Columnas

Veredicto popular

Han pasado casi dos semanas de la elección del 5 de junio en que las y los tamaulipecos elegimos a quien regirá los destinos de la entidad a partir del 1 de octubre.

Transcurrieron también ocho días de que el Instituto Electoral de Tamaulipas, responsable de la organización de los comicios, entregara la constancia de mayoría al ganador.

Estas dos semanas han sido importantes para que la sociedad, especialmente quienes acudieron a las urnas,1 millón 454 mil 780 tamaulipecos, manifestaran como se vivió la elección.

Más allá de las crónicas periodísticas del día de la elección, del suspenso en el conteo preliminar, de las encuestas de salida de las urnas, de los anticipados festejos de triunfos, surgieron las voces de los ciudadanos.

Y con ellas, las maniobras que los equipos de cada uno de los tres contendientes hicieron o dejaron de hacer para tratar de convencer, comprometer, presionar y exigir votos para sus candidatos.

Esa es una realidad en nuestra pésima democracia mexicana.  El voto libre es muy reducido. La mayoría entra en el mercado, nuestros políticos lo pervirtieron y el sufragio de compra o de vende.

Y pareciera lógico que el que más compra el voto es el que gana la contienda, pero no siempre es así. Esa regla tiene sus excepciones.

A cada truco que sale para comprobar el voto hacia el candidato para el que se solicitó,  surge otro truco para evadirlo.

Cuando la palabra valía, el voto se pagaba con anticipación.

Cuando dejó de valer la palabra, se aplica el dicho campirano «chivo brincado, chivo pagado», es decir, se paga hasta que el voto está en la urna y se prueba fue a esa causa.

Pareciera que las Nuevas Tecnologías de la Información, como el internet, teléfono celular y redes sociales, contribuyen a asegurar que el voto pagado, sea certificado para el candidato solicitado.

Sin embargo, no surtió los efectos deseados.

Lo que aflora a dos semanas de la contienda, es que muchos de los «votos comprados» a 500 pesos para uno de los aspirantes, no se reflejaron en el escrutinio, a pesar de haberse reportado por el votante, como concretado.

Resulta que se hizo una red de amigos entre los votantes, de tal forma que quienes votaron primero compartieron la foto tomada de la boleta cruzada, de tal forma que a esa imagen le sobrepusieron el numerito que les dieron como control personal.

Y con ello, cobraron , pero el voto se fue hacia el candidato de su preferencia.

Algunos otros, hicieron lo que les pidieron, reportaron la foto, pero luego le pusieron una leyenda de que los habían presionado y precisaban que se no, que el válido era el otro que cruzaban. Desconozco si para el IETAM fueron válidos o nulos esos votos, pero si fueron nulos se restaron a la causa del pagador.

Todavía, en círculos de las burocracias estatales, este viernes, en redes sociales surgieron mensajes de que algunos de los comisionados para la atención a los votantes, estuvieron pagando deudas por los votos.

En ese ir y venir de comentarios, no han surgido datos de la cotización del voto por el equipo del otro candidato.  Las versiones de los adversarios lo atribuyen a los programas sociales y a presiones de los «siervos de la nación» de la SEBIEN.

La etapa del proceso electoral  en Tamaulipas entró ya a otra etapa.

El pasado jueves cerraron los tiempos para las impugnaciones.

El IETAM recibió 30 recursos de impugnación, 15 del PAN y 15 de MORENA y aliados. Cada uno de ellos en territorios adversos.

Esas impugnaciones pasarán a los tribunales electorales estatal y seguramente el regional de la Sala Superior del Tribunal Federal. Será hasta agosto cuando tengamos el fallo final.

Pero en el grueso de la población y los votantes, sigue imperando el resultado del 5 de junio y ratificado el 11 de junio con la constancia de mayoría.

La diferencia es de 88 mil 583 votos, es decir un 6.09 por ciento.

El segundo lugar, César Verástegui Ostos, del PAN-PRI-PRD, logró 642 mil 800 votos,  44.18%.

Y el primer lugar Américo Villarreal Anaya, de MORENA-PT-PVEM obtuvo 731 mil 383 votos, 50.27%.

El veredicto popular es que Américo ganó y lo hizo bien.

Y que a su adversario no le alcanzó, aún con todos los trucos.

Su error, no deslindarse del gobernador Francisco García Cabeza de Vaca.

Pesó más el hartazgo a «los cuernos largos», que el trabajo duro de una campaña que logró meter al candidato panista a la pelea.

Hoy, la lucha por la nulidad del proceso, más que recomponer el resultado, tiene tinte de carta de negociación para salvar «el cuero vacuno», pues «las astas ya fueron mutiladas», por el pueblo en las urnas..