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NARCISOS Y TLACUACHES

LETRA PÚBLICA

NARCISOS Y TLACUACHES

RODOLFO SALAZAR GONZALEZ

Narciso es un personaje milenario de la mitología griega muy conocido a pesar de que existió hace varios miles de años, no obstante que enamorado de sí mismo como estaba; y que víctima del embeleso que le proporcionaba su propia belleza reflejada en los espejos de un río al que acudía día con día para contemplarse; no guardó las condiciones de seguridad necesarias, tuvo un traspié y murió ahogado en el fondo de ese espejo imaginario que le retroalimentaba con su propia belleza haciéndolo sentir el hombre más hermoso del universo.

Este concepto narcisista de sentirse admirablemente bello por los cuatro costados ha ido sufriendo transformaciones desde que el maestro Freud, lo tomó como ejemplo para poder diagnosticar el desajuste mental que muchos seres humanos padecen en nuestros días, que los hace aislarse del gremio de los seres humanos, para instalarse en un reino donde el monarca máximo es la belleza que siente tener.

El fenómeno del narcisismo con mucha frecuencia trasciende a las actividades de la clase política. Existen personajes que actúan en el servicio público que padecen el «Síndrome de Narciso» por la desproporcionada proyección que se autorealizan en los medios pagados con los recursos públicos que todos los que vivimos en este país; que tenemos que resistir la presencia de este fauna política que piensa que es aprobada por el juicio colectivo de los ciudadanos. No es así, el ciudadano común y corriente sabe que lo están utilizando y que lo que publicitan en la televisión no coincide con una realidad que representa una población que no tiene trabajo y que sufre los embates de una inflación galopante que ya el estado demostró no poder controlar. 

Cesar Garizurieta fue un político y escritor veracruzano a quien cariñosamente sus amigos lo llamaban «El tlacuache». Cesar, alcanzó los umbrales de la inmortalidad por que no entendía la vida de otra forma, si no era viviendo del gobierno. Con esta convicción filosófica logró construir quizá el aforismo más importante de la mitología política mexicana, cuando dijo: «Vivir fuera del presupuesto, es vivir en el error».

El tlacuache Garizurieta se desempeñó como embajador de México en algunos países centro americanos; tuvo una excelente amistad con varios presidentes de la República, era un hombre encantador como suelen ser todos los veracruzanos que hacen política en el país, pero su amistad mayor fue con Adolfo López Mateos, cuyo gobierno representó como embajador en Guatemala, de donde fue retirado sin habérsele dado una explicación palmaria de la razón de su cambio; por lo que no dudó en solicitar una entrevista con el presidente López Mateos a quién consideraba su hermano. Desafortunadamente nunca se la concedió; su desilusión fue tan grande, que cayó en una profunda depresión de la que nunca más pudo recuperarse en virtud de que un día del mes de Diciembre se suicidó en una habitación del Hotel Montejo que se encuentra ubicado en la avenida Reforma como una respuesta al desdén que había sufrido por quien consideraba su mejor amigo: Adolfo López Mateos.

 Murió el político veracruzano, pero surgió para la inmortalidad su lema «Vivir fuera del presupuesto es vivir en el error» que muchos políticos, entre ellos estatales y de la localidad de esta zona sur, (los vemos en Tampico, Madero y Altamira) desempeñan al pie de la letra y no saben hacer otra cosa que vivir exclusivamente de los recursos públicos, haciendo como que trabajan para justificar sus nutricios estipendios.

 Existe desafortunadamente una versión nueva del tlacuachismo que representa vivir del presupuesto no tan solo el funcionario que cobra las quincenas religiosamente, si no que este logra con la complacencia de su superior inmediato colocar a toda la familia en el presupuesto creándose la figura de un fenómeno que podemos llamar «Tlacuachismo Familiar».

En el paradigma anterior ser un tlacuache autentico representaba entre otras cosas estar siempre al servicio del presidente en turno, ya se sabía que era el PRI el que nombraba los candidatos y que este partido era invencible hasta que en el año 2000 sucedió la derrota nacional del tricolor y entonces el paradigma se rompió. Ahora en la actualidad para estar en el presupuesto hay que ser un auténtico saltarín profesional, brincar de un partido político a otro sin rubor y vergüenza alguna, es esta la nueva versión del tlacuache moderno, no guardar lealtad, no mostrar principios, carecer de un código ético, y tener solo en mente que su nombre figure en el cheque que quincenalmente le depositan en su cuenta bancaria. Así es como funciona el tlacuache moderno en nuestros días.

Ese es el drama que vive la política a niveles locales y estatales; estamos infestados de «Narcisos» y «Tlacuaches» que están muy lejos de ser personas brillantes y con principios éticos, que les permitan entender que nuestra ciudad, nuestro estado y nuestro país, no es un botín que debe repartirse para llevarse lo que quepa en el portafolio e irse a la casa. El país necesita de personas sean hombres o mujeres, que por sobre todas las cosas sean honestos y decentes, que no busquen mirarse en el espejo de la autocomplacencia como lo hacía el personaje de la mitología griega; y que no lleguen al colmo de proclamarse como los mejores servidores públicos del año, porque así se lo repiten todos los días los subalternos que con ellos trabajan. Tienen que entender que un servidor público implica entre otras cosas, la obligación consciente de que lo que se hace, es una tarea que está inmersa en la designación que la sociedad les otorgó; y que por esa razón están más que obligados a cumplirla sin recibir ningún otro elogio más que el que signifique la emoción del deber cumplido.

COMO DATO: Extraña y rara la invitación que está siendo el Instituto de Cultura en Tamaulipas que dirige Luís Sottil, para asistir a una exposición de imágenes de la virgen de Guadalupe. Advierte que tan solo podrán asistir las personas que reciban invitación y que los hombres deberán ir de traje y corbata y las damas de vestido largo y mitones en los brazos, me informan mis lectores. 

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