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Carlos Pérez Hernández de carne y hueso: ‘Un día soñé ser presidente municipal de Tampico’

Por Felipe Martínez Chávez

Con paso firme, de sonrisa fácil y afectuoso, de vez en vez levanta su mano para responder al saludo de amigos y conocidos. Otros se acercan en sana distancia para saber de él.

Carlos Pérez Hernández, prominente abogado y notario, con muchos sueños de infancia ya cumplidos, recorre el emblemático Centro Histórico del puerto como lo ha hecho desde que tiene uso de razón. Hoy frisa los 60 años.

Una característica es que lo “tutean”, hay la confianza para darle ese trato.

-Aquí todos somos amigos -dice mientras nos encaminamos hacia la Plaza de la Libertad.

En términos coloquiales, Carlos “es pueblo”. Y cómo no va a serlo si nació y se crió en la popular colonia Cascajal, allí abajito de la Plaza de Armas, “donde todo mundo nos queremos”.

Un tampiqueño “de pies a cabeza” que, desde los cinco años, supo que el estudio era el camino para llegar a nuevos horizontes. Se formó en la cultura del esfuerzo que hoy lo coloca en la antesala de una candidatura a la presidencia municipal, por cualquier partido.

Ese Carlos “de carne y hueso” nos habla de su niñez, su familia, el estudio que le abrió las puertas en la vida, y genera opiniones del dispendio de los gobernantes en “guaruras”, aviones y suburbans. También de la honestidad y transparencia que deben imperar en la administración pública.

Tiene una visión fresca de lo que necesita el Tampico abandonado por autoridades, que solo se dedican “a barrer calles y pintar cordones de las banquetas”.

-Siempre he pensado que la función pública es para sacar adelante a la población, y no para aprovecharse de ella. Con tristeza se da uno cuenta que llega un alcalde y con él sus amigos y hacen muy buenos negocios, cuando tienes que darle juego a todos los actores económicos.

Recuerda ese Cascajal de cariño e ilusiones, “como antes eran las familias”, pero también de  muchas carencias.

-Mis papás, a pesar de no ser gente de dinero, siempre se esforzaron para que, como niños, no nos faltara nada. No recuerdo algo que hubiera querido y no pudiera tenerlo.

Le genera una sonrisa contar cómo fue su primer día de clases en la primaria Francisco I. Madero, ubicada al lado de la casa rentada en que vivía la familia.

-A la distancia me río. Tendría unos cinco años. Fui y me metí a la escuela, y la maestra Raquel Tovar -que la recuerdo con mucho cariño; con un carácter muy fuerte- me dice: Bueno y tú que traes aquí… No, es que quiero entrar a la escuela, y me dice: No  m’ijo, es que te tienes que inscribir. Es que yo… Bueno, quédate aquí como oyente, me dijo.

En esa época era común que otros niños de su edad rehuyeran ir a la escuela, lo que no sucedía con Carlos quien, en su mente infantil, ya sabía lo que quería en la vida.

Al día siguiente, sin avisarle tampoco a su madre, se volvió a presentar con la maestra Raquel.

-Me bañé temprano y otra vez ¿y tú qué?, es que vengo a la escuela. Pero no te has inscrito ¿dónde vives?, pues aquí al lado, y bueno, vamos a ir a platicar con tu mamá. Fuimos y me inscribieron.

-Cuando pasa por la escuela ¿hay nostalgia?

-A  la Francisco I. Madero fui los primeros dos años. Después mi papá me inscribió en la Gabino Barreda, que es la que más recuerdo. Tengo buenos amigos, incluso hace rato me reuní con varios de ellos, ex compañeros. Nos seguimos frecuentando.

-¿En qué momento nace la vocación de abogado?

-Guardo un escrito de orientación vocacional que nos hicieron en la secundaria. Ahí les dije que quería ser abogado. Siempre he querido ser abogado, tengo una hermana y un hermano abogados, dos de mis tres hijos lo son, mi esposa lo es, y una sobrina. No me concibo de otra forma

-¿Buen estudiante universitario, o de panzazo?

-Siempre  me quedó  muy claro que para sobresalir había que ser de los más adelantados. En la primaria recuerdo aquel día en que el maestro Víctor me dijo que yo iba a ser abanderado. A veces viene a visitarme a la notaría, se siente muy orgulloso de mí y yo de él. Fui muy buen estudiante.

-¿La mejor enseñanza de sus padres?

-Les agradezco mucho. Eran unos adolescentes. Cuando yo nací ella tenía 15 o 16 años y él 16 o 17. Prácticamente yo antes los veía como mis  hermanos mayores porque es muy corta la distancia en edad. Sin embargo puedo decir que, sobre todo mi papá, no quería que anduviera de travieso, siempre  me  mantenía ocupado y estaba dale y dale: ¡Vaya a la escuela!, y ¡vaya a la escuela!

