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Por Javier Terrazas

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El pasado 29 de septiembre, en una entrevista el Senador del PAN, Roberto Gil Zuarth, se pronunció por una negociación al interior del PAN entre los grupos azules, para la definición de la candidatura presidencial.

Aún no se daba la salida de Margarita Zavala y prevalecía el encono con Ricardo Anaya, así como las fricciones de éste con el grupo de 5 senadores, entre ellos Ernesto Cordero y el propio Gil.

Hay en ese partido una fractura entre sus grupos de poder. Haber saboreado las mieles del poder público dos sexenios (Fox y Calderón) y la posibilidad de un tercero, los confronta.

Aún cuando salió Zavala de los aspirantes azules a la presidencia, quedan varios y pertenecen a diversos grupos: Rafael Moreno Valle, ex gobernador de Puebla; Ricardo Anaya Cortés, dirigente nacional; el Senador  Ernesto Ruffo Appel y el ex gobernador de Guanajuato, Carlos Romero Hicks.

Los dos primeros son quienes más probabilidades tienen y aparecen en los sondeos mejor posicionados, pero aún así, será difícil que cuando se tome la decisión, se mantenga la unidad.

Los Moreno-Vallistas, de no verse favorecidos, es más viable que se vayan a la cargada con la independiente Zavala.

Ante las fracturas de los partidos políticos, resulta que están buscando fortalezas afuera, en las alianzas o coaliciones con otros institutos políticos.

El Frente “Ciudadano” del PAN-PRD-PMC,  por un lado;  el PRI-PVEM-PANAL por otro; MORENA-PT, muestran con esos acuerdos, sus debilidades.

En otros países, los partidos buscan de manera individual la mayor parte de los votos en las urnas. Y una vez que se definen posiciones en los Congresos, es entonces cuando buscan alianzas para construir la gobernabilidad, cuando no les alcanza por sí solos.

En nuestro país, intentar construir gobiernos de coalición sin solidez de los partidos en lo ideológico, sería muy riesgoso. Se partiría de intereses sectarios y cupulares de las élites de poder en algunos institutos.

Los ensayos que hemos tenido de gobierno de coalición en algunos estados de la república, no han prosperado, ni arrojado buenos resultados.

Y las oportunidades que han tenido gobiernos panistas de alternancia para llevar a la práctica esas propuestas, no se aprecian por ningún lado, ya que replican el sistema que prevaleció en la hegemonía priista.

Hay regiones del país como Chihuahua,  donde la intolerancia desde el gobierno estatal se da incluso hacia los grupos panistas que no comulgan con el gobernador Javier Corral Jurado.

Ejemplos parecidos los han vivido Guanajuato,  San Luis Potosí, Nuevo León y Sonora, entre otros, donde el resultado ha sido la alternancia a los seis años.

Para que las coaliciones políticas maduras que equilibre el ejercicio del poder, ajusten plataformas de gobierno, construyan acuerdos y gobernabilidad anteponiendo intereses grupales o partidistas, se requieren liderazgos sólidos y con visión de Estado.

Y para ello, nuestros políticos tienen que trabajar muy duro hacia el interior de sus partidos primero, para luego dar el siguiente paso en la construcción de acuerdos nacionales, que allanen el camino a coaliciones nacionalistas.

No ver a éstas figuras de manera temprana, como la salvación de la incipiente democracia mexicana.

El gran reto a futuro es poder avanzar a eso, Gobiernos de Coalición, pero sin principios ni madurez, tendríamos “Gobiernos de Colisión”.