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Foto-voto

Tribuna

Por Javier Terrazas

Foto-voto

Hace unos años, en una escuela de Derecho (Leyes) que renovaba su cuerpo directivo,  el “foto-voto” fue una presión para que los alumnos (electores), dieran su voto al candidato impuesto desde la Dirección.

Sin ningún recato, cuando los jóvenes entraban a la mampara para cruzar su voto, se escuchaba el “click” de la captura de la imagen y de ahí mismo se enviaba al coaccionador.

Así, voto a voto del alumnado, al que se le ofrecía una fiesta, borrachera y puntos extras de calificación, fueron cambiando la orientación del voto, que al principio enfilaba a hacia un académico puro.

Fue un proceso por demás viciado, validado por un Colegio Electoral de una  Escuela Superior de Derecho de una Universidad.

Lamentablemente en una institución que prepara abogados y que estos jóvenes un día obtendrían un título, con el que seguramente algunos ya ejercen.

Si esa situación ocurre a ese nivel, que no puede darse en una elección constitucional, a la que acude la masa y en la que las reglas son muy laxas.

Tomar la foto a la boleta electoral ya marcada con la orientación del voto y reportarla a algún coordinador, tendría que ser prohibido, pues riñe con el principio constitucional de la secrecía del sufragio.

Sin embargo,  no ha sido considerado de esa forma por el Instituto Nacional Electoral y el Instituto Electoral de Tamaulipas.

El Vocal Ejecutivo del INE en la entidad, Eduardo Trujillo señala que no se puede prohibir el acceso de la persona con el teléfono celular a la mampara. Solo se le puede hacer  el exhorto a no usarlo al momento de votar.

La realidad es que la foto-voto facilita la coacción y compra de sufragios, una situación que debería atajarse con rigor, pero las autoridades electorales parecen no interesarse en ello.

Este fenómeno puede convertir a la elección en el mercado abierto y descarado del voto.

Y permitir que el candidato o partido con más recursos  compre más votos y se convierta en el ganador, sobre todo en elecciones de pronósticos cerrados.

Son elementos que trastocan la legalidad de un proceso electoral, de ahí la importancia que las autoridades electorales si deberían tomar cartas en el asunto.

Y es que en una elección por lo general hay cuatro tipos de votos que llegan a las urnas.

El voto razonado que por lo general es aquel que valora la ideología de los partidos y la capacidad de los candidatos.

El voto con el corazón, cuando el elector le entrega el sufragio al candidato por su físico o porque era el que hablaba bonito.

El voto con el hígado o visceral, aquel donde lo que vale es el rencor hacia un candidato o partido político y se hace en contra.

El voto con el estómago, aquel que el ciudadano entrega su voto al candidato que le dio una despensa, artículos para construcción de vivienda o dinero en efectivo.

Y desgraciadamente éste último es quizás el más representativo, por lo que el uso del teléfono celular para tomar la foto luego de cruzar la boleta, puede voltear el resultado de una elección.

Veremos en 48 horas, lo que en los hechos ocurra. El riesgo es real.