La familia Pérez Hernández está compuesta por seis  hermanos. Sus padres todavía viven.

-Nos frecuentamos, los quiero mucho, los respeto más, son gente que no tuvieron mucha educación pero nos sacaron adelanten a los seis. A todos  nos dieron las mismas oportunidades. Creo que Dios me bendijo en tener padres como ellos.

UN INSULTO GUARURAS Y AVIONES DE FUNCIONARIOS

Carlos casó con Olga Ofelia Valladares Heredia en 1988 y tienen tres hijos: Olga Ofelia, Carlos y Francisco Emiliano, quienes hicieron carreras universitarias.

Su esposa ha cursado tres carreras: Ciencias de la Comunicación, Derecho y Mercadotecnia, además de una maestría en Administración y Finanzas.

-Si pudiera volver a estudiar ¿elegiría ser abogado?

-No me veo de otra manera. Aparte de la abogacía me hubiera gustado ser contador por lo ordenados que son, de tener bien el presupuesto, los números, estrategias contables. Sería otra vez abogado pero  lo complementaría con alguna carrera de contabilidad.

-¿Siempre litigante y notario?

-Siempre, o como se dice en el argot de los abogados: Siempre he andado de “pata de perro”, y ahora como  notario.

Carlos Pérez Hernández es el presidente del Colegio de Notarios de Tampico, Madero y Altamira. Por un tiempo aceptó el nombramiento de Director del Registro Público de la Propiedad en Tamaulipas. Fue un espacio de alrededor de ocho meses.

-Pero luego luego entendí que no era mi función.

Al hablar de la función pública, considera que la transformación que vive México implica transparencia, honestidad y austeridad.

-Creo que la época de las suburbans, guaruras y aviones se tiene que acabar. Nuestros gobernadores y alcaldes se deben dar cuenta que este tipo de actividades insultan a la población.

Es  evidente que hay inseguridad en Tamaulipas, comenta, “pero  no es para que los funcionarios hagan derroche del presupuesto”. En todo caso el Fiscal General es el que tendría que andar protegido.

-No creo que un alcalde tenga que traer 20 o 30 guaruras, o que lo anden cuidando seis o siete suburbans. Y qué bueno que nada más fuera el  alcalde, pero es para la esposa, el hermano, los hijos.

ENCANTADO DE ESTAR EN  LA BOLETA ELECTORAL

Sin filiación política ni presencia en cargos por elección, Pérez Hernández es la sangre fresca de quienes hoy son señalados como precandidatos a la alcaldía tampiqueña.

-¿Le va a entrar?

– Estamos analizando, viendo posibilidades. Tenemos la capacidad, el carisma y las ganas para una buena jornada. El partido no se ha definido. He platicado con varios, he visto toda la gama de posibilidades y debemos tomar una decisión.

Agrega con otra sonrisa:

-Por mi encantado de estar en una boleta electoral, es un sueño que me propuse desde niño. Mi papá me vacilaba cuando me decía que iba  ser presidente pero de un pueblo sin gente.

-¿El “gusanito” de la política lo trae desde siempre?

-Más que un gusanito, es una aspiración como todo tampiqueño. Creo que a Tampico no lo hemos sabido proyectar. Vemos edificios abandonados, espacios que un buen alcalde debe impulsar para ganar esas áreas.

Manifiesta que el municipio necesita un proyecto intenso de desarrollo.

-Creo que no es suficiente andar barriendo las calles y pintando los cordones de las avenidas.

-Si un día tuviera la oportunidad ¿qué es lo primero que haría como presidente?

-Ser muy transparente, una honestidad ahora sí que a ultranza. Tengo fama de muchas cosas pero menos de “ratón”, si hablamos en términos muy coloquiales. Impulsaría todo un proyecto económico para levantar esta área del Tampico viejo, invitar inversionistas para que vengan a aprovechar el canal de la Cortadura, que es muy bonito pero falta embonarle servicios. Cerca no hay ningún hotel ni restaurante.

-Si yo le menciono la palabra  Justicia ¿qué es lo primero que piensa?

-Darle a cada quien lo que le corresponde.

-¿Si le digo verdad?

-Decir las cosas tal como son, aunque causen dolor.

-¿La palabra libertad?

-Dejar que cada persona haga lo que crea conveniente, siempre y cuando  no sea ilegal.

DEVOLVER A TAMPICO EL FUTBOL PROFESIONAL

Conoce los problemas de la ciudad y tiene la cura.

Como ejemplo menciona que “tenemos un mercado muy bonito pero falta la segunda  parte, un estacionamiento”.

-¿Qué le duele ver de Tampico?

-Que nos vendan la idea que el andar barriendo y pintando cordones de las banquetas, es ser buen alcalde, cuando la función es mucho más. Antes teníamos beisbol, futbol, basquetbol, venían los artistas y ahora nada de eso. No sé qué pasó.

