Columnas

La victoria se conquista por hambre; y Américo parece no tener necesidad

Por Marco Antonio Torres de León

Américo Villarreal Anaya debió haberle advertido a sus seguidores que ganar la elección del 5 de junio no iba a ser fácil.
No lo hizo, tampoco lo ha hecho.

También debió hacerle saber a su gente que no bastan las encuestas que son como el viento, hoy son y mañana desaparecen.
Son fotografías del momento.

Un buen líder político debe hacerle saber a sus seguidores el terreno real dónde están pisando, y advertirles con honestidad sobre el estado de cosas.
Los pros y los contras, si existe campo minado o no, pero sin mentir.

No debe mentirle a su gente, debe hacerle ver con crudeza y rudeza como va la guerra, si bien o mal, si prevalece la vida o la muerte. Y debe hacerles saber las posibilidades de ganar, pero también las posibilidades de perder.

Debe advertir sobre los peligros que los acechan e inclusive la posibilidad de que se pierda la batalla.

Un líder no engaña.

Américo Villarreal Anaya debería saber que su principal adversario, César Verástegui Ostos llevaba -hasta el momento en que arrancó la campaña- cinco años como secretario de gobierno, atendiendo la política interior de Tamaulipas.

Por tanto, su nombre ya era popular.

Américo debió haberle advertido a su gente de que ganar la guerra sería difícil.

Pero si sabiendo eso, lo calló, mal por él.

Es ahí donde en principio de la honestidad se quiebra.

Hoy a escasos cinco días que se celebren las votaciones del 5 de junio, es cuando comienza el problema.

Saber, cómo le vas a responder a tu gente en caso de perder la elección.

He ahí el dilema.

Una guerra política no se gana solo por aire, se gana también por tierra.

En el entendido que campaña por aire significa, panorámicos, internet, redes sociales, televisión, radio, streaming y otros.

Y campaña de tierra es caminar, recorrer seccionales, colonias, repartir propaganda, salutaciones directas cara a cara, etc.

Conquistar territorio pisando campos es una forma más lineal de ganarle al enemigo.

Y cuando no se puede avanzar por tierra, se avanza por aire.

Américo Villarreal Anaya no ha hecho guerra de piso, de tierra.

Se ha basado en copiar y pegar encuestas de la ciudad de México que le favorecen obviamente, pero que están lejos de la realidad.

A los medios de la ciudad de México les causa cosquilleo, gusto, algarabía saber que un estado norteño sufrirá cambios, es como tener fijación enfermiza por el cambio. Por eso desde allá promueven el cambio con encuestas cuyos resultados son cuchareados, así contribuyen al desorden, al Estado anarquico, que es dónde mejor se mueven.
Pero Américo ha olvidado una cosa.

Pisar territorio, caminar, establecer contacto directo con los tamaulipecos de a pie, los que van a la tienda, los que te topas bajando del microbús, los que fueron por un refresco al tendajo.

Américo Villarreal ha basado su campaña de 45 días en hablar desde un templete. Yendo a los mítines y arengar unas cuantas palabras. Más eso no basta.

Si Américo fuera honesto, desde el primer día que El Truco comenzó su precampaña, él debió haber iniciado también.

Más no lo hizo.

Tuvieron que pasar meses para renunciar (pedir permiso) en el Senado y venirse a tocar territorio en Tamaulipas.

Para ganar una guerra hay que pelearla con hambre, con sueños, con deseos profundos.

Y con actos de sacrificio, esfuerzo humano, pero esfuerzos al fin.

Había que ponerse los arreos necesarios, botas, overol, pantalón mezclilla, camisa de cuadros y salir a caminar.

Así que no se sorprendan si este domingo cae el crepúsculo y a eso de las 10 de la noche los tamaulipecos reciben una noticia, ¡ ganó El Truco Verástegui !
Caminar como catrín no garantiza una victoria, repetimos, hay que salir a conquistar la vida con hambre.

Hambre, hambre, hambre. En la vida hay que actuar con hambre. Hambre de ganar, hambre de comida, hambre de triunfo.
Es ley, está en la Constitución.

No decimos que con El Truco no haya comida, pudiera ser que hasta sobre.

Pero si Truco comenzó su precampaña muy pronto, Américo debió haber hecho lo mismo; incluso debió haber renunciado al Senado hace un año y así posicionarse en territorio y ordenar la agenda una vez conocidos los problemas de fondo en cada región.

No lloren después.

Otra cosa, si Américo Villarreal sustentó su campaña apoyandose únicamente en las encuestas que le enviaban desde la ciudad de México, y se olvidó de hacer campaña de piso, de a pie, allá él.

El domingo por la noche se sabrá.