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Terminó el año ¿cumplimos cómo prensa?

Opinión pública

Terminó el año ¿cumplimos cómo prensa?

Por Felipe Martínez Chávez

Cd. Victoria, Tamaulipas.- El hombrecillo estaba inquieto, las palabras se le atragantaban. Algo traía en su interior  que le quemaba y no hallaba como exhalar para sentirse mejor.

Era el alcalde del pueblo. Me  había citado no en el edificio del ayuntamiento sino en el domicilio de uno de sus colaboradores. Pensé que se trataba de algo importante y no dudé en acudir.

El medio impreso para el que trabajaba le había señalado –con documentos en mano- acciones que pudieran constituir delito en perjuicio del erario.

Pagaba facturas a nombre del ayuntamiento  por hasta 250 mil pesos mensuales por refacciones automotrices (empresas de ciudad Victoria); compraba  70 mil pesos mensuales de pan (pan común, de conchas y revolcadas) en un negocio de la ciudad.

Al final se descubrió que las refaccionarias financiaban de ordinario campañas de candidatos del PRI, municipios de la región centro del Estado, con el compromiso de pagar en cuanto llegaran la poder, y “algo más” de agradecimiento.

Por fin el ensombrerado tomó la iniciativa y a boca de jarro dice al reportero:

-Ustedes ¡no me van a “tumbar”!.

Se refería a que el periódico para el que laboraba quería destituirlo del cargo para el que fue electo por los tultecos.

Y le respondo:

-Mi periódico no quiere tumbarte, la prensa  no  “tumba” alcaldes ni funcionarios. No es la función de la prensa.

Y sigue con otra excusa:

-Es que ustedes quieren vivir del municipio.

Mi respuesta:

-De ninguna manera. Mi periódico tiene más presupuesto que tu ayuntamiento, más vehículos, más personal que el que tú manejas.

A la semana siguiente ordenó comprar los 500 periódicos que a diario circulaban en Tula, al módico precio de cinco pesos ejemplar (dos mil 500 por día; 15 mil por semana y 60 mil por mes).

Primero sus colaboradores hacían la operación con los voceadores; luego el propio distribuidor acudía a la presidencia a entregar los paquetes que todos los días le llegaban por autobús desde ciudad Victoria.

La Tesorería no resistió mucho tiempo y dejó que los lectores siguieran adquiriendo los ejemplares libremente.

Pues bien, escribimos la última colaboración del 2020 que se va, que ya se fue, y es momento de hacer alto y reflexionar ¿cumplimos en estos 12 meses con la función que nos corresponde?.

Creo que sí, y con razones colmadas.

La función de la prensa es informar y opinar para que los lectores formen su propio criterio respecto a los asuntos de interés público, relacionados por lo general con la clase gobernante.

No pone ni quita funcionarios pero debe ser crítica respecto a las acciones ilegales que observa, en el interés de que se corrijan. No debe ser entreguista pero tampoco confrontar con el poder. Nadie con ética bien definida pelea con el “sistema”.

Sirve de contrapeso pero el periodista no es actor ni protagonista. Si llega a serlo debe dejar de escribir para no desorientar a sus lectores.

Antes que  mártires, a los periodistas nos queda el recurso de la autocensura. No vale perder la vida por algo sobre lo que sólo se ejerce el derecho a informar y opinar.

El periodista, en su función, no es militante de ningún partido político. Debe ser imparcial, escribir con el corazón ardiente y la cabeza fría.

Apasionado de ejercer su función, no hace suyas causas que no le corresponden, solo la realidad. Ni halagos ni descalificaciones injustificadas. Ni prejuicios infundados ni dogmas que le aten su conciencia.

El periodista profesional no hace suyos proyectos de gobierno ni tiene por qué “defender” a los actores.

Fue un año difícil cuando el escenario político exige “lealtad” a sus causas. Estás conmigo o contra mi, dicen.

Vivimos tiempos de vertiginosos cambios en los instrumentos de comunicación. La generación electrónica da saltos y ha comenzado a desplazar a los medios tradicionales ¿hasta cuándo?.

Históricamente la prensa ha recibido la calificación de “cuarto poder” o poder de la opinión pública, ese fenómeno que corresponde a las masas y no a la prensa, pero que muchos colegas se adjudican.

Difícil para la prensa tradicional porque fue el año de la consolidación de lo que los teóricos comenzaron llamar el “quinto poder”, que no es otro que el de las redes sociales con su hacha destructiva de honras y trayectorias, siempre desde el anonimato.

A pesar de todos los pesares ¿cumplimos cómo prensa?. Creo que sí, no obstante que los factores de poder quieren ver a los periodistas y a la prensa a su servicio.

Sin duda los avatares de la guerra política del 2021 traerán desaguisados para los periodistas tamaulipecos. Cada partido y candidato quieren utilizar a los periodistas para ascender o conservar al poder. Si no estás con ellos eres su enemigo. Cuando llegan les eres molesto.

Para los gobiernos, todos, la prensa es incómoda. Para algunos un mal necesario con el que hay que convivir; para otros una molestia a la que hay que aplastar. Quieren una prensa dócil y sumisa, sin críticas ni señalamientos, con lo cual los medios de comunicación perderían su esencia y razón.

Deseamos a nuestros lectores (y no lectores) que el venidero 2021 sea de éxitos.