano Zapata es un personaje que forma parte de la mitología  popular mexicana, con la excepción que no tienen otras mitologías de la humanidad: Zapata existió. Fue un hombre de carne y hueso. Sus biógrafos cercanos, que han redactado su vida, lo definen: como un hombre misterioso; entendida esta descripción como silenciosa y solitaria, dueño entre otras cosas de una mirada que algunos han llegado a clasificar como mesiánica, característico de los hombres que durante su vida desarrollan sus actos para crear una sociedad que beneficie a la mayoría. La mirada de Zapata, era una expresión de tristeza y resignación, contrastaba con la seguridad que irradiaba su conducta y llenaba de seguridad a sus seguidores, que veían en el caudillo del sur al «Espartaco» del que nos cuenta la historia del Imperio Romano que encabeza una rebelión de gladiadores, buscando exclusivamente para todos la libertad a cambio de su vida.

Zapata ha sido llevado al cinematógrafo por varios directores de talla internacional, hay una película en la que el héroe mexicano (creador de la frase historica recurrente y adaptable en estos días que vivimos: «La tierra es de quien la trabaja». Este epítome de libertad, es ahora el recurso que ejercemos los mexicanos para hacer valer nuestros derechos. Así podemos afirmar que la libertad de expresión, es de quien la trabaja; la democracia, la justicia y la igualdad será siempre para los mexicanos que la trabajen). Es interpretado por Marlon Brandon en 1952, quien con todo y su aspecto caucásico logra con su magistral dominio de la escena interpretar a Zapata.

Recientemente la película más vista y distribuida en todas las salas mexicanas y en algunas importantes en el mundo, fue la que dirigió Fernando Arau, donde recrea un Emiliano Zapata intangible, mitológico y etéreo. Busca Arau elevar a condición de mito la figura inolvidable de Emiliano, el hombre del sur y autor del Plan de Ayala y junto con Francisco Villa «Los brazos populares» de la Revolución Mexicana.

A nueve décadas de su muerte y un siglo del inicio de la Revolución Mexicana y promulgación del Plan de Ayala, los ideales del caudillo del sur cobran particular vigencia y relevancia ante la desastrosa situación que enfrenta el campo y los campesinos de México. En efecto, después de la reforma agraria del presidente Lázaro Cárdenas, el campo mexicano sufrió durante el siglo pasado un proceso sostenido de abandono al fragor de los planes de la industrialización nacional primero, y después este deterioro se profundizó con el inicio del ciclo neoliberal emprendido por Carlos Salinas de Gortari, autor de la mayor contrarreforma agraria, pues en 1992, con el desquiciado propósito de incrustar el agro mexicano en la «Lógica del mercado» y en la apertura comercial, modificó el artículo 27 constitucional -eliminando el concepto de propiedad social- y de esa manera puso fin a los programas de redistribución de la tierra, liquidó el sistema ejidal y acabó en suma con una de las principales herencias de Emiliano Zapata y la Revolución.

Desafortunadamente durante los pasados 30 años las sucesivas administraciones han puesto en marcha directrices que han significado el abandono de los entornos rurales y el empeoramiento de las condiciones de vidas de sus habitantes naturales. Generando con esto una emigración masiva ante la falta de apoyos estatales a los campesinos a los Estados Unidos, para poder sobrevivir en actividades muy diferentes a las que desarrollaba como propietarios de sus tierras ejidales. Convertirse en criados, ayudantes de meseros, trabajar en albañilería o en cultivar furtivamente las grandes extensiones que se levantan en la unión americana y que exportan para su consumo en toda América Latina.

El campo mexicano recibió su acta de defunción con el capítulo agropecuario del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que hoy amenaza las perspectivas de vida de millones de campesino que aún sobreviven en el intento de proteger sus propiedades rurales. Ante esta lamentable situación social del campesinado mexicano el grupo en el poder ha mantenido una actitud de cerrazón, insensibilidad y ceguera, y ha carecido de voluntad política para atender las expresiones de descontento que no solo recorren el sector agrícola, si no que ya están extendidas por amplias fajas de la población mexicana.

Se viven tiempos similares a los que en vida Zapata les hizo frente. El círculo factico en el poder ha emprendido una campaña desmedida de agresión y persecución en contra de luchadores sociales y activistas que han intentado continuar de una u otra manera el camino trazado por el caudillo del sur. En esta coyuntura en donde el mercado interno mexicano está totalmente liquidado, queda claro que llegó la hora de reactivar el campo mexicano y apoyar a sus habitantes con la finalidad que el país recupere en materia de autosuficiencia alimentaria y de justicia social los parámetros que en alguna ocasión a mitad de los 60’s y principios de los 70’s los mexicanos disfrutaron. Los ideales zapatistas se presentan intactos y vigentes.

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