-¿Está dispuesto a participar en ese esfuerzo?

-Creo que todos estamos dispuestos, es lo que la gente pide. Yo no soy político pero me interesa que otra vez Tampico agarre la fuerza que tuvo a principios de 1900, que era una de las principales capitales del mundo. Ya no está el petróleo pero vamos a ver de qué manera podemos traer capitales.

-¿Qué le enseñaría usted a alguien que por primera vez viene a la ciudad?

-Traerlo a la plaza de la Liberad, llevármelo a comer tortas de La Barda, a comer mariscos, jaibas rellenas, filete de negrilla o con La Pigua a los tacos de barbacoa. La gastronomía tampiqueña es muy variable.

-Cuando sale de Tampico ¿qué es lo que más añora?

-Su ambiente, la familia. Como Tampico no hay dos. Se vive bien.

-¿Qué películas le gustan o le gustaban de niño?

-Las de El Padrino. Traen idea y mucho mensaje a pesar de que son de mafiosos. Hay que  entenderle el lado amable. De niño las de El Loco Valdez cuando la hacía de Lobo Feroz y Caperucita ¡cómo me divertía!, y las de El Santo ni se diga.

-Aparte de Leyes ¿qué tipo de libros lee?

-Me gusta El Arte de la Guerra, Cien Años de Soledad, Arráncame la Vida, de Ángeles Mastreta.

-¿Qué música le llena?

-Me quedé atrapado en los ochentas.

-¿Religión?

-Católico, apostólico, romano y guadalupano también.

-¿Ha fumado?,  ¿toma?

-No, no fumo ¡ni para prender los cohetes en diciembre!. Para nada. Tomo muy social, tres  o cuatro copas de vino tinto o whiskey.

-¿Futbol?, ¿deportes?

-Me gusta mucho el fútbol. Soy aficionado al Cruz Azul pero también de la Jaiba Brava de Tampico-Madero, el de casa. Cien por ciento del de casa y, si llegamos a algo en política, vamos a ver de qué manera regresamos el futbol profesional.

-En  un día ordinario ¿qué hace Carlos Pérez?

-Les digo a mis amigos que a veces soy medio aburrido porque todo el tiempo me la paso trabajando. Me levanto a las cinco y media de la mañana, veo las noticias en periódicos nacionales y me voy a caminar seis kilómetros. De ahí a la  oficina y salgo hasta las seis o siete de la noche, y…  Me voy a casa.

-Cuando le queda tiempo libre ¿qué le gusta hacer?

-Soy jardinero por naturaleza. Esas cosas me fascinan. Tengo en la casa de ustedes un jardín muy bonito que me ha costado esfuerzo construir.

-A la señora ¿le ayuda en la cocina?

-No. Mira -muestra una mano con una lesión-,  quise hacerme unos  huevos y ¡me quemé!. Aparte mi esposa es muy buena cocinera.

-¿Cuál es  el platillo que más le gusta?

-¡Soy garnachero! Bueno, me gusta el pozole, mole, el mondongo, las jaibas. Soy estándar. Como de todo.

-¿Qué le pone de buen humor?

-Una buena comida y estar con mis hijos. Los amo a ellos.

-¿Qué le indigna?

-La injusticia. La hipocresía.

-¿Consejo para los jóvenes?

-Que crean en sus sueños, que Roma  no se  hizo en un día. Hay que  trabajar, empujar y empujar, y tiene que haber mucha sinergia, empatía en lo que estén haciendo.

-¿Clave del éxito?

-La persistencia, estudio, la preparación.

-¿Atributo que más admira de una persona?

-Honestidad y sonrisa, que sean auténticos.

-¿Admiración por algún político mexicano?

-Benito Juárez, es mi forma de ser abogado, y a Emiliano Zapata y Francisco Villa, que creo que la historia no los ha tratado bien.

-¿Algún ex presidente de Tampico al que le otorgue reconocimiento?

-Fernando Azcárraga López. Estas obras -centro  histórico- son de él. Le faltó tiempo para sacar su proyecto de la Laguna del Carpintero.

La despedida del abogado y notario que, en la cultura del esfuerzo, un día salió de  la colonia Cascajal y hoy se coloca en un espacio en que podría ser llamado a contender por la alcaldía porteña.

-Somos serios. Que la gente crea que lo que hacemos es con toda la sinceridad del mundo.

Después de la entrevista, que se realizó en una banca de la emblemática Plaza de la Libertad, Carlos invita al reportero a un recorrido por la zona de los mercados. Explica datos históricos del puerto como la invasión de Barradas, y la fundación de “Santa Anna de Tampico” -en honor de Antonio López de Santa Anna-, como originalmente se llamó la ciudad.

Sabe al dedillo la historia, evolución y datos relevantes de la ciudad que lo vio nacer.