Columnas

Debate estéril

Sin duda el tema del día es el debate político entre los tres aspirantes a la gubernatura previsto para el próximo 22 de mayo y que organiza el Instituto Electoral de Tamaulipas.

La razón, la posibilidad de que uno de los actores, Américo Villarreal Anaya, (de Morena-PT-PVEM) no acuda, pues su equipo presentó un documento a través de representantes oficiales, en el que argumentan que nos se ciño al formato y plantean ajustes.

Si ese aspirante no acudiera, se perdería el interés popular sobre el acto, no tendría el mismo impacto.

Sin embargo, no se trata de un acto obligatorio, pero quien no asista debe asumir los riesgos.

En el caso de Tamaulipas, son solo tres aspirantes, por lo que si uno no acude, será muy notorio.

No es la primera ocasión en que un candidato falta, por lo general, las ausencias, son estrategias de campaña de los punteros, que buscan evitar ser flanco de ataques, que salen de control del moderador, formato y IETAM.

Se trata del segundo debate entre candidatos a gobernador en Tamaulipas, pues el primero fue el pasado mes de abril.

Sus resultados, fueron de mucho contraste. Los tres se dijeron ganadores. Sus equipos de campaña lo festinaron y las áreas de comunicación se encargaron de divulgarlo.

La realidad es lo que cada ciudadano se formó su propia opinión luego de haber observado el acto por algún canal de transmisión.

En lo personal, percibí que los tres aspirantes no estuvieron a la altura de lo esperado.

Realmente no hubo debate, pues fue muy pobre la confrontación de ideas, plataformas políticas, posturas sobre los temas puestos sobre la mesa por la moderadora.

Américo Villarreal Anaya, de Morena-PT-PVEM se apoyó mucho en lectura de sus propuestas, ahí se perdió.

César Verástegui Ostos, del PAN-PRI-PRD, inició nervioso, no articulaba, fue parco en propuestas y luego le salió su verdadero yo, los ataques y descalificaciones fuera de contexto.

Arturo Diez Gutiérrez, de MC, quiso hacer hala de recorridos por los 43 municipios, repitiéndolo innecesariamente. No concretó propuestas sólidas y buscó atacar a ambos con clichés de sus spots.

No se cumplió con los objetivos de lo que representa un verdadero debate. Ninguno es un gran orador. Su nivel de argumentación es débil.  Uno de ellos no articula un enunciado de dos renglones de manera fluida.

Contrastemos lo que vimos en el primer debate, con tres definiciones de debate:

Primera.–  Es una discusión en la que dos o más personas opinan acerca de uno o varios temas y en la que cada uno expone sus ideas y defiende sus opiniones e intereses.

Segunda.- Un debate es una técnica de comunicación que consiste en la confrontación de ideas u opiniones diferentes sobre un tema determinado. La palabra, como tal, procede del verbo debatir, y este a su vez del latín debattuĕre, que significa ‘discutir’, ‘combatir’.

El objetivo de un debate es plantear, exponer y conocer diferentes posturas y argumentaciones sobre un tema, con la finalidad de que pueda llegarse a una conclusión. En este sentido, los debates deben ser plurales.

Tercera.- El debate es un discurso oral catalogable como un tipo de conversación estructurada. Su objetivo es enfrentar dos o más opiniones acerca de un determinado tema polémico, o al menos, discutible desde diversos puntos de vista.

Cuarta.- Se caracteriza por ser una discusión estructurada con réplicas por parte de un equipo defensor y por otro que esté en contra de la afirmación planteada. Precisa de una investigación documental rigurosa para poder replicar con fundamentos.

Además de ello, para un verdadero debate hay un moderador, protocolo, temas, tiempos, orden y compromiso con las audiencias, que deben ser el objetivo principal.

Y desgraciadamente, con lo que se vivió y vio en el primer debate, no despierta un gran interés en observar a los «grandes y elocuentes oradores» que tenemos como candidatos a gobernador en Tamaulipas.

Ganan más en sus recorridos de pre-cierres o cierres de campaña, que una hora ante las cámaras leyendo, tartamudeando o estáticos sin usar los tiempos del turno.