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¿Alcaldes o alcalditos?

Cada seis años, en el relevo de una administración estatal es común escuchar que quienes dejan la administración estatal se llevaron todo y nada dejaron para administrar.

Sea del color que sea el partido que sale y el que entra, las versiones de quienes llegan al naciente gobierno son las mismas.

No dudo que tengan algo de cierto, porque quienes se van por lo general han llenado las alforjas para sobrevivir seis años fuera del presupuesto, en espera de regresar al siguiente relevo.

Pero también esa cantaleta ha sido usada como pretexto para ganar tiempo en espera de que el nuevo gobierno empiece a funcionar y se traslada la expectativa de la atención a las urgencias sociales al siguiente año.

Sin embargo, en esta segunda alternancia en el Gobierno de la entidad, es muy evidente la encrucijada financiera derivada de una pésima administración y el saqueo a las arcas públicas por el ex gobernador de origen panista Francisco García Cabeza de Vaca y su séquito de colaboradores.

De acuerdo a los reportes de la naciente administración de sello morenista, que conduce el cardiólogo Américo Villarreal Anaya, la situación financiera está «al borde del infarto y amerita un trimestre o más de terapia intensiva».

El diagnóstico de los especialistas (intensivistas) es de suma gravedad, por lo que fueron necesarias «tres unidades de sangre y plaqueta aportadas por el banco central (SHCP), para estabilizar los signos vitales (nómina y aguinaldos de burocracias) y asegurar que Tamaulipas subsista hasta el 20223».

Esa es la radiografía financiera de la entidad, por lo que el Poder Ejecutivo Estatal, difícilmente podrá tener una actividad ordinaria y hacer frente a las exigencias sociales y de los sectores productivos. Todas las expectativas y esperanzas deben trasladarse al siguiente año.

La reciente visita del Presidente de la República Andrés Manuel López Obrador con su gabinete para respaldar al nuevo gobierno tamaulipeco afín en origen partidista, es un espaldarazo político, que se traducirá en respaldo emergente para afrontar contingencias administrativas de este fin de año y de mayor fondo para el 2023.

Ante esta cruda realidad para el sector público, en particular del Poder Ejecutivo del Gobierno de Tamaulipas, será fundamental el trabajo que en el territorio realicen los 43 presidentes municipales.

Los alcaldes tamaulipecos tienen ya poco más de un año de ejercicio en sus funciones y la planeación de sus acciones debe alcanzar para capotear temporales y mantener el dinamismo en sus municipios.

En especial, los titulares de los diez Ayuntamientos grandes de la entidad, en donde habitan 3 millones 091 mil 460 tamaulipecos, equivalentes al 87.63 por ciento de la población.

Y de manera preponderante los que llegaron respaldados por la alianza Morena-PT, es decir Carlos Peña Ortíz  de Reynosa (704 mil 767 habitantes); Mario Alberto López Hernández de Matamoros (541 mil 979 habitantes); Carmen Lilia Canturosas de Nuevo Laredo (425 mil 058 habitantes); Armando Martínez de Altamira (267 mil 562 habitantes); Adrián Oseguerra Kernion de Madero 8205 mil 933 habitantes);  y Teodoro Escalón Martínez de Río Bravo (132 mil 484 habitantes).

En esos siete municipios grandes que gobierna Morena residen 2 millones 627 mil 699 tamaulipecos que representan el 74.48 por ciento de la población estatal.

Sin pasar por alto, claro está a los de extracción panista, Jesús Nader de Tampico (297 mil 562 habitantes), Noé Ramos Ferretis de El Mante ( 106 mil 194 habitantes) y Alberto Alanís Villarreal de Valle Hermoso (60 mil 055 habitantes), que suman 463 mil 811 personas y representan el 13.14 por ciento de la población estatal.

Los presidentes municipales de estos diez municipios grandes, que en conjunto concentran 3 millones 091 mil 460 habitantes y representan el 87.63 por ciento de la población, tienen en sus manos la gran responsabilidad de hacer notar su capacidad y experiencia para gobernar.

