Columnas

LOS MOVIMIENTOS SE AGOTAN

DE AQUÍ, ALLÁ Y ACULLÁ.

LOS MOVIMIENTOS SE AGOTAN

BALTA MAR.

Javier Sicilia, me da pena… ajena.

AMLO no es Hitler, ni Chávez, ni Castro ni Ortega; Ni Antonio López de Santana, Ni López Mateos, Ni Andy López, Ni Díaz Ordaz, Ni Echeverría, ni López Portillo. AMLO es AMLO. El secreto es estudiar a AMLO mismo para entender a AMLO.

En el tercer año AMLO solo alcanzó a llegar a la cima de la cuesta empinada, ahora, lo que sigue es bajarla. Nadie de los que han llegado se ha quedado para siempre allí. Aunque se reelijan y perpetúen momentáneamente, algún día tienen  que bajar. De que bajan, bajan. ¿porqué? Porque los movimientos se agotan.

De tiempo en tiempo la humanidad como la sociedad genera nuevos movimientos, surgidos de necesidades insatisfechas y de promesas incumplidas. Porque cuando se logran algunas metas, de pronto aparecen otras. Suele ser cuento de nunca acabar. Así se hacen los cuentos, de mentira en mentira, hasta que se convierten en la gran novela de la gatopardista transformación. Todo cambia, para seguir igual.

LA POPULARIDAD

¡La popularidad me da risa! porque no es para siempre. Los cantaros se rompen a fuerza de ir al agua. De esa magnitud es la popularidad. De vuelta en vuelta se rompe, porque está contenida en una vasija cuyo grosor es menor al de las ollas de barro. Si las de barro se rompen, las del populismo de agotan muy rápido, se acaban con el humor de la gente que las aguanta. Eso de que se les alborota la hormona y hasta hieden.

Por muchas obras que se hagan e inauguren, por muchas calles que se pavimenten y recorran, por muchos logros que se proclamen con bombo y platillo, hasta que por la prensa se exhiba. Hasta los tacos de canasta tienen costo, no cuando se consumen ante las cámaras, sino cuando se convierten en el déficit de las promesas incumplidas, los pactos rotos y las metas inalcanzables. Podrán no lograrse los objetivos, pero la realidad siempre alcanza, llega y acompaña al promitente incumplidor.

HITLER, SICILIA Y AMLO.

No hay punto de balance superficial ni profundo. Es decir cada caso es único y distinto. La comparación además de odiosa levanta dolores allá donde la mayoría no está dispuesta a aguantar, por otro lado los parámetros solo son una oportunidad estadística y en ocasiones anecdótica.

Los parámetros como subsidiarios estadísticos de la eficiencia, los perfiles, los ideales, las posiciones, las exigencias van cambiando. Distinguir uno de otro es difícil. La obnubilación de conciencia puede tomar la forma de embotamiento o torpor, somnolencia, sopor y coma, dependiente de su mayor o menor profundidad.

La obnubilación como el estado de la persona que sufre una pérdida pasajera del entendimiento y de la capacidad de razonar o de darse cuenta con claridad de las cosas, no puede ser detectada y denunciada por otro obnubilado. Esa es la polémica más grande ¿quién diagnóstica a quién?

La salud de los grandes líderes debe ser revisada por un cuerpo plural de médicos, psicólogos, psiquiatras, capellanes, científicos, filósofos  y educadores. Porque la vida de una nación no debe depender del cerebro de una sola persona. Es el caso de los grandes fracasos sociales, devienen de la ultratumba de los cerebros descompuestos que manejan las masas.

La formación patriarcal de antaño nos revela que una familia enfrascada en una contienda con otra era por causa de las desavenencias de sus mayores. Un mal patriarca o matriarca va a dejar una herencia maldita a su descendencia. Cuando algo así se expone a nivel de pueblo, tribu, etnia, lengua o nación se mira el grado de corrupción de un cadáver expuesto en descomposición.

DEL PUEBLO SERA GOBIERNO, A EL PUEBLO SERA TU INFIERNO.

Lo más peligroso en un movimiento social no es la exaltación de un líder, sino la ingobernabilidad de las masas en nombre de quien se hace todo lo que sucede, guiados por una élite insaciable, para quien no hay convicciones, ni principios, ni ideales, “son muy acomodaticios”

Los parecidos entre los diversos popularismos sean de izquierda, derecha, retóricos, materialistas, espiritualistas, tienen que ver con el respaldo de una masa amorfa, movible, anónima, voluble, emocional y hormonal.

Las banderas arriadas o izadas representan acuerdos, compromisos, realidades que se dibujan en la imaginación de quienes se ostentan representantes de un pueblo que será gobierno y que, a base de usar su nombre, autoridad y poder, se convierte en el infierno de todas aquellos que se parapetaron y ocultaron en ese ideal.

Diría Oscar Chávez: Pero aquello que hablamos, que no lo dejen de hacer, aunque sea por favor.

DE ALTAMIRA, LUEGO HABLAMOS… En ocasión del Festival del globo, solo hay uno…