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Resucitar a Xico….

No crea estimado lector que falleció el doctor Xicoténcatl González Uresti y pretendo revivirlo.  O que intento  regresarlo a la alcaldía victorense.

El tema tiene que ver con el municipio de Xicoténcatl, al sur de Tamaulipas, que se encuentra «moribundo» desde el año 2020, cuando cerró el Ingenio Azucarero, el motor de su economía.

Y es que al quebrar la Compañía Azucarera del Río Guayalejo S:A. de C.V., después de 74 años de operaciones, una parte importante de la población se quedó en la «orfandad económica».

Ahí trabajaban cerca de dos mil personas, cuyas familias dependían en forma directa de los salarios de cada quincena.

Eran 577 obreros sindicalizados, 700 empleados eventuales, 284 trabajadores jubilados que suman mil 461, así como algunos empleados de confianza.

La materia prima, es decir, la caña de azúcar la aportaban  alrededor de cuatro mil agricultores del Distrito de Riego 029, que siembran más de 20 mil hectáreas de ese cultivo perene.

Como se puede apreciar, más de seis mil familias dependían en forma directa de la operación del Ingenio Azucarero de Xicoténcatl.

Pero también lo hacían de manera indirecta operadores agrícolas, jornaleros, transportistas y comerciantes, pues el dinero circulaba en esa municipalidad.

Al pueblo de Xicoténcatl que se quedó sin el ingenio, su motor económico, le pasó lo que a la comunidad de Victoria, acostumbrada a vivir del presupuesto estatal,  de los salarios de la burocracia y compensaciones, así como de las compras a los proveedores de servicios.

De pronto en el Gobierno de origen panista, vigente todavía, se tomaron decisiones muy drásticas como despedir a más de seis mil servidores públicos, reducir compensaciones o eliminarlas para cientos más, cancelar compras a proveedores locales.

Prácticamente se llevó «la cobija presupuestal» para Reynosa, ocasionando un duro golpe a la economía local, que derivó en oleadas migratorias en especial de jóvenes o familias jóvenes a Monterrey, San Luis Potosí, Querétaro, Aguascalientes u otras ciudades del país o de Estados Unidos.

Dela misma forma los pobladores de Xicoténcatl emigraron a San Luis Potosí, Tampico, Monterrey, Reynosa, Matamoros u otras ciudades de los Estados Unidos de Norteamérica.

Para Victoria han sido casi seis años dramáticos en su economía.

Y para Xicoténcatl, estos dos años de igual forma muy duros.

La vocación de una región no puede cambiarse de manera arbitraria.

Así como la principal fortaleza de Victoria es su capitalidad, es decir, ser la capital de Tamaulipas y el asiento de los tres poderes, así como la mayoría de las Delegaciones Federales, de Xicoténcatl, son sus cañaverales.

Forma parte de una zona agrícola relevante con capacidad para producción de caña de azúcar en sus tierras bañadas con las aguas del río Guayalejo, a través del distrito de irrigación 029.

Mientras no se modifique la naturaleza o la mano del hombre cree otras condiciones para el florecimiento de otra actividad económica, la producción de caña será la fortaleza de Xicoténcatl.

Donde se realiza la zafra, es lo que debe rescatarse. reabrir la factoría es todo un reto, pues no puede estarse enviando en forma definitiva  los Ingenios de El Mante, Tamaulipas o El Naranjo, San Luis Potosí, los más cercanos.

Lo ideal es la reapertura, pero se requieren amplias negociaciones y nuevas condiciones de operación. Hay grupos azucareros nacionales, centroamericanos y sudamericanos, incluso hasta ingleses, interesados, pero las condiciones deben cambiar.

Ha faltado voluntad política por parte de las autoridades federales. Pero también prevaleció la indiferencia o «valemadrismo» de los Gobiernos Estatal y Municipal.

En tanto que se acentuó el «charrismo sindical» en la Sección 103 del Sindicato de Trabajadores de la Industria Azucarera y Similares de la República Mexicana, que localmente dirigía Homero Silva Tinajero.

De la misma forma, hay que señalarlo, hubo desórdenes administrativos en la factoría, derivados del cambio generacional en el mando familiar de la directiva, que no volvió a ser la misma de los empresarios originales, quienes tenían arraigo, vocación, amor al campo e interacción con los trabajadores y productores.

Todos los actores de la cadena de esa industria, de alguna forma fueron parte del éxito que durante décadas tuvo el Ingenio de Xicoténcatl. Pero también de su quiebra.

E igualmente, todos, deben ser parte en la reactivación de la factoría azucarera.

En el marco de las actuales campañas por la gubernatura de Tamaulipas, el rescate del Ingenio de Xicoténcatl ha sido tema recurrente por los tres aspirantes.

Más allá del interés político por los votos, que tiene cada uno de ellos, hay un interés superior, el de lograr la reactivación económica, social y de bienestar de ese municipio cañero.

Sea el candidato oriundo de ese municipio, César Augusto Verástegui Ostos,  o los victorenses Américo Villarreal Anaya o Arturo Diez Gutiérrez Navarro, su reapertura debe estar en la agenda del Gobierno de Tamaulipas y del Ayuntamiento de Xicoténcatl.

Y llevarlo a la mesa de diálogo del Gobierno Federal y de las partes empresarial, laboral y de producción de caña.

Salvar al Ingenio Azucarero de Xicoténcatl es salvar al municipio de Xicoténcatl y sus 22 mil 229 habitantes, de acuerdo al censo económico del 2020.

Antes de que sea demasiado tarde, pues el éxodo de familias a otras regiones continúa.

Más allá del 5 de junio y de los dichos y promesas de los candidatos en campaña, lo que faltan son hechos.

El tiempo apremia.

Y al menos los que están en el ejercicio del poder Francisco García Cabeza de Vaca, Ariel Longoria y compañía, poco o nada hicieron para evitar el cierre, lo dejaron morir.

Y ahora hay que «resucitarlo».

«Resucitar» al Ingenio Azucarero de Xicoténcatl.

Y «resucitar» al pueblo de Xico.

Con Truco o sin Truco.