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AL VUELO-Cártel

AL VUELO-Cártel

Por Pegaso

Andaba yo volando sobre el centro de la ciudad, viendo los coloridos vehículos de la Expo Car Fest organizada por el Municipio y el club de autos clásicos para solaz esparcimiento de la chaviza y la momiza.

De ahí me fui a mi establo para checar las últimas noticias, memes, top trendings y demás tendencias de la red para comentarlas con mis escasos lectores en éste pueril espacio.

Me hallé, efectivamente, con algo que llamó mi atención.

Un video con el llamativo nombre: “Detienen al cártel de la chatarra”, replicado varias veces en You Tube, donde un grupo de activistas llamado “Colectivo Puño de Tierra” tuvo la brillante idea de hacer una parodia policíaca con fines educativos.

En dicho video se ve cómo la “policía” lleva esposados a cuatro peligrosos delincuentes:  El Oso Polar de Coca Cola, Melvin el Elefante, el Tigre Toño y Ronald McDonald.

Los colocan detrás de una mesa, con el “cuerpo del delito” frente a ellos: Unas botellas de Coca Cola, unas cajas de Choco Crispis en varios tamaños, otras de Zucaritas y algunas hamburguesas de McDonald’s.

El “comandante de policía” responsable de la aprehensión de los “capos” procede a hacer la presentación de cada uno de ellos, con la descripción del delito del cual se les acusa.

En síntesis, los cargos son los siguientes: Enajenar a los niños con publicidad engañosa y comercializar productos de dudoso valor alimenticio.

Se manejan datos duros, por ejemplo, que el consumo de productos chatarra, con alto contenido de azúcar, grasas y harina procesada son los responsables del alto porcentaje de obesidad en niños y adultos (cerca del 14% de la población), además de que la ingesta de refrescos de cola propende a los consumidores a desarrollar problemas de diabetes e hipertensión arterial.

Yo veo en la tele todavía una gran cantidad de anuncios de productos chatarra sin regulación alguna.

Apenas ayer se transmitía en un canal de televisión, en horario infantil, un promocional de la marca Zucaritas, donde el Tigre Toño muestra a un chavo de diez o doce años de edad cómo jugar al basquetbol y termina con la frase: “Zucaritas deKellog´s hará un tigre de ti”.

Recuerdo que el pasado 1 de mayo, durante el desfile del Día del Trabajo, empleados de la empresa Marinela lanzaban a los niños paquetitos pequeños de gansitos, choco roles y negritos, con gran algarabía por parte de los párvulos.

Eso nos da una idea de la extraordinaria demanda de ese tipo de golosinas y cuán efectiva es la publicidad que despliegan las empresas.

A la vuelta de los años, esos niños estarán convertidos en sujetos obesos, propensos a la diabetes y con problemas de hipertensión arterial.

El “Cártel de la Chatarra” o el “Cártel del Azúcar”, como se le conoce, no es cosa de juego.  Cada año los empresarios que están detrás de las marcas que inundan el mercado se llevan a la bolsa miles y miles de millones de pesos, mientras que la población del país enferma o muere cada vez en mayor cantidad.

México ocupa el primer lugar en consumo de Coca Cola, por ejemplo, y el segundo lugar a nivel mundial en obesidad.

La mafia del azúcar, aparte de ser responsable de la muerte de miles de mexicanos, es cobijada por las autoridades, que no les ponen ningún freno.

Se supone que con las nuevas políticas de salud, ya no se deberían vender alimentos de bajo contenido alimenticio y elevado en calorías en las cooperativas escolares

Tampoco tienen que transmitirse en la televisión comercial engañosa que van dirigidos a los chavos.

Todo el mundo sabe que los alimentos chatarra causan más muertes que los mismos cárteles de la droga, pero los grandes empresarios de empresas como Bimbo, Marinera, Coca Cola, McDonalds y otros, se codean con el Presidente de la República, con el Secretario de Salud y el resto de los funcionarios de alto rango.

Desfilan en las fastuosas fiestas de la más rancia aristocracia mexicana personas como Eva Gonda Rivera, accionista de Coca Cola, los integrantes de la familia Servidje, propietarios de Bimbo, José Calderón Rojas, de Coca Cola (FEMSA), Juan Ignacio Gallardo Thurlow, de Pepsi, Consuelo Garza Lagüera, (FEMSA) y muchos más “mafiosos” que tienen sus palacetes en las zonas más exclusivas de Monterrey y el DF.

