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Lanza Felipe Montes La Hacienda de la Soledad, primer volumen de una saga

*Realismo mágico mexicano

La Hacienda de la Soledad es una obra de realismo mágico heredera de las sagas antiguas y contemporáneas. ¿Puedes desgranarnos algunos de los elementos que componen esta obra?

Con mucho gusto. Tiene personajes cuyo heroísmo se manifiesta entre lo cotidiano y lo épico, lugares de una belleza monumental y de una sordidez negra, ámbitos ferozmente urbanos y salvajemente rurales, rostros y manos con asperezas violentas y con tiernas suavidades, grandes casas de hacendados y descomunales rascacielos multifamiliares, ángeles, humanos, demonios, fantasmas y otras bestias.

El realismo mágico tiene sus propios elementos fantásticos. ¿Podrías revelarnos algún elemento fantástico de La Hacienda de la Soledad?

Una parvada de ángeles carpinteros interrumpen, a pedradas, una boda.

Las decoraciones para la boda cuelgan no sólo de los techos y de los árboles, sino también de las montañas y las nubes.

Un bebé es hijo biológico no sólo de su madre humana y de un ángel carpintero, sino, también, parcialmente, del hombre con el que ella originalmente se casaría.

Unos animalitos de madera van y se colocan en círculo sobre una máquina de coser, que su dueña nunca usa, y más adelante migran hacia la nueva habitación, ahora nupcial, de ella.

Una demonia trae una muñeca que camina con pasos cortos y saca de su orfanato a una niña ciega.

A un niño triste, encerrado en un sótano, le brota un par de alas membranosas.

Ya no te digo más.

¿Te has basado en mitos de Monterrey?

Así es, totalmente. La mitología regiomontana es el amplísimo sustento sobre el que construyo todo lo demás, que consiste en leyendas, también recolectadas, anécdotas del campo y la ciudad, historias de fantasmas, sucesos históricos, incidentes y noticias, chismes, y hasta bromas y chistes sobre los regiomontanos.

¿Cómo ha sido el proceso de documentación? ¿Has tenido que realizar algún tipo de investigación histórica?

Lo hago y lo haré para cada libro mío. La mitología regiomontana y mi imaginación condicionan la forma de todo. A partir de estos dos pilares, investigo en fuentes primarias y secundarias: entrevistas, encuestas, revisión documental, libros y tesis, caminatas, observación directa e indirecta, y, de nuevo, el nutritivo relleno y los firmes vínculos que me ofrece mi propia fantasía.

¿Te has basado en emplazamientos reales de la región de Monterrey para crear tu saga de novelas?

Todos son reales. En ocasiones, me doy la libertad de ampliarlos, de oscurecerlos, de iluminarlos, de colorearlos, pero todos existen y, cuando vengas a Monterrey, será un gusto para mí llevarte a los que te interesen.

En especial, me gustaría mencionar que hay un núcleo en la ciudad de Monterrey, delimitado por mí mismo a través de mis caminatas y del estudio de mapas, al que llamo El Ojo. Ese enorme sitio constituye el epicentro del cual emanan las principales fuerzas que mueven a mi obra literaria.

¿Qué significa para ti este proyecto, Felipe? Sé que tienes en él puesta mucha fe e ilusión.

Acertaste. Desde los trece años lo estoy creando, y tengo textos míos cuya creación se remonta mucho más atrás. Monterrey es mi pasión, mi obsesión, y la ciudad de Monterrey y su región constituyen el alimento que mi fantasía devora. Bien nutrido estoy, y avanzo con mi obra, como dices, con mucha fe e ilusión.

Comenzaste a construir este proyecto a los trece años… ¿Cómo surgió este deseo?

Pensé que mi ciudad no era tan interesante como los lugares en que se desarrollaban las narraciones de Quiroga, Poe y Bradbury. Por ello, una tarde escribí seis cuentos cuyas acciones se ambientan en el Monterrey del futuro. Cinco años después, en la biblioteca familiar, encontré las obras de los más importantes historiadores y cronistas de mi región y, fascinado y avergonzado, dupliqué mi visión de mi obra: me decidí a componer un poema narrativo que tuviera su inicio en la creación de sus valles por parte de los dioses de nuestra mitología, y su final catastrófico bajo una tormenta de fuego, lodo y sangre.

Cuando se escribe una obra literaria, se hace un regalo a un lector. ¿Cuál es el regalo que esconde esta novela?

Una experiencia que multiplicará los caminos de su vida, un ramillete de posibilidades magicorrealistas, un mundo descomunal en el cual podrá perderse, podrá amar y odiar, podrá explorar y convivir, o aislarse y contemplar los senderos y las decisiones que tomen sus insólitos y adorables personajes.