Columnas

Reflexiones pandémicas

Gaceta.

Por: Raúl Terrazas Barraza

Reflexiones pandémicas

Por extraño que se escuchen las palabras de guatemaltecas que cruza la frontera para llegar a México a vacunarse contra COVID-19, en el sentido de que es una lástima que los mexicanos no aprovechen la oportunidad que les da su país de inmunizarse, son reales y no deberían de existir, ya que, para este fin de semana México tiene más de 16 millones de vacunas que no se han aplicado, entre otras cosas porque los grupos de edad intermedios no respondieron de la misma manera que aquellos con quienes se inició la estrategia de vacunación.

Cierto es que, para las guatemaltecas con quienes muchos medios de comunicación de la frontera sur del país dialogaron, es una ironía que, mientras ello no tiene acceso a la vacunación por parte del Gobierno, en México, sus habitantes mantengan desiertos los sitios en donde operan los centros de vacunación.

Además, no se trata de forzar a nadie, sin embargo, por estas fechas pico de contagios es mayor que los registrados el año pasado por día ya que, anda por arriba de los 12 mil casos, mientras que en agosto del 2020 no rebasaba los 10 mil, en el entendido de que en la segunda ola de muchos casos, el pico máximo se registró en enero pasado con cifras superiores a los 22 mil casos en un solo día, cantidad que fue considerada como récord.

La secretaria de Salud en la entidad, doctora Gloria Molina Gambia, ha insistido mucho en que los grupos de la población sean de familias o de amigos, opten siempre por las medidas preventivas vigentes desde marzo del año pasado, por ser esenciales para la contención de la pandemia.

Además, ex inexplicable que todavía puedan identificarse personas a las que esto pareciera no importarles y peor aún que otras ni siquiera se quieran vacunar so pretexto de que tienen la protección de Dios, sin que ello quiera decir que se ponga en duda sus creencias, sin embargo, en el mundo real, una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa, como dijera uno de los protagonista de la película mexicana El Infierno.

La pandemia está vigente y la única forma de enfrentarla es con cubrebocas, sana distancia, gel antibacterial, no asistir a sitios concurridos y lavarse las manos muchas veces al día y sobre todo, vacunarse bien vacunado, porque de esto último dependerá que los casos de CIVID-19 no terminen en la tumba o en el crematorio de agencias funerarias.

Por lo pronto, frente a esta tercera ola de contagios y con nuevas variantes de coronavirus, como la Delta que es originaria de la India y que se ha extendido de manera muy rápida por varios países de América del Sur como Argentina y Brasil.

La insistencia de extremar las medidas preventivas contra el COVID-19, es que,  los tres niveles de gobierno la Federación, el Estado y los Municipios tienen la obligación de buscar por todos los medios que la población participe, ya que, la contención es asunto de dos, del Gobierno y de los ciudadanos, aunque esto último nunca serán responsables de los índices de mortalidad que dejan los eventos de salud, sino el Gobierno y que conste que los tres niveles de la administración son quienes más hacen a favor de la salud pública.

También se trata de reflexionar y de actuar, no de criticar y permanecer inmóvil. Sobre la pandemia todo tiene que analizarse, ya que, quienes hasta la fecha sobreviven al coronavirus son agraciados, por eso ahora que los jóvenes se convierten en portadores del patógeno porque andan en la calle y en reuniones de todo tipo, la verdad es que pueden poner en riesgo a las personas mayores de su familia, aun cuando estás no salgan de sus casas.

Los otros.

Bajo el supuesto de que el PRI que le tocó dirigir al licenciado matamorense Rafael González Benavides en el 2016 hubiese ganado la elección gubernamental con su paisano Baltasar Hinojosa Ochoa y a punto de que éste último entrara en el fin de su administración, la lógica futurista de aquél tiempo dejaba ver que el exdiputado Ramiro Ramos Salinas, quien estuvo en la dirigencia nacional del PRI sería uno de los prospectos a la sucesión. Perdieron el dirigente y el candidato del 2016, situación que dio lugar a la instalación de un gobierno diferente y con la alternancia, pero, la proyección de algunos prospectos no, por ello, la determinación dada a conocer por el exdirigente universitario de entrarle al juego del 2022 como precandidato del actual PRI se ve como algo natural.

Obvio, el asunto no es tan sencillo, porque el escenario es diferente, en primera ya no se trata de restregar la alternancia lograda en el 2016 y mucho menos de polarizar a los grupos que se mantienen en contra del nuevo partido político que está instalado en el Gobierno Federal, Movimiento de Regeneración Nacional, PMRN, básico será que haya mucho diálogo entre las fuerzas que no compaginan con la nueva izquierda del país, para que pueda generarse un frente de militantes y ciudadanos que respalde a un buen prospecto a la gubernatura.

Tan complicado está el asunto que, de entrada, prevalece la creencia de que cualquier que sea el candidato del PAN sin alianza, del PRI sin coalición o del PRD solo, corre gran riesgo de ser derrotado por cualquier aventurero de la política que gane las encuestas que hace el PMRN, para definir su candidato y con el cual deben de trabajar aquellas y aquello que no llegaron, pero que, obligados a poner a la orden de los regeneracionistas su capital político.

Tiene que suceder a principios del año que viene, pero, con la clarificación que las últimas dos o tres semanas de este 2021, la determinación de conveniencias para lanzar candidatos de forma individual o de plano que los no izquierdistas se unan para evitar que Tamaulipas vea menguado su aire liberal y libertario.

Para contender contra la posible candidatura de Alejandro Rojas Díaz del grupo regeneracionista  que maneja el Senador Ricardo Monreal Ávila, el PRI, PAN y PRD deben de poner sus carta sobre la mesa y en un ejercicio claro definir al candidato que más les convenga porque genere votos y le caiga bien a la gente, esto es, que decidan con madurez quien es mejor, si Ramiro Ramos del PRI, Gerardo Peña Flores del PAN o Jorge Mario Sosa Pohl, para que sea un candidato de unidad, aunque, a diferencia de hace seis años, ahora es de unidad de partidos, no de unidad de grupos de un solo partido.