Columnas

Polvorín Laboral

Tribuna

Por Javier Terrazas

Polvorín Laboral

Hace ya cerca de tres décadas que no se vivían en la frontera de Tamaulipas  conflictos laborales como el que se suscitó esta semana y que está levantando polvo en Matamoros.

Esa tres veces heroica ciudad,  tiene un largo historial de huelgas, motivado por un líder obrero cetemista, Agapito González Cavazos, que se fajaba bien los pantalones en defensa de la tropa obreril.

Peleó por semana laboral de 40 horas y mejores salarios y prestaciones para los trabajadores de ese gremio que se agrupaban en el Sindicato de Jornaleros y Obreros Industriales.

Su terca defensa de la clase trabajadora propició que nuevas maquiladoras se fueran a Reynosa,  motivadas por el Gobierno con la oferta de los llamados “sindicatos blancos”.

De esas luchas, quedaron consignados en cláusulas de los contratos laborales de las maquiladoras asentadas en Matamoros que los incrementos en las revisiones  anuales serían de acuerdo al salario mínimo.

Y como ahora el presidente de la república Andrés Manuel López Obrador  anunció el 100 por ciento de alza en la frontera o “zona libre”, pues las bases están exigiendo se cumpla.

Se trata pues de lo que establecen los contratos, un incremento acorde al alza en los salarios mínimos y un bono anual.

Cuando los ajustes eran del 3 a 4 por cientos, todo era miel para los patrones, pues el ajuste era raquítico y el bono anual que se calculaba en función de esa proporción llegaba a 3 mil 200 pesos.

Pero ahora el incremento fue del 100 por ciento, entonces los obreros con apego a lo que señalan los contratos piden se haga efectivo y el bono también se dispara al 32 mil pesos.

En feo lío están metidos los “líderes charros”  actuales, entre ellos Juan Villafuerte Morales,  Jesús Mendoza Reyes,  Alfredo Bazán Serrata y Longoria.

Ya que, como lo han hecho los últimos años se han cargado para el lado de los patrones, lo que les deja canonjías de las empresas, además de vivir como reyes con cargo a las cuotas sindicales.

Así es que el problema está complicado porque los contratos establecen ese ajuste y los dirigentes sindicales están muy desgastados con las bases y están siendo rebasados;  en tanto que las empresas no tienen la capacidad de respuesta.

La circunstancia obliga una intervención muy brillante por parte de las autoridades laborales y de desarrollo económico del Gobierno del Estado.

Pero no se aprecia en los titulares de las Secretarías del Trabajo Esthela Chavira Martínez y de Desarrollo Económico, Carlos García González, las habilidades para establecer los acuerdos.

Se necesitan buenos negociadores, cabilderos hábiles y  especialistas en derecho laboral que ayuden a la construcción de un acuerdo para que ambas partes queden satisfechas.

Y obviamente oficio político que parece un elemento poco común, pues se ha sustituido por prácticas de presión muy burdas.

El asunto, seguramente exigirá de la participación de hombres de más capacidad y manejo político en la administración estatal; así como de la propia Secretaría del Trabajo a nivel federal, donde despacha María Luisa Alcalde.

Seguramente, como resultado puede quedar un incremento salarial razonable que dignifique los ingresos de los trabajadores; el surgimiento de nuevos líderes y la jubilación de los actuales; así como posibles cambios en el gabinete laboral estatal.

La oleada que se viene no es fácil y se requiere de los mejores perfiles en esa delicada área.

La estabilidad laboral es un elemento tan preciado para los inversionistas nacionales y extranjeros, que está por encima del tema de la seguridad.

De ese tamaño es la necesidad de salir bien librados de ésta emergencia.