Columnas

La elegancia de renunciar

Rutinas y quimeras

Clara García Sáenz

La elegancia de renunciar

Hace algunos días el historiador alemán Hartwig Fischer, director del Museo Británico, renunció a su cargo después de que Scotland Yard recuperara más de dos mil piezas sustraídas de las bóvedas del museo. El hurto que, al parecer, se hizo de manera lenta y escrupulosa puso en evidencia la vulnerabilidad del espacio; Fischer presentó su renuncia, argumentado que se iba porque era claro que no estaba a la altura de lo que implicaba la responsabilidad de ese puesto.

Este acto de alta ética profesional es una lección para quienes a pesar de las circunstancias se aferran a los puestos, como si les pertenecieran, olvidándose que la vida pública implica un proceder cuidadoso para que la sociedad transite pacíficamente en su convivencia diaria.

La actitud de Fisher es un ejemplo de inspiración donde muchos deben abrevar; me viene a la mente el caso de Luis Manuel Rubiales Béjar presidente de la Real Federación Española de Fútbol cuya negativa a renunciar metió en una crisis al futbol y a España entera, teniendo en vilo al mundo con el escándalo por el beso a una jugadora.

Durante semanas fuimos testigos del linchamiento mediático por una parte y, por la otra, el cinismo de Rubiales quien argumentaba no haber actuado con alevosía. Dimas y diretes, revictimización de la jugadora, la madre de Rubiales haciendo huelga de hambre, las feministas furibundas, los futbolistas subiéndose a la discusión para ganar simpatías, todo mundo metido en el escándalo que hacía olvidar la proeza de las chicas que habían ganado un mundial, al final, este hombre se robaba los titulares de las noticias, las portadas de la web y las redes sociales por su necedad de no querer renunciar y, cuando al final lo hizo, rápidamente despareció el conflicto de los medios de comunicación y de las redes sociales.

Hoy el conflicto de los maestros de la sección 30 en Tamaulipas parece estar metido en un callejón sin salida por la resistencia de la secretaria de educación en Tamaulipas, Lucía Aimé Castillo Pastor, una mujer con alta preparación académica, con un expediente laboral de excelencia y un perfil profesional muy satisfactorio, pero cuyos métodos de trabajo no son compatibles con los maestros de Tamaulipas.

Los maestros no la quieren y piden su renuncia, ante la negativa de ella y el gobierno que la cobija, los maestros cuyo pliego de demandas consta de más de 20 puntos, piden para iniciar las negociaciones, despeje el camino, mientras que de la Secretaría de Gobierno les responden que es facultad del ejecutivo nombrar a sus colaboradores, a lo que los maestros contestan “que el pueblo pone y el pueblo quita”.

Ciertamente ceder a esa demanda resulta peligroso para la gobernabilidad en el sentido de que se puede tomar como debilidad y flaqueza de la autoridad ante el SNTE y otros grupos de poder que podrían empezar a presionar para quitar a otros funcionarios incómodos.

Sin embargo, la elegancia de renunciar para que las cosas fluyan en un momento en que el conflicto se empieza a alargar, sería un rasgo de audacia, inteligencia, sensibilidad, profesionales y de ética de Lucía Aimé Castillo Pastor, sobre todo, en un lugar donde ya no la quieren; porque, aunque el conflicto terminara pronto y ella se quedara, sería malquerida por los profesores, limitando su capacidad de trabajo. Si el conflicto se puede destrabar con su renuncia, pues que lo haga y entonces veremos si los profes cumplen su palabra.

E-mail: clargsaenz@gmail.com