Disfrazados como pomadosos y respetables empresarios, son responsables de más muertes que El Chapo, Zambada y Don Neto juntos, pero nadie les hace ni siquiera un gesto de fuchi, ni mucho menos pisarán una cárcel de máxima seguridad.

Recordemos cómo engañan a los niños con sus comerciales, cómo los atraen a la trampa del azúcar y la grasa cual si fueran modernos flautistas de Hamelin:

Aparece el pinche gansito de Marinela con un grupo de infantes en una playa, los cuales resienten los efectos del calor. Se ve que el personaje abre una hielera repleta de pastelillos y los ofrece a los abochornados chiquillos, que los engullen con fruición.

Y finaliza con su frasesita mamona: “¡Recuérdame!”

Hay un comercial donde aparece el Osito Bimbo en medio de un trigal: “¡Hola, soy yo, el Osito Bimbo! Fíjense.  La riqueza del pan viene del trigo, por eso todos los días lo horneamos para llevarlo fresco a tu mesa para que puedas prepararte deliciosos sandwiches”.

Lo que se le olvidó decir al perverso plantígrado es que la harina refinada no está considerada como un alimento sano por su falta de fibra y alto contenido de gluten.

Se ve en otro promocional que un niño está en posición suplicante y dice: “¡Ay, Osito Bimbo!”, frase muy similar a la que han usado los tiernos infantes durante muchas generaciones en México para pedir un milagro: “¡Ay, Diosito lindo!”

Casi todos los comerciales de el Tigre Toño incluyen escenas con chavos decaídos que con el sólo hecho de comer Zucaritas se convierten en campeones deportivos.

“Zucaritas de Kellog´s hará un tigre de ti”,-dice el sonriente felino.

Aparte de esas técnicas de lavados de coco que van directamente a las mentecitas de nuestros chamacos, hay un arsenal enorme de trucos a disposición de los publicistas.

¿Se han fijado, por ejemplo, que la inmensa mayoría de los personajes que aparecen en los medios impresos y electrónicos muestran la lengua? Eso provoca la salivación inconsciente de los niños, con un deseo incontrolable por probar gansitos o zucaritas.

¡Con razón los niños y no tan niños se arremolinaban en el camión de Marinela que repartía golosinas durante el desfile del Día del Trabajo!

El “Cártel de la Chatarra” es encabezado por un payaso maléfico: Ronald McDonald.

Si se fijan bien, éste personaje ha sido la fuente de inspiración de otros payasos grotescos del cine, como en la película It.

Pennywise, el macabro personaje de la novela de Stephen King, también trae la cara pintada de blanco, también luce una peluca roja y la nariz y boca rojas; en ocasiones viste un overol amarillo, similar al de Ronald McDonald.

Los productos chatarra que comercializa son todo, menos saludables.  Incluso la producción de carne para las hamburguesas se ha asociado al maltrato animal y al abuso de hormonas para elevar su rendimiento.

McDonald’s tiene dos trucos para atraer al público infantil:  El primero consiste en convertir las tiendas donde se expenden hamburguesas en centros de diversión, con toboganes, columpios y todo eso.  La segunda técnica es ofrecer juguetes de plástico de películas famosas mediante las cajitas felices.

El “Cártel de la Chatarra” no sólo está manejado por esos “capos”, sino que hay multitud de células y ramificaciones, desde dulces, pastelillos, frituras y bebidas edulcoradas, hasta supuestos productos saludables que en realidad no lo son tanto.

El colmo de la perversidad, desde mi muy particular punto de vista, fueron las transmisiones que por muchos, muchos años, se hicieron desde el programa infantil En Familia, con Chabelo.

Ponían a concursar a varios pilluelos para que dijeran frases “bubulescas”.  El premio para el ganador era una dotación de bubulubus.  Y así, sucesivamente, durante décadas el programa envenenó la mente y el cuerpo de nuestros infantes.

Termino con el refrán estilo Pegaso que a la letra dice: “¡Sáciate, en éstos momentos en que es abundante la mezcla de arcilla y agua!” (¡Atáscate, ahora que hay lodo!).