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La humildad de Porfirio

La humildad de Porfirio

Por: Javier Terrazas

El pasado 9 de julio se fue del mundo terrenal uno de los políticos grandes de la historia moderna de México, además de abogado, académico, diplomático, periodista, legislador, servidor público y activista de la izquierda mexicana, Porfirio Alejandro Muñoz Ledo y Lazo de la Vega.

Fue un hombre inteligente, brillante, excelente orador, idealista y eterno aspirante a la presidencia de la república, uno de sus sueños incumplidos.

Intentó ser el candidato presidencial por el PRI en 1976 y en 1982, cuando el «dedazo» tricolor se inclinó por José López Portillo y Miguel de la Madrid Hurtado, respectivamente.

También fue candidato presidencial por el PARM en el 2000, pero finalmente declinó para sumarse a Vicente Fox Quesada, a fin de contribuir a la alternancia en México.

Antes había sido candidato a gobernador en Guanajuato donde tenía raíces familiares, pero también quedó en el camino. Contribuyó a que no llegara a la gubernatura el priista Ramón Aguirre Velázquez.

También fue representante de México ante la Organización de las Naciones Unidas, así como Embajador de México ante la Unión Europea. Quizá haya sido el mejor emisario mexicano en ambas misiones.

Fue Diputado Federal por el PRD, por el PT y por Morena. También Senador de la República. Fue líder de ambas cámaras legislativas.

Fue el primer Diputado Federal en impugnar a un presidente de la república en un informe de gobierno, en este caso a Miguel de la Madrid Hurtado.

También le colocó la banda presidencial y tomó protesta a Andrés Manuel López Obrador como presidente de los Estados Unidos Mexicanos.

Fue dirigente nacional del Partido Revolucionario Institucional y del Partido de la Revolución Democrática.

Cuando renunció el PRI formó la Corriente Democrática de la mano de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano e Ifigenia Martínez, entre muchos otros.

Luego acompañó a Andrés Manuel López Obrador en la formación de Morena, pero en la última etapa de su vida se distanció del presidente por discrepancias en la forma de gobernar, ya que según él se apartaba de la lucha democrática.

Porfirio Muñoz Ledo, antes de dejar el PRI fue parte de su alta burocracia, ya que se desempeñó como Secretario de Trabajo y Previsión Social, así como Secretario de Educación Pública.

Su trayectoria política llena de contrastes, revela que fue un eterno inconforme con el ejercicio del poder cuando este se apartaba de su esencia.

Así se explican los vaivenes de unos grupos políticos y partidos a otros.

De tal forma que aún con esos cambios, fue un hombre congruente con su pensamiento crítico que nunca se quedó callado, aún cuando tuviese que entrar de nuevo en conflicto con quien ejercía el poder.

En mi quehacer periodístico tuve algunos encuentros y desencuentros con Porfirio Muñoz Ledo.

Recuerdo que en una gira que hicieron él y Cuauhtémoc Cárdenas por Victoria, en una conferencia de prensa se encendió por una pregunta que le formulé.

La reunión con reporteros y columnistas victorenses fue en el desaparecido Café Daddys del Hotel Everest, en ese tiempo de Don Antonio Carcur.

En la apertura, habló de los motivos de la visita. Pero cuando llegó la primera pregunta del colega Alberto Guerra, reaccionó un tanto ofensivo indicando que todos estábamos acostumbrados a la hegemonía tricolor y que eso nos impedía ver los avances democráticos y hacia donde iba al país.

No aguanté y salí a la defensa del grupo, recordándole su pasado tricolor.

Y como previamente me identifiqué como corresponsal de Uno Más Uno de la Ciudad de México, me acusó de traer la encomienda de increparlo y incomodarlo, por lo que desató su furia hacia mí.

Pasado el incidente, ya que se tranquilizó, vinieron preguntas de otros compañeros y buenas respuestas.

Recuerdo que Ambrocio López entonces corresponsal de El Financiero,  le hizo el comentario de que se había excedido.

Y más tarde, ya cuando se celebraba el acto público en la plaza del 8 Juárez, se acercó a dialogar en plan tranquilo y ofreció una disculpa.

Dijo que del medio que yo era corresponsal lo acosaban mucho, hasta para ir al baño. Eran los tiempos en el uso descarado de los medios para descalificar a los opositores.

Con su nueva actitud, quedamos en buenos términos y «cuates».  Cuando se publicó mi nota de la estancia en Victoria en el medio nacional, vio la objetividad y luego recibí una llamada de uno de sus colaboradores cercanos.

Eso fue, si mal no recuerdo en el año 1988.

Años más tarde (2007), nos rencontramos en otro escenario muy distinto, neutral para ambos.

Acudió a dar una conferencia al auditorio de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, donde un servidor cursaba un posgrado.

El tema, el Avance Democrático en México, Impulsado desde la Izquierda, pero Capitalizado por la Derecha.

No éramos muchos asistentes a la cita, aun así mantuvo el nivel característico en su disertación.

Prefiero que sean pocos, pero interesados y de buen nivel, dijo, al indicar que si estuviera en una universidad de México le hubieran llenado de acarreados.

Al finalizar, le hice una pregunta alusiva a su rol en la transición democrática en México.

Dio interesante respuesta y al finalizar la reunión, me invitó a un café con otros mexicanos de la audiencia.

El sitio que seleccionó fue un café en céntrico lugar de Madrid, España, denominado 1916.

Ya en el sitio, reveló que fue ahí donde se gestó la Corriente Democrática que dio paso luego al Frente Democrático Nacional.

En esa misma mesa que departimos el café y unas tapas, estuvo años atrás con Cuauhtémoc Cárdenas y Felipe González, quien había sido el jefe de la izquierda española, en el PSOE.

Dos detalles que me permitieron conocer más el lado social, humano y liderazgo de Porfirio Muñoz Ledo.

Descanse en paz el gran conversador, ideólogo, orador, académico, diplomático y político mexicano.

Pocos de su estatura y visión de estadista.