Columnas

El PRI zozobra y los ex alcaldes ¿dónde están?

PRESENCIA

ANA LUISA GARCÍA G.

            < El PRI zozobra y los ex alcaldes ¿dónde están?

            < Ramiro Ramos el único valiente hasta ahora

            < De la abundancia partidista a las vacas flacas

1.- Hace más de tres años que el tsunami electoral hundió en el naufragio al PRI y sus dirigentes y operadores no han logrado recuperar para el Tricolor lo perdido. Hablamos no sólo de las posiciones legislativas o los gobiernos constitucionales, sino  de la confianza que alguna vez le otorgó la mayor parte de los ciudadanos, confianza es la moneda de cambio que puede hacer la diferencia entre un partido en la derrota, o uno en busca de mejores perspectivas.

No son pocos los priistas de corazón que nos han preguntado que sucede en el edificio que está en el boulevard Práxedis Balboa, ahí frente al San Marcos. “No se sabe en que se ocupan, o qué trabajo hacen para recuperar lo que perdimos”.

Lo que sí tenemos claro, es que en 2019 no se dieron resultados satisfactorios, pero en 2021 fue peor, y en esas condiciones en 2022 cuando esté en juego la gubernatura de Tamaulipas el papel del PRI será meramente testimonial. Por eso no sorprende el desinterés del Presidente del CDE Tricolor, Edgardo Melhem en torno a una posible coalición. La realidad es que sólo o acompañado el partido no sacará mayor provecho.

Para algunos ir en alianza es la única posibilidad de compartir el poder con alguien, para otros es mejor jugar sólo y dejar que jueguen a las “vencidas” las dos principales corrientes políticas, o como dice la voz popular, no meterse entre las patas de los elefantes.

El PRI empezó a perder terreno conforme se desgastó el espíritu del adoctrinamiento que fue su sostenimiento durante tanto tiempo. Sus errores han sido capitalizados por la oposición azul (fue el caso de 2016 en Tamaulipas), y la guinda en 2018.

Al PAN le ocurrió lo mismo, a partir de que se convirtió en gobierno, no sólo ignoró a los panistas doctrinarios, sino que abandonó el adoctrinamiento que debió impartirse a los nuevos panistas.

Pero nuestro tema central es el PRI, y este debiera de estar trabajando de cerca con los pocos seguidores, los auténticos priistas que estarían dispuestos a colaborar (sin cobrar) para realizar esa tarea de acercamiento con las bases.

El PRI tiene entre sus militantes varios elementos con presencia estatal, que debieran estar recorriendo la entidad como lo están haciendo los morenistas que han calentado la arena electoral anticipadamente, y sus nombres y el de su partido suenan a lo largo y ancho de Tamaulipas.

2.- En el caso del Tricolor sólo Ramiro Ramos Salinas se está moviendo, no sabemos si trae agenda diaria o eventual, porque tampoco hay un flujo de información permanente, como los de la acera guinda que mínimo tienen su grupo de Whats App y en el día emiten comunicado, suben fotos y videos.

Hoy los recursos de la tecnología facilitan y de manera económica la operación de la difusión, y eso multiplica el mensaje. Con un celular y una persona, que puede ser un amigo, un familiar o un simpatizante de cada lugar es suficiente.

Además de Ramiro hay otros priistas que debieran estar promoviéndose para la candidatura a gobernador o gobernadora, pero no lo hacen porque no hay posibilidades de triunfo.

Cualquier exalcalde de los municipios grandes debiera estar apoyando al partido que tanto les dio. En la pasada elección Enrique Cárdenas del Avellano y Paloma Guillén Vicente participaron como candidatos, uno para la diputación federal y la segunda para la alcaldía de Tampico, ambos sabían que estaban expuestos a la derrota, pero lo hicieron, más por compromiso moral que por las posibilidades de éxito en las urnas.

3.- ¿Dónde están los ex alcaldes priistas, o exsenadores, o ex diputados federales? y a propósito, saben algo del victorense Miguel Ángel González Salum, o de Oscar Luebbert, o José Elías Leal, los dos últimos de Reynosa, o Alejandro Etienne Llano, que incluso en algún momento consideró que podía ser candidato a gobernador.

Sólo que ahora son tiempos de vacas flacas en el otrora invencible y no cualquiera quiere apostarle con recursos de su bolsillo, por lo menos en la interna, que es en este momento el mejor recurso y el mejor tiempo para promover al partido.

En sus buenos tiempos el PRI fue una agencia de colocaciones a través de sus gobernantes, operaba como una paraestatal que desde la gerencia se otorgaron los mejores salarios a sus funcionarios. Eso ya no ocurre, salvo contadas excepciones, usted sabe, alguien debe administrar la caja de las galletas.

Volviendo al caso de Ramiro Ramos Salinas, es un elemento que tiene presencia en la entidad, dos puestos muy importantes le dieron esa proyección, uno de ellos ser Presidente del PRI en Tamaulipas y por otra parte haber presidido la Gran Comisión del Congreso del Estado. Con esas cartas se promueve y deja claro que su decisión de competir por la gubernatura dice, “obedece a la necesidad de rescatar lo que queda del partido”. Así lo declaró al Diario de Cd. Victoria.

Sin falsos triunfalismos, Ramiro no está soñando con convertirse en gobernador, pero sí, en pieza clave para mantener vigente al instituto político, no sólo de nombre, sino porque los votos que logre le darán fortaleza económica al PRI en la elección de gobernador de 2028 y desde luego conservar el registro, algo que algunos lo anotan como posible riesgo.

Eso es pensar en el partido, y los líderes locales (legales o morales) en los municipios grandes, tienen el compromiso de contribuir en sus lugares de origen en los resultados que se puedan obtener en 2022. Ojalá que todos lo entiendan así.

Por otra parte Ramiro no simpatiza con una alianza electoral, desde su punto de vista no existen las condiciones, salvo que la selección del candidato para la coalición se efectuara de manera democrática, tomando en cuenta a los prospectos de cada partido en una medición clara que no tuviera duda en el ejercicio desarrollado para toma la decisión. También es oportuno dejar claro que Ramos Salinas, en caso de no ser candidato, está dispuesto a sumarse al que resulte elegido por su partido, para que en unión dar la batalla en 2022.