Columnas

Victoria: Banquetas suicidas

Por: Javier Terrazas

Después de las posadas decembrinas, la cena navideña, el recalentado, la cena de año nuevo y la rosca de Reyes, casi todos llegamos a la segunda semana de enero con algunos kilos de más.

Los pantalones no cierran bien, a los cintos hay que correrles un ojillo y eso hace que nos sintamos incómodos con los excesos que pasamos en la alimentación y el efecto en nuestras figuras, de por si nada esbeltas.

Y sentimos la necesidad de hacer ejercicio, al menos caminar, caminar, caminar y más caminar para tratar de quietar esas lonjas que crecieron unos centímetros.

Por tanto, incluimos en la lista de las metas del año, comer menos, alimentarnos sanamente, hacer ejercicio de manera ordinaria y bajar de peso.

Ante la falta de parques públicos en buenas condiciones en diversos sectores de la ciudad, son los gimnasios particulares los que hacer buen negocio con las inscripciones de principios de año, aunque solo sean enero y quizá febrero.

Pero el grueso de la población no acude a los gimnasios o clubes.

Trata de hacer ejercicio en su casa o bien salir a caminar en las calles aledañas a su domicilio.

Me incluso en éste último grupo, por aquello de la inconstancia en los gimnasios y el pésimo estado de la plaza cercana a mi hogar.

Desgraciadamente ese ejercicio que debería ser muy grato y disfrutarse por recorrer el barrio y saludar a los vecinos, el malísimo estado de las banquetas lo convierten casi en un «paseo suicida».

Se puede equiparar con un «deporte de alto riesgo», debido a que la mayor parte de estos espacios públicos que deben garantizar el libre tránsito y seguro de los peatones, no cubren con los mínimos requisitos.

De acuerdo a los manuales de construcción de las banquetas en las principales ciudades del país marcan que deben tener un ancho mínimo de 1.20 metros de ancho, ser antideslizante en seco o humedad, firmes, en cuadros de 40 por 40 centímetros o mayores, libre de obstáculos, sin desniveles ni resaltes.

Si se hace una revisión para evaluar las condiciones de las banquetas de Ciudad Victoria, encontraremos que pocas, muy pocas, reúnen esos requisitos básicos.

Algunas tienen siglos, décadas, lustros y años de abandono.

Llegué a ésta hospitalaria ciudad hace poco más de 40 años y en ese lapso de tiempo la gran parte de las banquetas del centro de la ciudad no han recibido «ni un cariñito».

Desde entonces, han pasado por la alcaldía Raúl García García (+), Jaime Rodríguez Inurrigarro, , Tito Reséndez Treviño, Ramón Durón Ruiz (+), Gustavo Cárdenas Gutiérrez, Pascual Ruiz García, Enrique Cárdenas del Avellano, Eugenio Hernández Flores, Alvaro Villanueva Perales, Arturo Diez Gutiérrez Navarro, Miguel González Salum, Alejandro Etienne Llano, Oscar Almaraz Smer, Xicoténcatl González Uresti, Pilar Gómez Leal y Eduardo Gattás Báez, quenes muy poco han hecho por dignificar estos espacios públicos.

La principal atención de los alcaldes e incluso los gobernadores se centran en el mantenimiento y conservación de la cinta asfáltica de las calles, destinadas al tráfico de vehículos particulares y el transporte público.

Las banquetas quedan en el olvido. Los peatones no son tomados en cuenta.

En mis recorridos de los últimos días de la semana, en las calles del centro de la ciudad por el sector de la vandalizada Estación del Ferrocarril, a solo cuatro cuadras del Palacio Municipal, he encontrado banquetas pésimas.

No tienen el ancho mínimo de 1.20 metros, hay desniveles muy pronunciados, hay obstáculos como postes de servicios públicos o árboles cuyas raíces hay levantado las banquetas.

También estructuras metálicas de barandales o portones con aumentos que en el ánimo de ampliar cocheras invaden las banquetas.

Igualmente, registros abiertos sin las tapas correspondientes, baches en las banquetas o tramos largos de estas que no fueron construidos con suficiente concreto de tal forma que el agua las ha semidestruido.

Otras tantas banquetas han sido alteradas para convertirlas en rampas para la entrada a cocheras de muchas viviendas, en ocasiones con grandes pendientes que impiden el paso de los peatones quienes deben bajar a la calle con el riesgo de ser arrollados por autos.

También se da el vicio de los propietarios de usar las baquetas para dejar ahí materiales de construcción que impiden caminar por ellas.

Hay que las utilizan para estacionar autos o motocicletas con el mismo efecto en los peatones.

Ante la falta de vigilancia por parte de las autoridades municipales o estatales en materia de obra pública en los espacios públicos, cada quien hace lo que se le antoja en la banqueta frente a su domicilio.

Caminar para trasladarse a la escuela, centro laboral, ir de compras o simplemente caminar para hacer ejercicio en nuestras banquetas victorenses, se convierte en una actividad de riesgo.

Quizá ahora que la capital tamaulipeca recibirá un apoyo adicional para atender las necesidades de infraestructura, con el Fondo de Capitalidad, una parte de esos recursos deban utilizarse para mejorar las banquetas y convertirlas en caminables.

Que transitar por ellas deje de ser un «deporte de alto riesgo» e incluso «espacios públicos suicidas».

Camine alrededor de la manzana donde se ubica su domicilio, para ver si en su sector tiene banquetas dignas y cumplen los requisitos previstos en los reglamentos.

Caminar es saludable, en particular para los adultos mayores.

Pero tobillos torcidos, rodillas lastimadas o lo más grave caderas rotas por caídas en las banquetas, no es saludable, sino un atentado a la salud y el bienestar.

Bajar los kilos acumulados en el periodo «Guadalupe-Reyes» pasado es muy difícil de lograr caminando por las pésimas banquetas victorenses.