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CIEN AÑOS DE SOLEDAD (I)

LETRA PÚBLICA

    CIEN AÑOS DE SOLEDAD (I)

     RODOLFO SALAZAR GONZALEZ

Existen obras de arte elaboradas por auténticos gigantes de la creación en la música, la pintura, la escultura y la literatura, cuya estampa registra la época y el grado de civilización que la humanidad vivió mientras estuvo presente el efecto encantador de la obra plasmada por la inteligencia del hombre que cultiva la atención del imaginario colectivo de ese ciclo de vida y logra trascender a la posteridad. Este es el caso de Gabriel García Márquez y su obra cumbre: «Cien Años de Soledad».

La Real Academia Española con motivo del IV centenario de la publicación del Quijote, realizó una edición masiva y popular de la primera parte de la obra de Cervantes, que como usted sabe, tuvo algunas modificaciones que el propio autor realizó para poder agradar a los hombres del poder de aquella época que no veían con buenos ojos como Cervantes en una novela de caballerías resumía la filosofía popular del mundo en que vivía. Millones de ejemplares se vendieron en todo el mundo a un costo no mayor de 100 dólares. Es el Quijote el punto de referencia para citar el origen de nuestra lengua, simbolismo en el que confluyen todas las formas diferentes e idénticas como América Latina e Iberoamérica se expresan y construyen día con día su destino por encima de las sombras que por momento parecen envolvernos en un mundo infernal, tendremos un destino maravilloso.

Siguiendo la misma pauta que se marcó para imprimir una edición conmemorativa de la obra del Quijote, la Real Academia Española, a solicitud de la Academia Colombiana, decana de las academias de Hispanoamérica acordó homenajear a García Márquez, realizando una edición conmemorativa que se distribuyó en millones por todo el mundo en pastas de lujo pero con un precio popular de 100 pesos mexicanos para que esté al alcance de todos los que admiran la obra del hombre que nació en Aracatáca y que fue uno de los 16 hijos del telegrafista de ese pueblo.

La edición conmemorativa de «Cien Años de Soledad» sigue en venta en nuestro país en todas las librerías; también se encuentra aquí en nuestra ciudad a un costo de 115 pesos que resulta una verdadera ganga tratándose de una obra monumental que transcurrido el tiempo alcanzará un valor similar al de las primeras ediciones de escritores célebres, como fue el caso de James Joyce, autor del «Ulises» quien hace una década un lector tenía en su poder la primera edición de este genio de las letras que fue James, y que ofertó en una galería para que la comprara uno de los tantos coleccionistas que abundan en el mundo, en una cantidad estratosférica de libras esterlinas que superaban los 3 millones de aquella época.

El libro de García Márquez tiene en su portada una corona de laureles que enmarcan el título de la novela, donde aparece un epígrafe que señala que es una edición conmemorativa de la Real Academia Española y la asociación de academias de la lengua española; en el anverso del texto viene una relación de todas las academias de habla hispana que existen en América Latina. Quizá lo más importante, además de que se trata del texto de «Cien años de Soledad» es que este ejemplar viene engalanado con la colaboración a modo de presentación de esta obra maravillosa por Álvaro Mutis, un poeta colombiano, compañero fraternal de Gabo, quien cuenta de manera sencilla y agradable lo que sabe de Gabriel.

Carlos Fuentes por su parte presente un ensayo que titula «Para darle nombra a América», Fuentes fue sin duda el escritor mexicano más cerca a Gabriel García Márquez, por la razón que perteneció a la misma generación. El narra en forma explícita los inconvenientes por los que García Marques atravesó cuando llegó a nuestro país para poder sobrevivir y también cuenta que desde que lo conoció sintió la descarga eléctrica (esto lo pienso yo) que estaba en frente de un gran genio de la literatura. Fuentes fue el primer escritor que en 1966 en un viaje en automóvil hacia Acapulco con Gabo y Mercedes conoció el original de lo que serían «Cien Años de Soledad». Otros escritores habían conocido algunas partes como fue Álvaro Mutis y Plinio Apuleyo Mendoza, que lo cuenta en el «Olor de la Guayaba». Este último escritor colombiano, consiguió recursos de la revista que dirigía en Venezuela para que Gabo pudiera venirse desde París a Caracas a tratar de conquistar el mundo y sobre todo a conseguir trabajo porque ya en Europa la situación estaba muy difícil y el periódico para el cual trabajaba Gabo en París había sido cerrado por una de las tantas dictaduras que vivió Colombia.

Mario Vargas Llosa por su parte permitió que en esta edición conmemorativa de «Cien Años de Soledad» se insertara tan solo un fragmento de lo que él escribió en aquel texto que retiró de la circulación cuando rompió sus relaciones con Gabo, que tituló «Cien Años de Soledad y la historia de un deicidio». Hace una breve descripción de la dinastía de los Buendía, que son el tronco familiar que García Márquez utiliza como instrumento para descifrar todo un mundo, todo un universo, todo lo que significa Latinoamérica, todo lo que significa y representa la imaginación de un creador al servicio de la inteligencia de las letras que no dudó en enjuiciar a sus propios gobernantes haciendo una parodia de ellos, cuando los transforma en dictadores viejos de enormes botas que se quedan dormidos mirando el rìo Magdalena rodeados de pájaros y vacas lecheras.

Esta es una obra importante y de gran valor para la gente que gusta de la literatura y de la fantasía. Nuestra generación encontró en Gabriel García Márquez el antecedente trágico de hechos violentos que vivimos. Por ejemplo en el desarrollo de la novela que se escribió en 1967 hay una parte en donde los trabajadores de una bananera se declararan en huelga porque no les pagan los extranjeros que administraban esta empresa y realizan un mitin en la plaza central de Macondo en donde protestan en forma enérgica y contundente. Recibiendo como respuesta las balas de las fuerzas públicas que dejaron sin vida a todos los miles de huelguistas bananeros, sobreviviendo tan solo un menor que fue el encargado de contar a la posteridad el genocidio que se había cometido, porqué curiosamente a partir de ese momento todo Macondo perdió la memoria. Nosotros en 1968, cuando el movimiento estudiantil fue reprimido por los soldados, encontramos en la obra de García Márquez el presagio de lo que vivirían los jóvenes que murieron el 2 de Octubre en 1968 en la plaza de Las Tres Culturas.

A pesar de los pesares, les deseo un feliz año nuevo a todos nuestros lectores.

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