Columnas

Orden y perdón.

David Ed Castellanos Terán

@dect1608

Orden y perdón.

Le contingencia por Covid-19 obligó a los mexicanos a quedarse en casa, desafortunadamente no todos tienen la oportunidad de hacerlo pues deben trabajar por la salud del prójimo, otros por la malograda necesidad de salir a ganar para vivir al día. El coronavirus ya nos mató a 94 personas en México y alcanzó aceleradamente a más de 2 mil.

Para nadie ha sido fácil guardarse y convivir tanto tiempo con sus parejas, hijos e incluso la misma soledad. ¿En realidad están viviendo los mexicanos una felicidad absoluta sin pararse temprano para alistar el lonche de los niños y llevarlos a la escuela o para cumplir con sus labores cotidianas?

Es muy común leer lamentos en las publicaciones de redes sociales que son principalmente el punto de convergencia cibernética humana en medio de la pandemia por Covid-19, los más responsables no salen y ni se congregan con familiares y amigos; únicamente vía aplicaciones electrónicas encuentran comunicación, pero la mayoría solo pone tristezas, lamentos y cuenta los días malogradamente.

Hoy quiero dejar de lado el compromiso o responsabilidad política. Que si el presidente cumplió o no con el mensaje de los primeros 100 días de su segundo año de gobierno, que si los gobernadores han actuado de la mejor manera para proteger a sus representados. El presidente de México al rescate, los jefes estatales unos mentirosos. Sabrá Dios. Lo cierto es que cada individuo tiene la oportunidad de ver por los habitantes de sus respectivos hogares.

Pero bueno a sugerencia de un amigo psicólogo  lo mejor es crear un esquema de operaciones o actividades en casa. Desde la hora de los alimentos, la sobre mesa, alguna actividad colectiva familiar como el orden de la casa, después hasta la hora de debatir si tocara comer frijoles con chile o arroz con plátano, para después su preparación y servicio.

Las horas y el tiempo lo marcarán cada uno de los integrantes, pero a consideración de los especialistas en la salud, esta es una forma práctica de mantener el orden social dentro de la familia y comenzar a alejarnos del miedo. Es el momento de reforzar nuestro entorno, cuidar las relaciones, sentirnos como una misma sociedad, porque esto no se trata de ricos o pobres, de viajeros a otros países o a la siguiente cuadra del barrio, los políticos y apolíticos son infectados por igual; ancianos, recién nacidos, niños y jóvenes corren el mismo riesgo de ser atrapados por el virus que es hoy por hoy un ‘nos tiene paralizados’.

Olvidemos los rencores, salvemos el cariño y el amor que hemos descuidado porque mañana contamos con un poco de suerte y protección de tu Dios, lo único que vas a ver en la calle es la cara del otro… de ese al que vas a necesitar para recomponer tu vida. Estamos a tiempo.

davidcastellanost@hotmail.com