Con mayor fuerza, aquellos que fueron reelectos como los morenistas Mario Alberto López Hernández de Matamoros y Adrián Oseguera Kernion de Ciudad Madero, este último que quiso incluso ser candidato a gobernador; así como el panista Jesús Nader de Tampico, que también se reeligió y tiene sueños futuristas.

También deben aplicarse a fondo Carlos Peña Ortíz de Reynosa, que ya acompañó a su madre Maki Ortíz Domínguez desde el DIF Municipal por dos periodos (5 años) y tiene una buena parte de su equipo de colaboradores, además de la tutela de sus padres que no lo dejan un día solito.

Lo mismo ocurre con Carmen Lilia Canturosas en Nuevo Laredo, pues aunque es su primera aparición como cabeza de grupo, ya tiene el antecedente de que su padre Carlos Enrique Cantú Rosas fue alcalde y lo mismo su hermano, Carlos Canturosas Villarrreal, quien le heredó a buena parte de su experimentado equipo.

Además, los municipios fronterizos de Nuevo Laredo, Reynosa y Matamoros tienen importantes recursos federales que les llegan por las Aduanas Fronterizas y el CAPUFE.

Esos recursos adicionales a su presupuesto también les llegan a los municipios de Tampico y Altamira por los recintos fiscales en los puertos marítimos, así que el panista Jesús Nader y el morenista Armando Martínez, tampoco tienen pretexto para no actuar bien y con altura de miras.

Igualmente, debe dar el estirón el victorense Eduardo Gattás Báez, quien ya no tendrá el pretexto de la persecución por la Fiscalía General del Estado donde a pesar de que sigue Irving Barrios Mojica, ya no es azuzado por el nuevo titular del Ejecutivo, Américo Villarreal Anaya.

Intensificar la gestoría a nivel nacional para tener recursos para obras de infraestructura urbana y para el desarrollo de la capital tamaulipeca, además de insistir en el Fonde de Capitalidad es en lo que debe aplicarse al cien por ciento, en lugar de andar tapando diez de los 5 mil baches de la ciudad para tomarse la foto.

Teodoro Escalón Martínez, que lleva en su sangre un ADN político, debe sacar la casta y probar porqué lo ungieron tras la licencia de Héctor Joel Villegas, que despacha como Secretario General de Gobierno, donde debe a su vez mostrar que no es un político imberbe.

Tienen todos los alcaldes de los diez municipios más grandes de la entidad la oportunidad de probar que son adultos en la política estatal y no tienen que colgarse del gobernador y del presupuesto estatal que este cierre de año y el entrante serán raquíticos o estarán hipotecados para cubrir los desfalcos panistas.

El reo para los jefes edilicios es si dan el salto a verdaderos alcaldes o se quedan como alcalditos.

Lo es para Carmen Lilia Canturosas Villarreal, empeñada en llevar el apelativo completo de su padre, así debe mostrar las agallas para un buen desempeño y no vivir del recuerdo del «Chale boy».

Lo es para Carlos Peña Ortíz, de Reynosa, a fin de mostrar a su pueblo que tiene nombre propio y puede «destetarse» de Mami Maky.

Igual para Mario Alberto López Hernández y mostrar en el territorio que tiene plataforma para nuevas oportunidades electorales.

De la misma forma para Adrián Oseguera Kernion de Madero, de familia beneficiada por el «Boom petrolero quinista», que repite como alcalde y tiene aires de grandeza que lo llevaron a buscar hasta el último minuto la candidatura a gobernador.

Y de Armando Martínez, de Altamira, que finalmente llegó a la añorada alcaldía y tiene que demostrar que merecía la oportunidad para apuntalar a ese municipio tan rico pero tan alejado del desarrollo con progreso para todos.

Finalmente, Eduardo Gattás Báez, que ya fue regidor del Ayuntamiento del priista Enrique Cárdenas del Avellano, candidato a Diputado, candidato a alcalde y finalmente llega en una segunda alternativa, así que no tiene pretexto para fallar.  Que no se quede en el slogan de «Victoria  te quiero más»…. pero con baches, fugas y basura por doquier.

¿Alcaldes o alcalditos?.

Américo Villarreal Anaya requiere alcaldes de estatura, más que amigos que quieran colgarse de sus hombros.