Columnas

Administrar el déficit de agua

Tanta tinta se ha derramado sobre el conflicto del agua de la Cuenca del Río Bravo, que si fuese agua, ya se hubieran llenado las presas internacionales y habría para entregar la cuota que corresponde a los derechos de los agricultores de Texas y a los de Tamaulipas.

Sin embargo, la mayor parte de esa tinta han sido versiones de productores, líderes locales, alcaldes, diputados, gobernador, ex gobernadores de Chihuahua, que no necesariamente se apegan a la realidad.

Son posturas cargadas de intereses personales, grupales y regionalistas.

Pero distantes de lo estipulado en las leyes como la Constitución, la Ley General de Aguas, el Tratado Internacional de 1944 México-Estados Unidos, así como algunos reglamentos.

El origen del problema en la distribución del agua de la Cuenca del Río Bravo, tiene que ver con una visión parcial del Tratado de 1944;  la sobre explotación de la Cuenca, con extracciones ilegales en la parte alta (Chihuahua); así como la sequía.

Hay menor volumen de agua; hay mayor demanda por ampliación de la frontera agrícola; y  más demanda para usos urbano e industrial en varias regiones, por el crecimiento de las poblaciones y ciudades que asentadas en las márgenes de los ríos que alimentan la Cuenca.

Aceptar esa  realidad es fundamental.

Y en función de ella, buscar una aplicación de las leyes que garanticen una distribución equitativa del recurso hídrico en los cinco estados que comprende: Durango, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, en el lado mexicano; más Texas, en el lado de Estados Unidos de Norteamérica.

Hay que reafirmar que el Tratado de 1944 tiene que ver con el aprovechamiento conjunto por México y Estados Unidos del agua de los ríos Tijuana, Colorado y Bravo.

Si no se analiza de manera integral, dará siempre la idea de que México debe entregarle agua a Estados Unidos cada año sin justificación.

Pero México recibe agua de los otros dos ríos (Tijuana y Colorado).

Otro factor que entorpece una solución al problema, es que los partidos políticos y los gobiernos de todos los niveles y de todos los colores, lo han enredado. Ahora si que aplica el dicho que «han buscado llevar agua a su molino».

Y contrario a lo que debería ser la política, cuyo compromiso es hacer el bien común, cada quien ha dado su enfoque al asunto.

Por ejemplo, los productores y políticos de Chihuahua piden que se pague con la aguda de las presas internacionales (Amistad en Coahuila; y Falcón en Tamaulipas)). Pero éstas presas están casi secas.

Están así porque no ha llovido lo suficiente en éstas regiones; pero a la vez ´porque el agua que debió fluir de la parte alta de la Cuenca del Bravo, está retenida en las presas «La Boquilla», Las Vírgenes» y «El Granero».

En tanto que los productores de Tamaulipas, que tienen derechos para agua de riego en el Distrito 025 Bajo Río Bravo (202 mil hectáreas) exigen que se libere el agua de las presas de Chihuahua.

Y es que no solo son los 431 millones de metros cúbicos que deben entregarse cada año a Estados Unidos; sino los mil 183 millones de metros cúbicos que corresponden a los agricultores de Tamaulipas.

Ayer esas posiciones se reafirmaron por el ala panista de los productores y autoridades de Chihuahua, que encabeza su mandatario Javier Corral Jurado.

Hay otro grupo más consciente de la situación que lo integran los alcaldes, diputados y productores identificados con el PRI, que ayer se reunieron en la Secretaría de Gobernación y acordaron una mesa de diálogo con la federación.

La Federación, por parte de la Comisión Nacional del Agua y de la Comisión Internacional de Límites y Aguas, debe aplicar las leyes vigentes.

Y los productores de Tamaulipas están exigiendo la liberación del agua retenida en Chihuahua, pues el año pasado se les asignó solo 490 millones de metros cúbicos, que solo fue el 40 por ciento de la cuota de mil 183 millones de metros cúbicos, causando perdidas por dos mil millones de pesos.

Ayer, en una conferencia de prensa, el gobernador Francisco García Cabeza de Vaca ofreció respaldar a los productores de Tamaulipas y pidió a la CONAGUA garantice los derechos que tienen.

Sin embargo, dijo que no permitiría que la federación los confronte con Chihuahua.

Algo difícil, pues el agua está almacenada en las presas federales de esa entidad, pero tomadas por los productores, que impiden se abran las cortinas para que fluya el agua en la proporción que se requiere.

Y si a ello se agrega que el Presidente Andrés Manuel López Obrador le «atiza a la hoguera», en sus conferencias mañaneras, agregando el matiz político-electoral, ahora si que se «engrillece» (no politiza) la pugna.

La única forma de que se solucione la crisis del agua en la parte baja de la Cuenca del Río Bravo, para cubrir el déficit en el Distrito 025 de Tamaulipas y la atención del compromiso de los derechos de Estados Unidos, sería que llegara un huracán a descargar directamente en en las presas internacionales Amistad-Falcón.

Solo así no se incomodaría, afectaría o confrontaría con los intereses de los productores y autoridades panistas de Chihuahua, como lo sugiere el gobernador tamaulipeco.

La cruda realidad es que el agua es poca y tiene que distribuirse en forma más equitativa, atendiendo a todos por igual.

Hay que administrar la escasez y la sequía más severa que se dará para el ciclo agrícola 2020-2021.

Y quien tiene la responsabilidad de hacerlo es el gobierno federal de Andrés Manuel López Obrador, a través de la Directora General de la CONAGUA Blanca Jiménez Cisneros.

¿Cuándo lo harán, cómo lo hará y de qué forma convencerá a las partes para que cedan parcialmente a sus exigencias?.

Esas son las tres grandes preguntas.

El agua es solo una, está almacenada en las presas federales asentadas en Chihuahua y el líquido  tiene que fluir para atender necesidades de Texas antes de que culmine octubre  y a Tamaulipas que está por iniciar el nuevo ciclo agrícola.

Es, aunque no se quiera, la confrontación de dos estados gobernador por el PAN y con un árbitro de MORENA.

Y la mejor salida es el empate.

Es decir, liberar la cantidad para completar el compromiso internacional de 431 millones de metros cúbicos con Estados Unidos y mínimo un riego para el Distrito 025 de Tamaulipas, pues por ahora no hay ni para una gota.